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Cómo no sentirse culpable por los libros no leídos -.

Cómo no sentirse culpable por los libros no leídos -.
Cómo no sentirse culpable por los libros no leídos -.

Los vergonzosos baches literarios de los cuales muchos de nosotros ya sufrimos duelen el amor de la intimidad, o para hablar no hay más remedio que exponerlos en público y ser irremediablemente evidenciados. La figura de la que puede orientar muy orondo que, por supuesto, lea esto o ese libro, se agigó directamente proporcional a la reducción de la que no lo leyó. Aquellos que están desaparecidos, pequeños y silenciosos, asisten a esas escenas sin siquiera poder balbucear una excusa que funcione como paliativa de su ignorancia.

De esas experiencias traumáticas, fui especialmente grabado en llamas que tuve que presenciar, hace años, protagonizada por una mujer e imponente que se dedicó a un valiente asentamiento con un escritor que prometió en ese momento convertirse en una referencia de las letras argentinas, si no en todo el mundo. Tal era el ego del caballero que ya parecía estar obligando al discurso que algún día pronunciaría en Estocolmo. La novela en cuestión fue Adam Buenosayrespor Leopoldo Marechal. Y entre ellos comenzó un duelo intelectual, no me faltaba seducción, sobre la voz narrativa, el personaje principal, la estructura de la novela y la posibilidad de establecer puntos de contacto entre el texto de Marechal y el Ulisesde Joyce, ahí OdiseaHomero. Cuando concluyó la afrenta, ya era el Kafkiano Gregorio Samsa.

Años más tarde, me enamoré de Adam Buenosayres. El incipiente papa de las letras generó solo un par de novelas que pasaron con más dolor que gloria. Y la abrumadora mujer se convirtió en una de mis mejores amigas. Un día, al recordar esa escena y decirle cómo me había sentido disminuido a su sabiduría, lanzó una risa atronadora y con absoluta confianza en sí mismo confesó que Adam Buenosayres Nunca lo había leído en su vida. Además, antes de mi estupor, admitió que, no importa cuánto haya intentado repetidamente, nunca había entendido.

Rescatar a aquellos que carecen de temperamento para admitir sin turnos o grifos que no conocemos el libro que se habla, Pierre Bayard, en su Cómo hablar de libros que no se han leídoProporciona soluciones prácticas para lidiar con estas situaciones vergonzosas. En primer lugar, proclama que no es necesario “saber de qué estamos hablando para hacerlo con justicia”. Y luego proporciona dos estrategias sobre cómo navegar por un libro que no podemos o no queremos leer para comentarlo. El primero es hacer un aspecto lineal: comienza al principio y primero omite las oraciones, luego los párrafos y finalmente las páginas hasta llegar al final. El es un aspecto circular, que consiste en caminar por el trabajo a veces incluso comenzando en el final. Para aquellos que no están dispuestos a tomar este trabajo, le ofrece otra solución menos engorrosa: lea o escuche lo que se dice sobre el texto y con ese equipaje una propia opinión que luego es defendida por Cape y Sword cuando se usa en las ocasiones en que se requiere.

Sin lugar a dudas, habrá quienes cuestionarán la honorabilidad de estas propuestas. También habrá algunos que, cuando lean el libro de Bayard, se entenderán antes de su teorización sobre la no lectura y su consejo para evitar bebidas amargas. Más allá de los acuerdos y disidentes, tal vez se puede lograr un punto de coinidencia con respecto al postulado principal que atraviesa todo su ensayo: la necesidad imperativa de desterrar toda la culpa o la vergüenza de resumir por no haber leído un texto, merecidamente o no, planteado. Este mismo postulado también puede servir para canjear aquellos libros que se desprecian por su pequeño valor literario. Estos lectores a menudo deben sufrir comentarios negativos de los críticos y también de escritores que, por envidia simple y plana, no toleran que sus obras de arte elogiadas en suplementos literarios por sus vender cien copias de alta calidad, mientras que lo que consideran ilegible por banal o zonzo se venden como pan caliente y se destaca en la lista de los mejores vendedores durante largas semanas en las que estas popas son de las cartas de las letras de las letras de las letras es.


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