“Necesitamos entender por qué algunos pacientes sufren metástasis y otros no a pesar de tener tumores similares” – .

“Necesitamos entender por qué algunos pacientes sufren metástasis y otros no a pesar de tener tumores similares” – .
“Necesitamos entender por qué algunos pacientes sufren metástasis y otros no a pesar de tener tumores similares” – .

Una de las materias pendientes en el siglo XXI es lograr la cura o la cronicidad cáncer metastásico. Actualmente esta enfermedad es incurable y provoca la muerte de aproximadamente el 70-80% de las personas diagnosticadas con cáncer. Sin embargo, la inteligencia artificial y los algoritmos están permitiendo combinar aspectos clínicos y moleculares en la comprensión de cada paciente con cáncer avanzado y con riesgo de metástasis. Fernando Vidal-Vanaclocha, profesor de Medicina Molecular y director de investigación del Programa Internacional de Medicina de la Universidad George Washington, asegura que la inteligencia artificial ayudará “anticipar la metástasis, permitiéndonos identificar quién la sufrirá y quién no”.

¿Por qué ocurre la metástasis?

Las metástasis son tumores que suelen desarrollarse en los ganglios linfáticos, el hígado, los pulmones, el cerebro y los huesos de pacientes con un cáncer muy agresivo. No son tumores originales de estos órganos, sino resultado de la implantación de células tumorales que llegan hasta ellos, transportadas por la circulación linfática o sanguínea, procedentes de otro tumor maligno previo. A medida que sabemos más, entendemos lo complicado que es este tema.

El proceso comienza porque algunas células de nuestros tumores malignos atraviesan las paredes vasculares al invadir su entorno y, luego, la circulación sanguínea o linfática las traslada a otros órganos distantes donde se integran, en lugar de morir en el camino. Pero no todo depende de las células metastásicas, ya que hay órganos que no pueden rechazarlas, e incluso adoptarlas activamente. Por ello, en ocasiones algunas de estas células “inmigrantes” inician una nueva vida en su lugar de asentamiento, y vuelven a crecer, formando tumores en lugares alejados de su tumor primario, que desde 1824 se denominan con el término griego “metástasis”. , que proviene de “meta” (más allá) y “estasis” (desarrollo).

Desde que se acuñó el término “metástasis” en 1824, ¿cómo ha avanzado la detección de estas células para evitar que produzcan metástasis?

A pesar del tiempo transcurrido, las metástasis siguen dejando desconcertados a patólogos, radiólogos, cirujanos, oncólogos y radioterapeutas. Los dos primeros, porque todavía no pueden distinguir los tumores malignos que formarán metástasis de los que no. Y al resto, porque con un diagnóstico que no especifica nada sobre si habrá metástasis o no, sus planteamientos terapéuticos respecto a la enfermedad metastásica llegan demasiado tarde o son inútiles, y algunos de ellos incluso exacerban la enfermedad metastásica. Lo queramos admitir o no, aquí es donde todavía estamos, por lo que la principal causa de muerte por casi todos los cánceres más prevalentes sigue siendo la metástasis, independientemente de la edad y el sexo de cada paciente.

¿Qué avances se han realizado en el conocimiento de la enfermedad metastásica?

Recibí mi doctorado en 1984 con una investigación sobre el cáncer metastásico. Mirando desde la perspectiva que me da haber trabajado durante más de 40 años en este campo, creo que se ha avanzado mucho en el conocimiento académico, pero muy poco en el conocimiento clínico-asistencial. Hemos pasado de un conocimiento anatómico-clínico estructural sobre las metástasis a uno más funcional, centrado en cómo se regula la metástasis y qué factores la determinan a todos los niveles. Sabemos mucho sobre las células, moléculas y genes asociados con el proceso de metástasis, pero todavía muy poco sobre cómo contribuyen a la enfermedad metastásica en cada paciente. Los investigadores básicos se han esforzado por comprender etapas específicas del desarrollo metastásico y han buscado dianas moleculares, pensando que bloquear el proceso en etapas intermedias podría impedir su desarrollo final. El problema es que para realizar estas investigaciones se han utilizado modelos experimentales que recapitulan muy bien el proceso de metástasis, pero que lo sacan del contexto clínico en el que se regula y se desarrolla en cada paciente, y se ha avanzado mucho. es cierto sólo en esos modelos, pero no en el paciente.

¿Qué preguntas se hacen todavía hoy los científicos en materia de metástasis?

