La situación del derecho a los alimentos en Venezuela sigue marcada por deficiencias estructurales severas, pobreza masiva, inflación persistente de alimentos y una capacidad estatal limitada para garantizar los alimentos adecuados para los alimentos.
El capítulo concluye el derecho sobre el derecho de alimentar el informe de los derechos humanos en Venezuela 2024 del Programa de Derechos Humanos de la Educación Venezolana (apropiado). El documento incluye datos correspondientes al año 2024 o el último publicado en 2023 recopilados en estudios y documentos publicados por la academia, organizaciones sindicales, sociedad civil, organizaciones internacionales y agencias de las Naciones Unidas.
El informe incluye conclusiones en varias categorías que enumeramos en formas clave y que muestran que Venezuela continúa enfrentando una grave crisis de alimentos y nutricionales que compromete los derechos fundamentales, especialmente entre los grupos más vulnerables.
● Pobreza insuficiente y salario
Según los datos recopilados por el suministro, el 86.9% de la población vive en la pobreza y el 70.6% en la pobreza extrema y el ingreso familiar promedio mensual se mantuvo en $ 169.6.
Un hecho preocupante es que el salario mínimo cubre solo el 0.5-0.6% del valor de la Family Food Basket (CAF), que promedió $ 536.10 en 2024. Además, Venezuela continúa entre los países del mundo con la mayor inflación en el precio de los alimentos.
Esto hace que 43 de la población frente a la inseguridad alimentaria sin acceso estable a alimentos de calidad suficientes y que el 46% consumen mala calidad o mal estado.
● 8 de 10 venezolanos sin acceso a la comida
Según los datos del informe, el 82.3% de la población no tiene suficiente acceso a los alimentos y el 43.3% tiene inseguridad alimentaria (32.8% moderada y 10.5% severa).
El 70.2% de los venezolanos asigna más de la mitad de sus ingresos a los alimentos. En este contexto, organizaciones como Humvenezuela informan que el 61.7% de los hogares han reducido el número de alimentos diarios y el 50.5% de medios de vida agotados para alimentarse.
● Los indicadores nutricionales no son alentadores
Aunque la desnutrición infantil muestra una ligera mejora (6.8%) permanece en los niveles de alarma.
El 10.5% de los niños tienen un tamaño bajo para su edad y el 9.3% nacen con bajo peso. La situación nutricional de las mujeres embarazadas también refleja esta crisis, ya que el 24.2% de ellas presenta anemia.
Proporciona advertencia que un déficit en tamaño “lleva al niño a una vida improductiva, debido al deterioro de sus condiciones cognitivas, que afectan el rendimiento de su escuela en la etapa temprana de su vida y su productividad laboral en la edad adulta, lo que, a su vez, afecta directamente la productividad de un país”.
En cuanto a la tasa de anemia en las mujeres en Venezuela, es más alta que la de América del Sur en siete puntos porcentuales, lo que indica “un desafío en la seguridad y la salud de los alimentos”.
La ONG señala que las causas de esta afección podrían atenuarse “con las políticas de alimentos que garantizan el acceso a alimentos nutritivos y condiciones adecuadas de higiénicos y de saneamiento”.
● Hambre crónica
El índice de prevalencia de subalimentación (IPS) en Venezuela aumentó del 7,8% (2004-2006) al 17.6% (2021-2023), el más alto en América del Sur, lo que significa que hay cinco millones de personas en el país con hambre crónica.
● Estrategias de consumo y supervivencia
El 82.3%de los hogares informan “insuficientes o muy escasos” y entre las estrategias de supervivencia que adoptan para tratar la situación son comprar alimentos más baratos (67.9%), reducir las porciones (32.8%), tener hambre (10.5%) y sacrificar alimentos de un miembro para otros (más del 60%).
El informe establece que el Clap sigue siendo una fuente de alimento importante: el 54.5% de los hogares son suministrados por esta ruta.
● Crisis de servicio público e impacto en los alimentos
Los alimentos no dependen únicamente de la disponibilidad de alimentos, sino también del medio ambiente que permite su producción, preparación, conservación e higiene. En Venezuela, el colapso progresivo de los servicios públicos (agua, electricidad, transporte, saneamiento, gas doméstico) afecta directamente el derecho a los alimentos y la nutrición adecuada.
Basado en cifras como Humvenezuela, el informe determinó que el 51% de los hogares deben comprar botellas, el 18.6% se adhiere a los disparos públicos y al 15.1% de camiones de tanques de pago para buscar el suministro de agua.
Los hogares también sufren la mala calidad del agua que reciben por tubería: con mal olor y sabor desagradable, lo que dificulta la comida segura y la higiene personal, aumentando el riesgo de enfermedades transmitidas por los alimentos contaminados, especialmente en los niños.
Con respecto al servicio eléctrico, el 60% de los hogares sufren fallas eléctricas de una manera moderada o constante, intermitencias que comprometen la cadena fría y afectan la conservación de las carnes, los lácteos y los alimentos preparados.
También afecta el uso y la funcionalidad de los electrodomésticos esenciales como refrigeradores, cocinas eléctricas o mezcladores.
El informe también menciona que las fallas de suministro de gas obligan a muchas casas a cocinar con leña o improvisar las cocinas eléctricas (cuando hay luz), lo que compromete la salud y la nutrición de las comidas.
El saneamiento e higiene es otro vínculo débil en la nutrición: aunque el 83.7% de los hogares tienen instalaciones sanitarias con PCE conectado a las alcantarillas, muchos carecen de entradas de higiene esenciales, como productos de limpieza, productos de lavado, lavado, contenedores para transportar agua o jabón para lavar los artículos de cocina. Este déficit compromete la seguridad alimentaria y favorece las enfermedades gastrointestinales, agravando la desnutrición en poblaciones vulnerables.