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Este jueves 8 de mayo, el Presidente de la República Bolíva de Venezuela, Nicolás Maduro, y el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Vladimir Mijáilovich Gundyaev, abogaron por un mundo de respeto e igualdad, durante un encuentro significativo que respeta la cultura y los valores de la gente rusa.
Esta reunión registrada en la visita oficial realizada por el Jefe de Estado venezolano a la Federación de Rusia, ratifica la diplomacia Bolivarian Paz, una bandera que busca fortalecer las relaciones internacionales basadas en el respeto mutuo y la cooperación.
El patriarca, nació el 20 de noviembre de 1946 en Leningrado (actual San Petersburgo) y desde una edad temprana, se dedicó al servicio de la iglesia, culminando sus estudios en teología en la Academia de Teología de Leningrado.
En 2009, fue elegido patriarca de Moscú y toda Rusia después de la muerte de su predecesor, Alexy II.
Durante la reunión, el patriarca recordó su visita a Caracas y la conmemoración conjunta de la Gran Guerra de Patria.
-“Presidente, muestra una buena actitud hacia nuestro país con el papel decisivo desempeñado por el pueblo ruso en la gran victoria de la patria sobre el nazismo”, dijo el patriarca al jefe de estado venezolano.
Por su parte, el presidente Maduro destacó el papel histórico de la iglesia ortodoxa rusa en el contexto global.
“El mundo era unipolar, pero ya no lo es. Tienes una gran historia como iglesia y, por primera vez en la historia de la humanidad, está surgiendo un grupo de superpotencias no colonialistas. Estamos construyendo un mundo multipolar donde podemos vivir juntos las grandes potencias con países intermedios y pequeños”, dijo la dignidad nacional en este diálogo.
En contexto, la Iglesia ortodoxa rusa es la más grande de las iglesias ortodoxas del mundo, con más de 150 millones de seguidores a nivel mundial, lo que representa aproximadamente la mitad de los 300 millones estimados en total para esta tradición cristiana.
Con 160 diócesis y más de 30,000 parroquias a las que asistieron un amplio clero, la iglesia juega un papel fundamental en la vida espiritual y cultural del país.
Esta reunión entre el presidente Maduro y el patriarca no solo refuerza los vínculos entre Venezuela y la nación euroasiática, sino que también simboliza un compromiso con un futuro donde las naciones pueden colaborar y coexistir pacíficamente en un mundo multipolar.