La voz de Freddie Mercury: única, prodigiosa, capaz. Pero no hay Freddie sin Queen. Junto a Brian May, Roger Taylor y John Deacon formaron una familia y un equipo. Lucharon juntos. Se cuidaron unos a otros. Iban de juerga. Y juntos cambiaron el curso de la música. Pero no hay éxito sin esfuerzo, porque el reconocimiento global de Queen que aún perdura y se promueve hoy no estuvo ligado sólo a Freddie Mercury: lo que ha cambiado el mundo en treinta años. Fue, sobre todo, el deseo de no tirar la toalla: superaron varios fracasos antes de alcanzar la fama.
Cuando Mercury, entonces llamado Farrokh Bulsara, conoció a May y Taylor, formaron la banda Smile. Con el tiempo se llamarían Queen, fruto de la excentricidad del cantante mezclada con el ingenio, y empezaron a frecuentar bares y discotecas. Con Deacon a la batería consolidaron la imagen de un grupo rompedor, y grabaron sus demos lo mejor que pudieron. Sin embargo, no es fácil crecer en la música sin el apoyo de una industria competitiva, y al principio nadie quería fichar a Queen.
Pero poco a poco y con buena música llegó el día. El 6 de abril de 1973 -se cumplían 51 años- cruzaron las puertas de EMI. Finalmente una discográfica se interesó por el álbum debut que grabaron en el Trident Wardour Street Studio. Y finalmente firmaron su primer contrato como banda.
Hubo, por tanto, una persona que escuchó por primera vez a una banda entonces emergente: Roy Fetherstone. Él fue quien escuchó el modelo, gracias a los consejos de Jack Nelson –primer manager de la banda– y rápidamente depositó en ellos sus esperanzas y confianza. Firmaron el contrato con Mercury y compañía, organizaron un concierto para ellos y lanzaron “Queen”, el primer álbum de la banda, el 13 de julio del mismo año. La leyenda empezaba a tomar forma.