En 1993, en una exposición de los beneficiarios con la beca de los jóvenes creadores de Fonca, la artista rusoméxica Iulia Akhmadeeva (Krasnodar, 1971) vio un ejemplo de arte gráfico contemporáneo mexicano que no conocía en su etapa estudiantil en la antigua sindicato de la república socialista de Soviet (USSR). Allí, más bien, había estudiado el popular taller de gráficos, que, aunque “extraordinario”, es un trabajo con “apoyo social”, como las artes plásticas oficiales en su país natal, que la joven estudió en los años 80 y 90 del siglo pasado.
Esa muestra lo sorprendió “la facilidad de experimentar, romper y extender las fronteras” con fines estéticos. Era algo que notó “mucho más en el gráfico que en la pintura y la escultura”, que parecía “más artes atrasadas con respecto a su desarrollo. Me gustó mucho esto desde aquí. Dije: ‘Debo estar aquí, aprender y hacer algo”.
Territorios alterados Es la primera exposición individual de Akhmadeva en un museo en la Ciudad de México. Reúne la producción de dos trabajos lustra que cubre 43 piezas, desde la litografía de la serie gráfica, siligrafía, colotipia y algiagraph y notas, hasta ediciones de artista, arte-objeto, collage y la cerámica a alta temperatura intervino, un nuevo aspecto de su producción. En ellos, el expositor reflexiona sobre problemas como la memoria, la familia, la migración, la identidad y la transformación de los espacios que están habitados.
Con tres décadas en México, Akhmadeva afirma que “todos somos migrantes”, una afirmación que lidera la exposición. “En el curso de la vida nos movemos de un lado a otro. Aparte de algunas pertenencias, llevamos nuestras memorias, en nuestra mente, como recuerdos simbólicos y nostálgicos, y en objetos como fotografías familiares, archivos o letras, porque eso nos define, y nos cuenta sobre nuestros antepasados, dónde vieron, qué hicieron, cómo eran sus vidas”.
Akhmadeeva nació en el sur, “Entre Georgia y Ucrania”, de un país, como generalmente dice, que ya no hay: la URSS. En su familia, las mujeres predominaban, ya que no recuerda la presencia de hombres. Escuchando los cuentos de la abuela materna sobre la guerra, en la que lucharon sus dos abuelos, alimentó su trabajo gráfico.
A los 18 años fue a Moscú para estudiar en la Academia Estatal de Artes Plasticales de Rusia, en el Instituto VI Surikov, especializado en arte gráfico y caballete. Allí conoció a su esposo mexicano, con quien se casó en 1993. Su hija nació en México en 1994. Un año después de enseñar clases de dibujo en la Universidad Ibero -Americana, el expositor contempló ocupar temas en la facultad popular de bellas artes de la Universidad de Michoacana de San Nicolá de Hidalgo, en Morelia, donde ha resultado en 23 años.
Según Akhmadeva, el arte gráfico en México continúa en movimiento, tanto en su faceta “urbana” como en la expansión de sus conceptos y experimentación con apoyos. Está interesado en probar nuevas tecnologías, como “corte con láser e impresión de tercera dimensión”, sin dejar atrás el problema de la memoria, el suyo y el de los demás.
“Actualmente trabajo con migrantes mexicanos. Este problema estaba en mis planes antes de que Trump declarara las deportaciones masivas de los migrantes mexicanos. Es decir, conecte la memoria de mis experiencias con la de otras personas para interpretar y hacerlas visibles llevándolas al público y a los espacios del museo”.
La muestra incluye una pieza muy particular a través del ensamblaje en el objeto Art que también se reproduce gráficamente. Contenía memoria II Incluye un pequeño vestido hecho con una tela de terciopelo que su abuelo paterno trajo de Checoslovaquia en 1945, y su abuela de Ucrania le dio al artista el día de su boda. En 1999, su madre lo convirtió en un vestido para la hija mayor de Akhmadeeva. Se complementa con un cuello de crochet intervino con retratos familiares en litografía, hechos por su abuela, especialmente para Ioulia, niña y las palomas de la paz en el origami y el papel de cerámica.
Según el artista, el gráfico es lo que responde más rápido a “los procesos que vivimos socialmente, duelos pasados y presentes”.
Territorios alterados. Iulia akhmadeva Permanecerá hasta el 6 de julio en el Museo Nacional del Sello (Hidalgo 39, Plaza de la Santa Veracruz, Centro).