Camila Cañeque, artista del punto final

Camila Cañeque, artista del punto final
Camila Cañeque, artista del punto final

La obra de Camila Cañeque, artista y filósofa, abordó la fatiga a través de escritos, instalaciones y performances. Adoraba tanto la inmovilidad que parecía un soldado en la Horizontal Oblomov. En 2013, en Madrid, en la puesta en escena de callejón sin salida en ARCO se arrojó con traje de flamenca al suelo, quedando inmóvil, tumbada boca abajo en un pasillo y rodeada…

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La obra de Camila Cañeque, artista y filósofa, abordó la fatiga a través de escritos, instalaciones y performances. Adoraba tanto la inmovilidad que parecía un soldado en la Horizontal Oblomov. En 2013, en Madrid, en la puesta en escena de callejón sin salida en ARCO se tiró al suelo con traje de flamenca, permaneciendo inmóvil, tumbada boca abajo en un pasillo y rodeada de flores y poemas del romance gitano, de García Lorca. Veo, por el placer de verlo, una conexión con ese “boca abajo” de Cañeque con un verso de El rey de Harlem del poeta granadino: “La sangre no tiene puertas en tu noche boca arriba”. Después de todo, callejón sin salidaque representaba “la rendición de España al capitalismo”, acabó censurada por falta de permisos.

En febrero de este año, un mes antes de publicar el que sería su primer y último libro, La última oraciónLa joven Camila Cañeque falleció en Barcelona a los 39 años, de muerte súbita, mientras dormía.

La última oración es un ensayo sobre 452 últimas frases de 452 libros. Por una de esas extrañas conexiones entre vida y literatura, de alguna manera se ha convertido en la última frase de Camila Cañeque. Es un libro verdaderamente admirable que, por su extrema conexión con la verdad última, desmiente, sin proponérselo, lo que decía Chéjov de que en toda narración hay que eliminar el principio y el final, porque es allí donde más se encuentran los escritores. .

En La última oración Camila Cañeque combina las intervenciones y desapariciones de su voz narrativa con las 452 frases finales de 452 libros, logrando un artefacto literario elegante, hipnótico, vívidamente atraído por el desenlace de las cosas: una maravillosa biblioteca de frases finales.

Es imposible ignorar la belleza del método, y sobre todo del estilo, de Camila Cañeque, sobre todo cuando observamos la forma de vincular naturalmente esas últimas frases (la de Sófocles, por ejemplo, en Rey Edipo: “Entonces, siendo mortal, debes pensar siempre con consideración en el último día…”) con las efímeras y tajantes intervenciones y desapariciones que realiza el autor.

Quizás todo esté cambiando, pero no recuerdo una escritora más cohibida que Camila Cañeque a la hora de conceder la máxima importancia a la literatura en la escritura: “Algo anda mal con la maldita literatura. Quizás sea el único lugar donde he experimentado el sentimiento de amor, es decir, de admiración. Y, por tanto, su práctica, la escritura, me parece que sólo puedo ejercerla a base de una dedicación completa y rigurosa”.

Llueve en muchos finales de novela. ¿Son los finales, como advirtió George Eliot, el punto débil de la mayoría de los autores, el punto en el que todo se complica? Para Camila, artista del punto final, nada fue complicado. Tampoco lo leí porque, sabiendo o no cómo terminaba su tratado de últimas frases, en algún momento no he podido escuchar el murmullo de la frase final de una novela de Víctor Hugo: “La muerte le llegó simplemente, como la noche llega “cuando pasa el día”.

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