La economía mundial, a la espera de la primavera / Análisis de Ricardo Ávila – .

La economía mundial, a la espera de la primavera / Análisis de Ricardo Ávila – .
La economía mundial, a la espera de la primavera / Análisis de Ricardo Ávila – .

Hubo un momento en el que las dos fechas encajaban a la perfección. Justo cuando el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) estaban celebrando
sus reuniones de primavera en Washington, solían florecer los cerezos, que son, al mismo tiempo, un símbolo y una importante atracción turística en la capital estadounidense.

Pero esta vez, los representantes de los 190 países que integran ambos organismos multilaterales llegaron mucho más tarde. En nombre de la
Debido al calentamiento global, que hace que los árboles salgan antes de su letargo invernal en el hemisferio norte, el fenómeno ocurrió hace un mes, la segunda fecha más temprana en
Más de un siglo de registros.

Quizás por eso, los cientos de asistentes que mueven los hilos de la economía (ministros de finanzas y banqueros centrales, sobre todo) se dedicaron sobre todo a la rutina: reuniones a puerta cerrada, seminarios técnicos y plenos en los que repasaron la marcha de el planeta. Uno que otro aprovechó la oportunidad para hacer pedidos individuales, como terminaría siendo el caso de Colombia..

Antes de entrar en materia, cabe subrayar que el informe general fue positivo. Al contrario de quienes hace un año vieron una recesión inevitable debido a las tasas de interés que subieron para frenar la inflación, las cosas avanzaron.

“El crecimiento del empleo y de los ingresos se mantuvo constante”, señaló el FMI en su informe. Para la entidad, lo observado hasta el momento se califica como “resiliencia económica inesperada”. En concreto, la expansión de la producción mundial sería,
para este y el próximo año, lo mismo que 2023: 3,2 por ciento
.

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A primera vista, la estabilidad de las cifras sugiere que el futuro está claro. No sólo se evitó lo que podría haber sido una crisis profunda, sino que ahora se proyecta una especie de velocidad de crucero que algunos encontrarán aceptable.

Sin embargo, una mirada más cercana muestra que el ritmo esperado está lejos de ser ideal. De hecho, la previsión sobre la expansión de la actividad productiva en los próximos cinco años es la más baja de las últimas décadas.

“El ritmo de convergencia hacia niveles de vida más altos para los países de ingresos bajos y medios se ha desacelerado, por lo que persisten las disparidades globales”, enfatiza el Fondo.

miradas oscuras

Y esa visión excluye escenarios pesimistas. No es exagerado decir que la situación se ha visto ensombrecida por las hostilidades entre Irán e Israel, que se atacan directamente entre sí.

Más allá de que las armas utilizadas en los últimos días podrían haber sido mucho más letales y destructivas, lo ocurrido aumenta la tensión en Medio Oriente. Una posible guerra comprometería el suministro de una quinta parte del suministro de petróleo del planeta, al bloquear el paso de barcos por el Estrecho de Ormuz.

Si los envíos de petróleo crudo se suspendieran repentinamente, los precios de los hidrocarburos se dispararían a la estratosfera. Sólo con lo visto hasta ahora, el barril de crudo superó los 90 dólares en los últimos días,
15 más que el pasado diciembre.

De ahí surgirían numerosos males. Además de que el coste de la energía aumentaría bruscamente, se produciría una espiral inflacionaria que traería oleadas de descontento y consecuencias políticas. Por eso Joe Biden
–que lucha por su reelección– fue el primero en intentar enfriar las cosas para evitar una escalada.

Incluso si lo logra, no hay duda de que la cuestión de la geopolítica seguirá siendo la gran nube en el horizonte. Aunque se hayan restablecido los canales de comunicación, las rivalidades entre Estados Unidos y China siguen en la agenda, mientras la guerra en Ucrania pretende prolongarse durante años.

Por si lo anterior fuera poco, el probable regreso de Donald Trump a la Casa Blanca complica todas las cuentas. Tanto su actitud aislacionista como el anuncio de que aumentaría sustancialmente los aranceles pagados a los productos chinos hacen pensar en la formación de bloques cada vez más cerrados.

De hecho, persiste la preocupación por las medidas proteccionistas, adoptadas principalmente por los países ricos para ser autosuficientes en microprocesadores, paneles solares o baterías para coches eléctricos, entre otros segmentos considerados estratégicos. Para el FMI, la política industrial ha vuelto y abarca desde restricciones al libre comercio hasta subsidios directos, con los peligros conocidos de una mala asignación de recursos y corrupción.

Otro motivo de preocupación es el enorme desequilibrio fiscal estadounidense, que se resume en algo sin precedentes: por primera vez en la historia de esa nación, en 2024 el servicio de la deuda pública se comerá la mayor porción del presupuesto federal, por encima de los de defensa o gastos de salud. A menos que haya consenso sobre la reducción de ese saldo rojo, el temor de que Llega el día en que los inversores deciden no comprar los bonos emitidos por el Tío Sam y se hace más fuerte.

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Mientras se aclara este misterio, quienes están más preocupados por el corto plazo ven retroceder la posibilidad de que el Banco de la Reserva Federal en Washington reduzca sus tipos de interés. Hace unos meses, los más entusiastas pensaban que se producirían seis bajadas de tipos sucesivas. Ahora, hay quienes incluso hablan de un aumento porque la inflación no está ni cerca de la senda deseada y los consumidores no han reducido sus compras.

El probable regreso de Donald Trump a la Casa Blanca complica todas las cuentas.

