Paul McCartney en Lima | Un ícono en bicicleta: el eterno Beatle que un día dejó de ser un extraterrestre en la capital del Perú

Paul McCartney en Lima | Un ícono en bicicleta: el eterno Beatle que un día dejó de ser un extraterrestre en la capital del Perú
Paul McCartney en Lima | Un ícono en bicicleta: el eterno Beatle que un día dejó de ser un extraterrestre en la capital del Perú

Pablo MCCARTNEY Es una especie de platillo volante en Lima. Ha estado dos veces después de medio siglo esperándolo. Primero en 2011 y luego hace una década, cuando en 2014 aterrizó literalmente en nuestra capital escoltado por un equipo de trescientas personas y cien toneladas de tecnología, para distorsionar con su presencia la normalidad y la rutina de una ciudad que, como en más De las setenta veces que ha puesto un pie en Sudamérica con su música, se entrega sin contemplaciones al impresionante repertorio del que sólo una leyenda con mayúsculas puede presumir.

Se trata de Sir John, junto a Ringo Starr, superviviente de la banda. El Beatles.

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A Paul McCartney alguna vez lo llamaron nerd de los deportes. Las pocas actividades físicas que practica no necesariamente están sincronizadas con el fervor del fandom por ciertos colores, sino más bien por las viejas costumbres y tradiciones familiares que lo transportan a 20 Forthlin Road, su lugar en el mundo durante su infancia y los inicios de su aventura musical junto a John Lennon. Se convirtió así en seguidor del Everton, pero finalmente no tuvo problemas en revelar su afecto por el Liverpool. Sir Jhon sabe que tiene licencia para mirar al mundo por encima del hombro y, por tanto, absuelto de las críticas por esa extraña propiedad de ser considerado no un ser mitológico, sino mítico. ¿O alguien juzgaría a Messi por beber Coca Cola y no Pepsi?

Las zonas y precios de las entradas para el concierto de Paul McCartney. (Foto: Teleticket)

La dieta y el grito

Con casi 82 ​​años, el ex El Beatles Disfruta del brillo de sus días entre el secretismo de la vida cotidiana y la aceptación pública de que protagoniza todos los papeles de un divo. Las fotos para redes lo persiguen, entre otras cosas, por sus excentricidades. Quizás por eso no sorprende que para su última visita a Lima, en 2014, los responsables de organizar el concierto celebrado en el tradicional Estadio Nacional, tuvieran que asegurar un menú de 400 platos basado en una dieta vegetariana. Y lo más curioso: nadie, pero nadie se sorprendió ante la exquisita exigencia entonces, como tampoco lo fue en cada uno de los dos recitales que el también escritor, pintor y actor británico brindó en el abarrotado escenario del Cercado de Lima. . .

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Los días de Sir John Paul McCartney en Lima no han sido muchos, pero fueron suficientes para establecer una especie de biblioteca imaginaria en la que es posible recapitular anécdotas y detalles impropios de cualquier mortal. El primero de ellos ocurrió en su primera visita, allá por 2011, cuando dos años después de un sinfín de rumores, finalmente se confirmó la llegada del músico en un concierto que se realizaría en el Estadio Monumental por un total de tres horas y frente a 45 mil. gente.

Aquella calurosa noche de mayo no llegaría al éxtasis al ritmo del clásico”Hola Judas”, pero instantes después, cuando Paul McCartney hace un mínimo espectáculo de striptease con el que se quita su blazer celeste y coge su guitarra mientras miles de fans corean su nombre. Sir Jhon se arremanga la camisa y luego de unos pasos como un boxeador para acercarse al micrófono, suelta una frase bíblica para los peruanos en su español tosco pero entonado: ¡Viva el Perú, joder!. Entonces todo detona.

Si no lo viste, puedes darlo. jugar a cientos de videos publicados en la plataforma YouTube.

Paul McCartney también suda, pero su sudor parece transmitir los modales de un viaje en primera clase del que forma parte con cada una de sus actuaciones. Incluso en lo convencional se muestra como un ser propio de la idolatría. O mejor dicho, es su sencillez lo que lo hace tan merecedor del afecto planetario. Posiblemente el coloso de Ate no conozca una celebración tan ostentosa como la generada esa noche por el grito de los británicos; como cuando, luego de una carrera épica de Juan Manuel Vargas por tres cuartos de cancha, Johan Fano le marca el más tremendo y fantástico gol peruano a la selección argentina dirigida por Messi, Verón y Riquelme.

Paul McCartney y el extraordinario escenario de su primer concierto allá por 2011.

El día que fue invisible en bicicleta

Con dinero suficiente en sus cuentas para, si le apetece, fichar a Kylian Mbappé con una sola firma, el cantautor británico valora la posibilidad de vivir sus días disfrutando de lo que hace. En una entrevista periodística Comercio Publicado antes de su concierto de 2011, el ganador de más de 20 premios Grammy describe el método de su oficio de la siguiente manera: “No trabajo en música, toco música. “Debería ser divertido, y lo ha sido todos estos años”.

Desde ese año también los peruanos podemos elegir, entre alardear o sonrojarnos, mencionar que Paul McCartney es el único Beatle amparado por ese rito social llamado Magaly. Otro momento épico, típico de la récords guiness del folklore nacional.

Sir Jhon, el músico británico más rico del Reino Unido según la revista Forbes y recientemente con más dinero que el propio Carlos III, rey de Inglaterra; Quería disfrutar de la brisa del mar limeño. Vestido con unos cómodos shorts y una camiseta oscura, además de unos lentes de sol cuyo precio debió superar al de todas las bicicletas que circulaban a su alrededor, pedaleó por el malecón de Miraflores. Nadie notó su audacia y disfrutó tanto de la incursión sobre dos ruedas como cuando suele salir a navegar en un velero. tarareando tal vez “Adiós”“Todo mi amor”, “Mirlo” y “Eleanor Rigby”; o tal vez evitando pensar en lo abrumadora que puede ser su vida pública, Sir John pedalea por el malecón habiendo perdido –aunque sea por un momento– sus poderes de extraterrestre.

Hasta Paul McCartney, nunca antes mil doscientos millones de dólares habían paseado cómodamente, en bicicleta, por el malecón de Miraflores. Como Shakira en una de sus golpes junto a Carlos Vives, pero sin generar ningún tipo de extrañeza.

Y aunque un programa de televisión arruinaría el secreto horas después, el placer de pasear, libre y anónimo, debió ser comparable a cuando él y Lennon componían al ritmo del piano.

Paul McCartney en Lima, 2011. (Foto: Sebastián Castañeda)
 
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