Canal Clave (y su música) requieren mayor finura y distinción – .

Canal Clave (y su música) requieren mayor finura y distinción – .
Canal Clave (y su música) requieren mayor finura y distinción – .

En un texto anterior para ese sitio, titulado “Nostalgia abusiva por las décadas prodigiosas”, dedicó algunos toques críticos a Canal Clave que provocaron quizás una justa protesta por parte de varios lectores y foristas. En ese momento aseguró que “los programadores, por ejemplo de Canal Clave, muchas veces olvidan que su espacio convive con otros demasiado parecidos de otros canales (…) Lo hippie cualquiera música retro Pueden tener, y en ocasiones tienen, un perfil y un sonido demasiado cercano no sólo al de Nochepero también que muchas veces coinciden con otros programas de Clave”.

Como aquel texto recurría al concepto del resumen apretado, tan válido como cualquier otra estructura periodística, pero tendiendo a una generalización a veces injusta, y Canal Clave, por su extrema importancia en el panorama cultural de la nación, merece mayor detalle, ya que Me dedico ahora a un análisis que intento describir otros detalles. Como el crítico no tiene todo el tiempo del mundo para ver toda la televisión que debería, me detuve en la franja del domingo por la tarde, y tuve la suerte de ver varios programas completos.

Música y telenovela Se dedicó no sólo a resaltar la música de Sol de Batey sino también la obra de su autor Guido López Gavilán. Lo mejor: que no se trataba simplemente de revisar, como sucede a veces, fragmentos seleccionados al azar de un drama conocido, sino que demarcaban la intención puramente musical de los clips, y estos iban acompañados de comentarios ilustrativos, con el nivel teórico apropiado para un programa de televisión dominical, y las perspicaces observaciones no sólo abordaron la música y su calidad, sino también la dramaturgia de la serie y la forma en que se concatenaban melodías y personajes, música y representación televisiva. Fue bueno verlo, y ojalá el espacio insista en lo nuestro, sin chauvinismos inadecuados lo digo y mucho menos propongo la exclusión de valores ajenos, sino la promoción de la música de Anatomia de Graysólo por citar un ejemplo aleatorio, se puede encontrar en cualquier lugar, a sólo cuatro clics de distancia en Google.

Una confusión de conceptos parece impulsar la selección de números e intérpretes en “The Hippie Thing”. Hippismo y rock and roll no son lo mismo, y basta recurrir a ese recurso informativo demasiado recurrente en buena parte de los textos que acompañan la música de Canal Clave para descubrir que el hippismo era “un movimiento contracultural, libertario”. y movimiento pacifista”. , nacido en los años 1960 en Estados Unidos. (…) Los hippies escuchaban rock psicodélico, groove y folk antisistema, abrazaban la revolución sexual y creían en el amor libre. (…) Por su rechazo al consumismo, solían optar por la sencillez voluntaria, ya fuera por motivaciones espiritual-religiosas, artísticas, políticas y medioambientales”

Dado el marco de referencia que impone el propio nombre del programa, poco tienen que ver con el blues y el rock and roll de los años cincuenta, anteriores al movimiento, al estilo de Little Richard, Elvis Presley o Chuck Berry. Todos estos, incluidos en el programa, triunfaron una década antes, y programarlos en un espacio llamado así se llama, sólo desinforma y distorsiona la Historia musical de Estados Unidos, y también la otra Historia, con H mayúscula. Los artistas elegidos para el programa que vi sólo tenían contactos evidentes con el momento hippie de Iron Maiden, porque también se incluyó un largo momento en presencia del reggae jamaicano.

Y no es que el rock and roll, el blues o el reggae carezcan de vasos comunicantes con los géneros que acompañaron principalmente al hippie (rock psicodélico, groove y folk rebelde, según nuestra santa Wikipedia, patrona de casi todos los programas musicales con intérpretes extranjeros), pero sería necesario reducir la ración de datos inútiles y prestar más atención a estas concomitancias y proximidades, si queremos realizar un programa con verdadera intención cultural. Y si no quieres abrir tanto el espectro, entonces quédate en la órbita marcada por The Beatles, Rolling Stones, Pink Floyd, Janis Joplin, The Who, The Beach Boys, Jefferson Starplane, Santana, The Mamas and The Papas. , y mucho más. otros con repertorios, vídeos y documentales tan abundantes como para alimentar cientos de ediciones de un programa llamado “La Cosa Hippie”.