Foto:imágenes falsas

Carrera de obstáculos

Todo lo anterior debería preocupar a América Latina, cuyas perspectivas bien podrían calificarse de mediocres. Si bien es cierto que la región logró, salvo contadas excepciones, frenar el desabastecimiento, su crecimiento en 2024 apenas alcanzaría el 2 por ciento, según el FMI.

Por su parte, el Banco Mundial sostiene que el comportamiento de las economías del área es “anémico”, lo que refleja problemas estructurales de larga data. Parte del problema es que el rLas reformas que tenían que ver con infraestructura, educación, regulación y política de competencia quedaron, en el mejor de los casos, a medio terminar..

Esta entidad agrega que, lejos de disminuir, los desafíos serán mayores. En primer lugar, “una fuerza laboral que envejece plantea desafíos adicionales para el crecimiento, la estabilidad fiscal y los hogares”.

En segundo lugar, “la violencia en la región, que ya es la más alta del mundo, se ha vuelto más grave y generalizada, aterrorizando a los ciudadanos y comprometiendo el progreso en la atracción de inversiones”, sostiene un informe que acaba de publicarse. la luz.

Entre las soluciones propuestas, el informe en cuestión plantea la cuestión de si la competencia es el ingrediente que falta para que las cosas vayan mejor. Pero la pregunta subyacente es si el entorno actual es propicio para adoptar remedios controvertidos, en medio de complejas realidades sociales y políticas, y precisamente cuando los populistas –ya sean de izquierda o de derecha– todavía dominan el juego.

Encontrar la respuesta llevará tiempo. Lo que se puede afirmar por ahora es que varias capitales se encuentran muy alejadas entre sí, por lo que la esperanza de encontrar un lenguaje común entre los líderes latinoamericanos es infundada. Soñar con una mayor integración es ilusorio cuando algunos presidentes intercambian agravios en las redes sociales y la diplomacia está de capa caída.

En consecuencia, cada uno tiende a seguir su propio camino, sin esperar mucho del prójimo. Esto sin duda constituye una carga adicional en una parte del mundo que, si bien no experimenta las dificultades observadas en otras latitudes, tiene muchas cuestiones pendientes y es especialmente vulnerable a los embates del cambio climático.

Por ahora, la migración ha servido como válvula de escape para las aspiraciones de muchos que quieren una vida mejor, pero no es la solución correcta a tantas carencias. Los que se quedan exigen con razón que hay empleo, seguridad y servicios públicos esenciales, algo que requiere mantener la casa en orden y hacer las cosas bien para que los deseos no se conviertan en frustraciones.

al tablero

Es de esperar que los funcionarios que encabezaron la delegación del Gobierno a Washington hayan comprendido algo de este tenor. La razón es que Colombia dio un paso en falso en la capital estadounidense, por pedido expreso del Presidente de la República a su Ministro de Hacienda, en el sentido de buscar la reprogramación de un préstamo otorgado por el Fondo Monetario Internacional en plena pandemia. , que deberá pagarse entre este y el próximo año.

Más allá de que los técnicos de la institución señalaron que el pedido era improcedente, se puso en riesgo la renovación de la línea de crédito flexible de donde provinieron los recursos en cuestión y a la que muy pocas naciones califican. Tener acceso a dinero cuyo costo es muy bajo y que serviría para apuntalar las cuentas externas a cargo del Banco de la República es clave, pero más aún es la señal de que hay confianza en la política económica del país.

Tras la visita anual que realizó el equipo de expertos de la organización hace unas semanas, a finales de marzo se difundió un completo informe en el que se reconocen fortalezas y debilidades. Cualquier lector atento encontrará que hay preocupación por las cuentas públicas, incluso si se reconoce la insistencia de las autoridades colombianas en que se respetará la regla fiscal, que fija el límite del saldo rojo que pueden mostrar las finanzas públicas.

Además, el FMI enfatiza que, en caso de que los ingresos del Estado sean insuficientes, será necesario comenzar a identificar dónde se recortan los gastos. Dado el comportamiento de las recaudaciones de la Dian, sacar las tijeras terminará siendo urgente para evitar abrir una caja de Pandora cuyas consecuencias no serían buenas si el déficit se sale de control.

Es cierto que, por ahora, los inversores externos parecen estar tranquilos y el dólar se mantiene tranquilo. Si bien ha subido unos 200 pesos respecto a sus mínimos recientes, está por debajo del nivel simbólico de los 4.000 pesos, como lo muestra la tasa representativa del mercado que regirá mañana.

Sin embargo, los indicadores de riesgo muestran un aumento, al igual que el rendimiento de los títulos de deuda pública colombiana. Tales movimientos sugieren que hay corrientes debajo de la superficie a las que se debe prestar atención.

Si lo anterior se combina con el malestar político, la aprobación de reformas en el Congreso, el torrente de propuestas presidenciales de la más diversa índole y las señales provenientes de la calle, aumenta la probabilidad de que los próximos meses sean desafiantes. Uno de los principales desafíos es lograr que la economía no sufra más y logre crecer algo. más del uno por ciento este año, como dicen tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario.

La consecución del objetivo planteado difícilmente dará motivos para celebrar, ya que esta cifra está lejos de los promedios históricos. Por eso es tan importante que se den mensajes que consigan una mejora sustancial de la inversión productiva, algo que sólo se conseguirá si el sector privado y los hogares recuperan la confianza.

De lo contrario, como los cerezos de Washington, la economía tardará en florecer. Porque hace falta mucho más que un cambio de estación para que el país sienta que ha llegado la primavera.

RICARDO ÁVILA
ANALISTA SUPERIOR
TIEMPO ESPECIAL
@ravilapinto

 
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