“Leer poesía es imprescindible, urgente y necesario” – .

“Leer poesía es imprescindible, urgente y necesario” – .
“Leer poesía es imprescindible, urgente y necesario” – .

“El esplendor de la granada” es el título del libro que reúne la obra escrita a lo largo de 40 años por la poeta, traductora y gestora cultural Verónica Zondek, que será presentado en Temuco el próximo viernes 30 de mayo a las 18 horas, en el auditorio H2 del Campus San Francisco de la Universidad Católica de Temuco, en compañía del escritor cubano, Carlos Lloró.

Zondek, quien inició su carrera literaria durante la década de 1980, ha dejado una huella significativa en la literatura chilena y su poesía continúa resonando con profundidad y sensibilidad, abordando temas como la memoria, el cuerpo y la violencia. Una poeta que no es exagerado decir que está a la par de Elvira Hernández, Teresa Wilms Montt o Stella Díaz Varín, que no se ha limitado a los versos, trabajando con otras expresiones como el teatro, las artes visuales, sin dejar de mencionar su trabajo de investigación sobre Gabriela Mistral o de traducción, siendo la encargada de traer al español voces poderosas como Anne Carson, Emily Dickinson o Anne Sexton, por nombrar algunas.

El volumen, de Ediciones Libros del Cardo, editado por la poeta Gladys González, también contó con que Zondek revisara, corrigiera y actualizara sus libros, que por primera vez se recopilan en un texto físico de 720 páginas. La poeta es enfática al señalar que exigió que el libro se titulara obra completa y no obra completa, dado que mantiene un ritmo vertiginoso de trabajo con las obras por venir.

Zondek, quien recientemente visitó Temuco para participar de una lectura con el poeta alemán residente en Concepción Özlem Özgül Dündar, habló sobre la futura presentación en la capital de La Araucanía.

-Un tema principal en tu trabajo ha sido la traducción de grandes nombres. Carson, Dickinson, Sexton y contando. ¿Qué significa para ti habitar otras lenguas para acercar la poesía al español? ¿Cómo impacta en tu poesía habitar esa posibilidad de traer otras voces con sus complejidades al español?

Caminar por otras lenguas y otras lenguas escritas no es lo mismo que hablar con alguien, es adentrarse en mundos desconocidos, viajar. Y en ese viaje encuentras sombras, luces, rincones que no conocías. Entonces es como viajar sin moverte de tu silla e intentas traer esas imágenes a este mundo, a este lenguaje. Y creo que, de alguna manera, ese caminar también te da posibilidades que no tenías en tu propio idioma. Cada idioma o lengua desarrolla una forma de estar en este mundo y creo que eso se aprende. En cualquier caso, vale la pena escribir una tesis sobre este tema.

-Me imagino que también te sientes diferente pensando en otros idiomas. No es lo mismo Verónica escribiendo poesía en inglés que en español.

No, creo que me suma, no me cambia. No creo que sea uno en un idioma y otro en otro, pero si empiezas a utilizar herramientas que no tenías en tu propio idioma, entonces tu mundo se expande y así, ampliado, vuelves al español. Cuando hablas en español tienes lo que tienes, y cuando vas al inglés, al alemán, al hebreo o al portugués, llegas con lo que tienes aquí. Miras por lo que sabes. Sólo puedes leerlo con las herramientas que tienes. La traducción te permite aprender nuevas herramientas y ampliar tu mundo. Y luego con eso podrás expandir el mundo de los demás.

-Hay pocos escritores como tú que hayan sido tan generosos en difundir la poesía ajena, ¿por qué sentiste ese llamado o responsabilidad de difundir, leer, conocer?

No es amabilidad, es simplemente lo que me gusta. Me gusta cuando me muestran cosas, me las ponen en la mesa. Y supongo que a los demás también les gusta. Son formas de caminar por el mundo, hacer alianzas con los demás, conocer el idioma de los demás, la poesía de los demás y hacer amigos. En realidad mis amigos de carne y hueso son un número, pero mis amigos del mundo de las letras son miles, son autores con los que hablo aunque sólo conozco sus escritos y se convierten en mis amigos. La amistad profunda que te brinda un libro, esa conversación íntima que te abre al pensamiento, que te conmueve, no es algo que uno deba tragarse y guardar en el armario. Creo que es parte de un diálogo nutritivo y en expansión que sin duda es bueno compartir.

