Así fueron los días en Malvinas para los soldados argentinos.

Así fueron los días en Malvinas para los soldados argentinos.
Así fueron los días en Malvinas para los soldados argentinos.

Para evitar ataques, los cazas idearon un dispositivo para desviar y desviar misiles guiados por radar. A 42 años del inicio de la guerra, la historia de los bombarderos argentinos Canberra, un ejemplo de la habilidad y destreza de nuestros héroes.

A 42 años del inicio de la Guerra de Malvinas, cientos de historias reaparecen en la memoria colectiva, junto a la memoria y merecido homenaje a los caídos, los veteranos y sus familiares.

Durante los combates, un grupo de soldados argentinos implementó un sistema defensivo, desarrollado y construido de manera artesanal y urgente, con el objetivo de desbaratar y retirar misiles guiados por radar.

Este fue el caso de los bombarderos de Canberra, que llevaban señuelos antimisiles caseros. Al no contar con dicho equipo, su seguridad se veía comprometida durante las misiones.

Para evitar ataques, los comandantes de la Base Aérea de Trelew, donde estaban desplegados ocho de los Canberra, pensaron e improvisaron una estrategia que quedaría marcada para siempre por las ingeniosas acciones de nuestros héroes.

Se trató de un esfuerzo conjunto para que los aviones pudieran esparcir una nube de pequeños y delgados trozos de aluminio, fibra de vidrio metalizada o plástico metalizado (paja), para confundir los sistemas de guía de los misiles ingleses.

Para desarrollar el chaff, los combatientes necesitaban obtener láminas de grueso papel metalizado, tarea que quedó en manos del jefe del Escuadrón Técnico de la Base Aérea Militar de Trelew, mayor Fernando Rezoaglia, quien regresó a Paraná para desarrollar el improvisado y eficiente sistema. .

Los grandes rollos del material estaban en los almacenes de la propia Brigada Paraná, por lo que era un problema. A su vez, con la materia prima adquirida, lo que hizo el mayor fue convocar a todos los compañeros de secundaria de su hijo y, según dijo, les hizo cortar tiras de papel de aluminio durante una tarde entera.

Sin embargo, se necesitaban cantidades mayores, por lo que la solución se trasladó a una fábrica de pasta de la ciudad. Para gran sorpresa de los empleados que vieron llegar a un grupo de soldados con rollos de papel de aluminio, el gran protagonista de la historia fue un cortador de fideos, el cual se utilizó para poder tener una cantidad suficiente de tiras. Todos los trabajos estuvieron bajo la estricta supervisión de técnicos de las Fuerzas Armadas.

En armonía, se trabajó en el diseño de los lanzadores y en la preparación de bengalas adecuadas para misiles guiados por rayos infrarrojos. Para los lanzadores se utilizaron los cartuchos de arranque de la aeronave que estaban ubicados en la cola de la aeronave.

En cuanto a las bengalas, el objetivo era poder disparar un elemento pirotécnico que generara mucho calor e hiciera desviar los misiles. En lugar de golpear los motores, se dirigen hacia estas bengalas.

Sin duda, estas destrezas y habilidades en conjunto entre civiles y militares fueron un claro ejemplo de amor a la Patria.

 
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