Lamentablemente, las preguntas son las mismas que hace 40 años. Sí, sabemos mucho sobre los mecanismos moleculares del proceso de metástasis. Pero ahora hay que proyectar este conocimiento en la realidad clínica, para entender por qué algunos pacientes sufren metástasis y otros no a pesar de tener tumores similares; por qué hay metástasis que crecen muy rápido y otras apenas crecen aunque siguen ahí; qué determina si la metástasis se produce en un órgano y no en otro; por qué hay cánceres que sólo desarrollan metástasis cuando las defensas antitumorales de nuestro sistema inmunológico están desactivadas, mientras que otros las desarrollan a pesar de tener nuestras defensas antitumorales en buen estado, o incluso las desarrollan mejor activando nuestro sistema inmunológico; y finalmente, qué aspectos de nuestro estilo de vida (dieta, aspectos psicosociales emocionales y profesionales, ejercicio, etc.) y enfermedades crónicas que padecemos influyen en la enfermedad metastásica.

¿Qué se necesita para poder responder a todas estas preguntas desde un contexto clínico?

No es fácil. Hacerlo requerirá cambios en la forma en que investigamos, financiamos la investigación y evaluamos sus resultados; pero también en el contexto organizativo y operativo para facilitar la investigación centrada en cada paciente con cáncer, y no en ratones con cáncer o líneas celulares derivadas de cáncer.

Si realmente queremos avanzar hasta el punto de poder controlar clínicamente la enfermedad metastásica de cada paciente, no queda más remedio que abandonar paulatinamente la investigación experimental, para centrarnos cada vez más en la investigación clínica y esforzarnos en implementarla en el ámbito sanitario. , nuevos análisis algorítmicos, asistidos por inteligencia artificial, que integran todos los factores prometastásicos y antimetastásicos que intervienen en cada paciente.

¿Existen ya herramientas eficaces para saber qué pacientes desarrollarán metástasis?

Desde hace 10 años, las tecnologías genómicas y transcriptómicas nos permiten perfeccionar el diagnóstico de la enfermedad metastásica. Por ejemplo, la biopsia líquida de una muestra de sangre periférica permite detectar células tumorales circulantes, mutaciones en el ADN tumoral extracelular y proteínas asociadas a metástasis, que intentan identificar enfermedades metastásicas ocultas en tiempo real y con un procedimiento mínimamente invasivo. En esta línea, hace unos años descubrimos que el hígado de pacientes con cáncer de colon expresa genes que no están en el de individuos sin cáncer, y lo que es más importante, algunos de estos genes sólo se expresan en pacientes con metástasis y ayudan su desarrollo, representando una reacción prometastásica del paciente. Algo similar ocurre en el pulmón, el cerebro y el hueso, donde las metástasis también tienden a crecer con la ayuda de cambios funcionales previos en estos órganos. Por lo tanto, además de buscar y bloquear moléculas y genes de las células metastásicas, parece que también debemos diagnosticar y tratar afecciones “pro”metastásicas que ya tenemos en algunas partes de nuestro cuerpo, o que remotamente pueden generar cánceres antes de desarrollar los suyos propios. . metástasis.

¿Cómo diagnosticamos si el paciente tiene órganos con cambios prometastásicos?

La oncología médica moderna utiliza biomarcadores moleculares y genómicos para fenotipar el cáncer de cada paciente antes de decidir su tratamiento. Poco a poco será necesario utilizar biomarcadores moleculares para diagnosticar si el paciente tiene o no órganos con cambios prometastásicos que debemos inhibir para prevenir el desarrollo de metástasis o ser más efectivo en el tratamiento. Es un enfoque más integrador para optimizar el tratamiento de la enfermedad metastásica. De esta manera, además de diagnosticar y tratar cada cáncer teniendo en cuenta su fenotipo molecular y genómico, ahora se trata de considerar al paciente, y en concreto si presenta o no cambios que faciliten la metástasis en órganos específicos de su cuerpo, pero también , si el cáncer que se está desarrollando puede tener o no un fenotipo sensible a señales moleculares provocadas por la reacción prometastásica de algún órgano del paciente.

Hay muchas oportunidades de mejora en el manejo del cáncer metastásico, y la Oncología tiene mucho que hacer en esta dirección, primero para comprender mejor la enfermedad metastásica de cada paciente, y segundo para tratarla de forma integral, teniendo en cuenta el fenotipo molecular. del paciente. cáncer, sino también cómo se regula en cada paciente por su propia respuesta fisiopatológica –a veces prometastásica– y los factores que la desencadenan.

Con los avances en salud digital que se han ido produciendo en los últimos años, ¿cómo prevé que evolucione pronto el conocimiento sobre la enfermedad metastásica?

Las tecnologías de salud digital nos están ayudando a situar el diagnóstico molecular y genómico del cáncer en el contexto patogénico y fisiopatológico de la enfermedad metastásica. Es decir, saber antes de poder detectar metástasis, cuándo, cómo y dónde se están produciendo, y cómo estamos influyendo internamente en su desarrollo o contención. Este es un tema que no se puede posponer en los tiempos que vivimos porque puede ser el preludio de nuevos enfoques preventivos y terapéuticos que eviten morir por metástasis. Se trata de invertir ahora para ahorrar más adelante y, sobre todo, eliminar el enorme sufrimiento humano que sigue provocando la enfermedad metastásica.

 
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