Hay una generación que dejó de percibir y encontrar su valor en el trabajo, en “el esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza” (RAE). Una actividad se dedica la mayor parte del tiempo es parte de la identidad. Ahora se está viviendo el trabajo y no vives para trabajar.
Aunque este cambio de visión, pensamiento o estructura social generalmente se atribuye a los millennials y los centenios, en el mundo hay más y más personas que, independientemente de la edad, se dan cuenta de la importancia de priorizarse por encima del comercio o el trabajo que se cumplirá. Sin embargo, esta transición ha desencadenado un conflicto generacional bajo la necesidad de encontrar un equilibrio o un equilibrio entre la vida profesional y personal, sin restar el compromiso o la responsabilidad.
“Podemos hablar sobre una revolución silenciosa que transforma la forma en que entendemos la realización personal y profesional. Esta revolución pone al ser humano y sus paradigmas tradicionales y bien desafiantes y promoviendo una cultura donde el trabajo es un componente más de una vida plena y significativa”, dice Giuliana Las Carro, entrenador de empleos y psicólogos especialistas en el manejo de talentos humanos.
¿Cuántos abuelos o padres no se arrepenten del tiempo dedicado al trabajo y no a su familia o salud? El equilibrio no es sinónimo de falta de compromiso; Es el entendimiento de que la vida es un concepto mucho más amplio, abstracto y evolutivo, que tiene como eje central la calidad humana.
¿Es posible encontrar el equilibrio entre el trabajo y la vida?
“Las generaciones más jóvenes han crecido en un contexto de transformación permanente: desde las crisis económicas tecnológicas y globales y un mayor acceso a la información. Se observa una creciente necesidad de auto -rerealización, autonomía y equilibrio, lo que les hace priorizar su bienestar emocional y personal. el experto.
La hiperproductividad ya no se valora, lo que generalmente se asocia con frustración y desmotivación; En cambio, se buscan alternativas que respeten una visión integral de la vida. Se prefieren entornos de trabajo que promueven la innovación, la participación activa y el respeto por los ritmos personales. “Más que rechazar el valor del trabajo, las nuevas generaciones están redefiniendo sus condiciones, su propósito y su lugar en la vida. Surge una ética basada en el equilibrio, la flexibilidad, la responsabilidad social y la autenticidad”.
-La democratización de las oportunidades educativas ha promovido una visión del trabajo como un medio y no como un fin. “
Giuliana Lascarro.
Para los millennials y los centenios, el éxito personal no se mide en logros materiales o promociones corporativas, sino que se entiende como la posibilidad de vivir de acuerdo con sus propios valores. La autenticidad, el bien integral, la libertad personal, el desarrollo de sus propias pasiones e intereses y la búsqueda de fines han sido importantes. “Es un éxito más holístico y personalizado, donde el pozo tiene un papel central”.

Estas generaciones priorizan el significado del trabajo por encima de la obligación de trabajar y valorar el impacto que las actividades laborales tienen en su vida personal y comunitaria.
“La salud mental ocupa un lugar central en las prioridades de las nuevas generaciones. La conciencia sobre el impacto negativo del estrés crónico, el agotamiento y los días laborales excesivos han llevado a muchos jóvenes a establecer límites claros y comprender que el trabajo no debe comprometer su calidad de vida o su equilibrio emocional”.
“Lo que representa una oportunidad para vivir más equilibrados, priorizar la salud mental y el bien integral.