Cine de terror | EL PAÍS América Colombia – .

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Hablemos de cine. De películas de terror. Las películas de este género son efectivas siempre que mantengan al espectador clavado en la silla, gracias a una montaña rusa de sobresaltos. Se consigue de muchas maneras: una madre que da a luz al hijo de Satán, una criatura extraterrestre que devora a la tripulación de una nave espacial, una niña poseída por un espíritu maligno, un enorme tiburón que se alimenta de los bañistas, una sociedad que dedica una noche a asesinar a cualquiera que ande por las calles o a un presidente que se especializa en hacer que la gente se odie.

Muchas películas de terror requieren litros de sangre artificial porque, por alguna extraña razón, la sangre, que es la encargada de propagar el virus de la vida por todo el cuerpo (y, un día, por el cosmos), nos asusta. Otros, como el bebe de romero (el título elegido en España es mejor: La semilla del diablo), mantenga la pantalla aséptica durante dos horas. En este caso concreto, más terrorífico que la película, es su director, Roman Polanski, acusado de abusos que le obligan a evitar pisar suelo americano y que, como en otra de sus obras, le provocan Repulsión. A veces los directores dan más miedo que su puesta en escena.

El guión es fundamental, sobre todo si se trata de una trama que no depende necesariamente de las vísceras y entrañas esparcidas por todos lados. Cada palabra es, entonces, clave para provocar el efecto deseado entre los asistentes al teatro. Frases como “no he hablado de una asamblea constituyente para cambiar la Constitución de 1991”, “pertenezco a la izquierda del siglo XXI”, “recibo dinero de los compradores de votos, pero voto por Petro y el Pacto”, “aquí estamos”. He visto una prensa que odia a su vicepresidenta por su color de piel” o “el pueblo defenderá la democracia si hay un golpe suave”, funcionan muy bien. Te dejan frío.

Uno de los protagonistas del terror más atrapante de los últimos tiempos es Negan Smith, sacado directamente del cómic original los muertos vivientes (En Colombia, El pene andante) e interpretado en pantalla por el actor Jeffrey Dean Morgan. Los expertos describen a Negan como alguien que tiene una personalidad retorcida y excéntrica, cuya capacidad de amar puede convertirse en algo terrible.

Este tipo de personajes suelen ser magnéticos, creando una atracción de la que ni siquiera quienes los conocen y los temen pueden escapar. No es nada extraño que, en una película protagonizada por alguien de tales condiciones, alguien acabe escribiéndole, con una mezcla de admiración y decepción, cosas como “un déspota de izquierdas, por ser de izquierdas, sigue siendo un déspota”. . La democracia no es sólo un ideal, sino que implica prácticas de respeto y solidaridad, especialmente cuando se trata del uso del poder al servicio de la transformación social”.

El terror, en última instancia, es una cuestión de perspectiva. Si usted es un congresista venal, no tendrá miedo de tomar decisiones probablemente aterradoras para quienes tienen que reclamar medicamentos de los que depende su vida o la de su familia.

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Si llevas décadas burlándote de la arquitectura jurídica del Estado, a diferencia de quienes defienden la institucionalidad, frases como “sin contenido no hay forma, pero las formas existen, evolucionan y actúan sobre el contenido” nunca te molestarán.

Si siempre te has visto obstaculizado por la fuerza pública, entiendes a quienes se encuentran en situación de ilegalidad y, por tanto, ignoras el malestar en el que viven millones de personas que ven diariamente avances en el poder de la delincuencia en sus regiones.

Si consideras que la única verdad es la tuya, seguramente no mides el pánico que se genera en muchos sectores al ver cómo se ataca a quienes se atreven a denunciar o dar una opinión que se desvía de tu “evangelio”.

La verdad es que muchas personas, y con razón, odian las películas de terror porque no encuentran ningún placer en verlas. La solución es sencilla: elegir otro género audiovisual para escapar de la preocupación. Por ejemplo, un buen documental, aunque hoy en día el de moda no sea más que una pieza soporífera de terror publicitario político.

Es mejor no evitar las películas de terror y aprender a apreciarlas. Comience con un clásico ligero. recomiendo La profecía: el conflicto finaldonde Damien, interpretado por el actor Sam Neill, prepara todo para convertirse en presidente.

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