-¿Por qué apunta tanto el egoísmo en la poesía o en el arte en general?

Creo que el egoísmo no abunda sólo en la poesía y la literatura, sino que forma parte de este siglo y de la segunda mitad del siglo pasado. Tiene que ver con este neoliberalismo estricto donde cada uno tiene que salvarse y está pensando en sí mismo. Y creo que los poetas son habitantes de esta tierra y de este espacio y no se pueden sustraer. Ahora bien, no todo el mundo es así en todos los ámbitos, ni siquiera en la poesía.

-No todo es blanco y negro.

No todo es blanco y negro. Pero, por supuesto, existe, es una característica muy poco atractiva de nuestro tiempo. Creo que la tarea de la traducción, de la escritura, de la lectura y de todo lo creativo, consiste precisamente en encontrar y mostrar esos grises que ciertamente movilizan.

–Vienes a la Universidad Católica de Temuco a presentar tu obra completa, que es diferente a una antología. ¿Qué se siente al revisar lo que has escrito? ¿Cómo fue ver la rebelión de la juventud hasta una etapa más madura?

Han pasado dos cosas. Primero, cada vez que reviso mis libros, los releo. Y cada vez que lo hago borro, agrego, cambio, pequeñas cosas quizás para alguien más, pero para mí, imprescindibles. Se ha perfeccionado el oído, los sentidos y el pensamiento también. Y para responder a la segunda parte de tu pregunta, me he dado cuenta de que en los primeros libros y especialmente en el primero (Entcielo y Entrelinea, ediciones Minga, 1984), ya están casi todos los temas que he abordado y también las formas en el cual he trabajado el idioma. Las poéticas se van espesando, pero hay intereses, sensibilidades, cuestiones que no puedo evitar. Es extraño porque ese libro salió en los años 80 y fue escrito en los años 70. Quiero decir, es mucho, mucho tiempo. Y ahí, de alguna manera, subyace todo lo que he visto después, claro, desde otra ventana quizás, con otra vida en el cuerpo…

-Es una definición de valores que estuviste como una orquesta perfeccionando.

De forma y fondo. No sé si perfeccionando, pero sí moviéndose, siempre llegando a lugares. Por otro lado, eso de la rebelión. Nunca fui demasiado rebelde en el sentido escritural, sino que creo que escribir es una manera de cuestionar y entrar en la vida y en lo que te rodea con una mirada interrogante, porque si no, ¿para qué? Más que rebelión es curiosidad y mirada crítica. Si no ves nada nuevo, ¿por qué escribes? Lo mismo con la lectura. Las lecturas son aventuras que te llevan por caminos y mundos desconocidos, expandidos o secretos y por eso es tan magnético. Esa aventura, esa pasión por ver y conocer y contar, es algo que hay que mantener, de lo contrario no se puede escribir.

-¿Cómo tomaste esta invitación a reunir tu obra? ¿Fue difícil decir que sí?

Me costó, me costó mucho. Tengo que admitir que Gladys (González, editora de Libros del Cardo y también poeta), estuvo dos años insistiéndome hasta que le dije que sí. En realidad, es una carga verlo todo junto. Nunca pensé que sumaría tanto, porque no hay tantos libros. Pero tengo que decir que quedó muy bonito.

-¿De cuántas páginas estamos hablando?

720.

-Esas publicaciones responden a que usted también tiene un ritmo de trabajo intrépido.

Son 12 libros, pero en más de 40 años. Hay que pensar que los dos primeros los escribí en los años 70 aunque fueron publicados en los 80 cuando regresé a Chile. Es uno cada cuatro años, aproximadamente. Soy lenta escribiendo y escribo tres o cuatro libros a la vez, además de las traducciones, y trabajo un poco aquí, un poco allá, porque nunca sé dónde pondré mi atención. Le agradezco mucho a Gladys, pero no sé, me agobia un poco.

-Me imagino que la idea de que se publique el libro deja de ser tan abrumadora.

Sí, bueno, ahora lo corregí no sé cuántas veces.

