Fotografía de archivo del escritor estadounidense Paul Auster posando durante la presentación de su novela “4321”, el 4 de septiembre de 2017, en Madrid (España).
Foto: (EPA) EFE – JPGANDUL
Se marcha un grande de la literatura contemporánea. El aclamado novelista estadounidense Paul Auster, autor de una prolífica obra que incluye la ‘Trilogía de Nueva York’, ‘La invención de la soledad’ y ‘Crystal City’, ha fallecido este martes a los 77 años, según informa The New York Times.
Auster falleció en su casa de Brooklyn (Nueva York), a causa del cáncer de pulmón que le aquejaba en los últimos meses. Siri Hustvedt, también escritora y esposa del escritor estadounidense, había dicho hace unos meses que “observando a Paul he comprendido cómo es la gracia bajo presión. Inquebrantable y sin quejas, con su humor intacto, ha hecho que este tiempo de enfermedad, que ha durado casi un año, sea hermoso, no feo”.
Además de su admirable carrera como escritor, Paul Auster también trabajó como director y libretista en películas como Lulu on the Bridge y The Inner Life of Martin Frost.
Además de la Trilogía neoyorquina, Auster publicó los libros Leviatán, El libro de las ilusiones, Tombuctú, La invención de la soledad y Baumgartner, su publicación más reciente, que se había estrenado a finales del año pasado.
Guillermo Arriaga, escritor mexicano, fue uno de los primeros en reaccionar ante la muerte del estadounidense: “Ha muerto el enorme Paul Auster. Gran pérdida para la literatura. Tuve la suerte de tener un diálogo público con él en Nueva York. Generoso y amable. Volvamos a leerlo como el mejor homenaje”.
Fue el béisbol, una de sus pasiones, lo que lo llevó por esos insospechados caminos del arte hasta asumir el destino de la escritura. Auster tenía apenas ocho años cuando se encontró cara a cara con Willie Mays en el estadio de los Giants, entonces en Nueva York. El pequeño Paul pidió un autógrafo y Mays le preguntó si tenía un bolígrafo para firmarlo, pero no lo tenía. Esperó un poco más de un minuto y dijo: “Lo siento, chico, si no tienes un lápiz, no puedo darte un autógrafo”.
Auster diría más tarde: “Después de esa noche, comencé a llevar un lápiz a todas partes. Se me hizo costumbre no salir nunca de casa sin estar seguro de tener el lápiz en el bolsillo (…). Si los años me han enseñado algo es esto: si tienes un lápiz en el bolsillo, es muy probable que algún día te sientas tentado a usarlo. Como me gusta decirles a mis hijos, así me convertí en escritora”.
Duras noticias para la literatura, que en los últimos años también ha visto la marcha de escritores de la talla de Charles Simic, Milan Kundera o Louise Glück.
