Te despiertas en medio de la noche, miras el reloj, te pones en la cama. ¿De nuevo? Aunque parece extraño, este patrón es más común de lo que imaginas. De hecho, lo habitual es que todos nos despertamos varias veces en medio de la noche, lo que sucede es que no siempre lo recordamos.
¿Pero cuándo es normal? ¿Y por qué sucede más a lo largo de los años? Para aclararlo, nos hemos puesto en contacto con la Dra. Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y Gerente Médica de Health de Cigna Healthcare España para decirnos qué se considera un despertar normal y cuándo es conveniente prestar atención.
Despertar durante la noche no es necesariamente una señal de que algo está mal. “En los adultos, lo habitual es despertarse después de terminar cada ciclo de sueño, lo que significa un promedio de 5 veces por noche. Sin embargo, generalmente no recordamos estos despertares ya que son muy cortos”, dice el Dr. Silva. Esto ocurre porque el sueño está organizado en ciclos, y al final de cada uno, el cerebro puede pasar por una breve fase de alerta.
A medida que envejecemos, estos despertares tienden a ser más perceptibles. “El sueño profundo disminuye con la edad, especialmente desde los 50 años”, explica el experto. Esto se debe a una transformación natural en la arquitectura del sueño: “La fase no Rem se divide en dos fases: el sueño ligero y profundo. El sueño profundo se acorta con el tiempo y la fase de sueño ligera predomina”. A esto se encuentran factores agregados como “el envejecimiento del sistema nervioso, la secreción más baja de melatonina y molestias físicas”, lo que dificulta el mantenimiento de un sueño continuo.
También es cierto que las personas mayores tienden a dormir menos horas, pero no porque necesiten menos descanso. “Con la edad, el sueño se vuelve más ligero y fragmentado, las fases profundas disminuyen y los despertares aumentan por diferentes estímulos. Además, el reloj biológico tiende a avanzar y se produce menos melatonina”, dice Silva. Como resultado, muchas personas distribuyen el resto entre la noche y las pequeñas siestas durante el día.
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Pero no solo las influencias de la edad. El estilo de vida actual también juega un papel determinante. “El estrés activa el sistema nervioso y dificulta el sueño profundo, causando vida nocturna. Y advierte sobre dispositivos electrónicos:” El uso de pantallas antes del sueño reduce la producción de melatonina, retrasa el comienzo del sueño y nos activa “.
Las consecuencias de no dormir bien pueden sentirse al día siguiente, pero también se acumulan a tiempo. “Los despertares nocturnos frecuentes no solo afectan la calidad del sueño, sino que también pueden tener un impacto negativo en la salud física y mental”, dice Silva. De hecho, “después de una mala noche podemos notar dificultades para concentrarnos, irritabilidad y falta de claridad mental”.
Según el estudio CIGNA International Health Study 2024, solo el 32% de los españoles tienen una buena calidad del sueño. Un hecho que refleja un problema importante. “Las afecciones como el síndrome de la apnea del sueño obstructivo causan microdespetas constantes debido a las interrupciones respiratorias … aumentando el riesgo de problemas cardiovasculares”, advierte el médico.
Entonces, ¿cuándo preocuparse? “Los despertares ocasionales son normales, pero si son frecuentes y afectan bien durante el día, causando fatiga, dificultades de concentración o irritabilidad, o si están acompañados de fuertes problemas o problemas respiratorios, es aconsejable consultar a un especialista”, explica el experto.
-¿Puedes hacer algo para dormir mejor?
Sí. Y las recomendaciones no varían mucho con la edad. En la infancia y la adolescencia, Silva recomienda “mantener horarios regulares, incluso los fines de semana”, evite las pantallas al menos una hora antes de acostarse y fomentar rutinas de relajación. La comida también influye: “Evite cenas demasiado copiosas y promueve la actividad física diaria, siempre que no sea solo antes de acostarse”, aconseja.
En la edad adulta, la clave está en regularidad. “Vaya a la cama y levantarse al mismo tiempo todos los días nos ayuda a sincronizar el reloj biológico. También es importante limitar el consumo de cafeína, alcohol y prácticas técnicas de relajación como respiración consciente o meditación”.
Para los ancianos, además de mantener los horarios fijos, se recomienda “evitar las siestas demasiado tiempo y reducir el consumo de líquidos antes de dormir para evitar despertar para orinar”. También es conveniente “evitar el alcohol, la cafeína y las drogas sedantes si no se les recetan”.
Dormir no es un lujo o una coincidencia: es una cuestión de hábitos y, a veces, saber cuándo pedir ayuda. Como concluye el Dr. Silva, “obtener una cantidad adecuada de sueño profundo es esencial para la recuperación física y mental”. Y eso, a cualquier edad, es una gran diferencia.

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