-Un tema que se repite en tu obra es la materialidad, así se coloca la fuerza de la naturaleza en tus versos. Con este trabajo recopilado, ¿sientes que se cierra un capítulo en tus búsquedas?

No lo veo como un cierre de nada y por eso exigí que se llamara obra completa y no obra completa. En primer lugar, está a punto de editarse un libro con la editorial Ofqui, que verá la luz en septiembre, y que será el segundo de cuatro, siguiendo la línea de “Instalaciones de la memoria” (Alquimia Ediciones, 2013). Corresponde al segundo de ese cuarteto, está saliendo ahora y se llama Manto Azul. Recorre la historia de Madre de Dios, la mina de oro cerca de Valdivia. Se trata el tema del extractivismo y se conversa con las fotografías de Leonora Vicuña, con quien recorrí los placeres, cajonadas, túneles, cerros de todo tipo y vertientes y conversamos con los mineros, pirquineros, los chayadores y aprendimos mucho. Entonces el segundo está por publicarse, faltan dos. Pero imagínate, pasé ocho años escribiendo ese libro. Por eso les digo que soy lento (risas). Por eso no siento que haya nada cerrado.

-Y todavía faltan las ideas que vienen en el futuro.

No. Tengo las ideas que tengo y no quiero más porque me agobia pensar en ello (risas).

-¿Podrías hablarnos del libro que publicarás con la editorial Ofqui?

Es un proyecto que comencé con “Instalaciones de la memoria”, ubicadas en las minas de salitre y que cuenta con fotografías de Patricio Luco y que fue publicado por ediciones Alquimia hace once años. Ahora sale el segundo de esa serie, Manto Azul, que debí terminar hace mucho y ahora falta escribir el tercero y el cuarto. Lo que no sé es cuándo, pero en algún momento nacerán.

-¿Y su búsqueda en ese libro sería extractivismo?

Sí, hice mucha investigación de campo, es decir, subir y bajar montañas para hablar con los pirquineros, para investigar ese concepto y también mucha investigación en escritos, crónicas e historia, geografía de los siglos XVII y XVIII, donde hablan de extracción. de oro en Madre de Dios, que se inició a finales del siglo XVI. Y también entrevisté a historiadores, geólogos, mineros, pirquineros y otros. Es interesante darse cuenta de cómo la idea del extractivismo se instauró tan temprano en la historia de este territorio. La Polar, llega y lleva. Nada ha cambiado mucho.

-Me hago eco de las palabras de Gustave Verniory y sus 10 años en la Araucanía, donde menciona las reacciones de los colonos al ver la cantidad de materia prima que podían utilizar a destajo para ganar dinero.

Y eso es lo que hacemos. Queremos ser ricos de la noche a la mañana. Es interesante ver eso y seguirlo un poco.

-Como lo hizo alguna vez Rilke, contestando sus cartas, y entendiendo la experiencia que te han brindado los años. ¿Qué aconsejarías a quienes todavía tienen reservas a la hora de abordar la poesía como lenguaje?

Sólo hay que leerlo y dejarse vencer por la experiencia de leer, sin intentar comprender. Deja que el ritmo, las palabras, las imágenes y las ideas trabajen en ti y te muevan, abre ventanas y puertas para ti, cambia cosas en tus cajones. Creo que la peor recomendación para leer poesía es intentar comprenderla. Eso viene con las lecturas.

-Carlos Lloró dice que no entender es una forma de entender.

Claro, absolutamente. Te llega el ritmo, te llegan las pausas y el silencio. Las palabras, las imágenes vienen a ti. Todo esto produce una transformación en ti. Entonces, esa cosa, ese acto de intentar meterse en la poesía en este tiempo vertiginoso que vivimos, y meterse en esa “cosa” donde dejas que tus sentidos se afecten, es fundamental en este tiempo. Creo que leer poesía es imprescindible, urgente y necesario. Especialmente ahora que todo el mundo tiene prisa. Tenemos que parar.

-Y todos quieren entender, quieren las respuestas.

Claro, porque todo tiene que ser pulsando un botón. Pero resulta que los sentidos y las emociones no consisten en presionar un botón. Y menos el pensamiento, la comprensión profunda. Es al revés. Es dejarse vencer por la experiencia. Creo que la poesía es experiencia. Te lo recomiendo, tienes que leer.

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