A “La cosa hippie” le pasa lo mismo que a “Nocturno” del Canal Educativo, que aparentemente carece de la suficiente fe en los valores musicales de los años 60 y 70 y los extiende a los años 80 y 90. No es que alguien vaya a rasgarse las vestiduras por la imprecisión epocal de programadores, directores y asesores, pero si, por ejemplo, se anuncia, con subtítulos, que se va a dedicar un segmento a épocas anteriores o posteriores, y Se colocan dos, tres o cuatro números de esas décadas, siempre en el espíritu que propone el programa, nadie tendría nada que objetar. El problema es cuando Elvis Presley precede a Bob Dylan porque son artistas esencialmente antinómicos, y no deberían programarse juntos y mucho menos apelar a un concepto de variedad amorfa y desmotivadora. Puedes poner ambos si el programa trata sobre música rock estadounidense, pero entonces se requiere un cambio de nombre para el espacio.

Entre un programa y otro, siempre hablando de la programación vespertina y dominical de Canal Clave, pude ver varios “telones musicales”. contigo en la distanciacantada por Cristina Aguilera, y Quizás quizás quizás, dirigida por Omara Portuondo a dúo con Ibrahim Ferrer. Obligados por las prisas, supongo, y por la necesidad de dar información en apenas unos segundos, no sólo se basan en Wikipedia, sino también en unas breves líneas, insuficientes para tener una idea, al menos mínima, de quién César Portillo de la Luz y Osvaldo Farrés, los autores de las dos hermosas canciones. Además, entre los cientos de versiones de contigo en la distancia, buena parte de ellos aportados por enormes intérpretes cubanos, no sé el motivo para insistir en la incomprensión de tantos jóvenes que sólo conocen la versión de Aguilera. Aquí se impuso un comentario que brilló por su ausencia, aclarando que esta interpretación, tan “pop” y personal, llegaba al final de una larga fila de grandes intérpretes, cubanos y extranjeros, que supieron convertirla en una de las canciones cubanas más populares de todas. los tiempos. Nada que objetar Quizás quizás quizásen la versión de Omara, porque también estoy seguro que ya han programado otras, y en el futuro aparecerán muchas más, ojalá mejor aderezadas con información sobre los autores, porque presumo que estos telones pretenden defender la grandeza de la canción cubana, y Una de las formas más válidas pasa por dar a conocer la obra y los valores de los compositores.

Un espacio que me sentí dominado por la locura de la repetición fue banda sonora, o Original Soundtrack, que en esta ocasión estuvo dedicada al británico John Barry, uno de los compositores de música de cine más importantes. Pero nunca pude entender las intenciones detrás de la selección: había fragmentos muy largos e incluso molestos de zulúuna de las películas menos importantes de la extensa filmografía de un compositor ganador del Oscar, por Nacido libre, Recuerdos de África y bailar con lobosy aunque estos tres fueron recreados en el programa, el guion nunca se propuso hilar, comentar o clasificar la enorme producción ya sea según los Premios de la Academia (que sería un criterio frívolo pero al menos sería un criterio) ni según con ningún otro razonamiento discernible.

Además, no sé qué sentido tiene ofrecernos, primero, la música acompañada de las imágenes de la película, y luego someter al espectador a una dosis extra de aburrimiento cuando la misma música que acaba de escuchar interpretada por Se toca una orquesta en vivo. . O lo uno o lo otro, y por supuesto entre tanto tiempo perdido en repeticiones o dispersiones, apenas había espacio para disfrutar de la bella música de Dile la hora de volver o de chaplin (ambos mencionados brevemente) sin tener en cuenta que se saltaron por completo algunas de las buenas canciones que Barry escribió para películas de la saga de James Bond. Por supuesto que había que elegir, y esta vez había que perder ante ciertas melodías inolvidables creadas por John Barry, mientras se repetía superfluamente que él también es el compositor de insignificantes como Pato Howard y El especialista.

La programación de Canal Clave ha mejorado mucho en intención cultural y profundidad artística. Ahora se trata de seguir perfilando, en términos de finura y distinción, todos y cada uno de los espacios, desde los telones de 5 minutos hasta los estelares de una hora, el fin de semana.

 
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