“El punk y la música heavy abrieron el camino a los golpes. Pero nuestra lucha fracasó, porque hoy perdimos las calles” – .

“El punk y la música heavy abrieron el camino a los golpes. Pero nuestra lucha fracasó, porque hoy perdimos las calles” – .
“El punk y la música heavy abrieron el camino a los golpes. Pero nuestra lucha fracasó, porque hoy perdimos las calles” – .

Beto Zamarbide continúa en la lucha. La gran voz del heavy metal argentino, una de las que puso su cuerpo y su palabra para forjar los inicios del movimiento nacional, regresa al país para presentar su nuevo disco. Y regresa, porque desde 1997 está radicado en Estados Unidos. Allí formó primitivouna especie de grupo de super metal que tiene casi 10 años, y este sábado 6 llega a El Teatrito para presentarse en su tierra natal máquina humana, el segundo trabajo de la banda. Y aunque tiene claro que nadie se baña dos veces en el mismo río, que las cosas han cambiado desde aquellos años 80 con V8 o incluso desde los 90 que pasó con Logos, hay cosas que Zamarbide sabe que mantiene vivas e inalterables: algunas preocupaciones por el ser humano y el avance de la tecnología, su voz, la fe y la presencia de Ricardo Iorio flotando constantemente como compañero.

“Agradezco al creador por permitirnos esta oportunidad de volver a tocar en Argentina”, dice Alberto. La banda formada por Glenn Rogers a la guitarra, Jorge Iacobellis a la batería (ex Todos tus Muertos) y César Ceregatti al bajo, acaba de lanzar un álbum agresivo y pesado que deambula entre la tradición del heavy metal y algunos pasajes del thrash, manteniendo vivo el peso identitario de la voz de Zamarbide. “Hay una solidez mucho más conseguida a nivel compositivo, líricamente también”, afirma Alberto. “A excepción de un par de canciones, casi todas las letras y melodías están compuestas por mí. “Glenn y Jorge estaban más a cargo del acompañamiento musical, los riffs y demás”.

Sin embargo, incluso en sus nuevos matices, esta nueva etapa sigue ligada a inquietudes que Alberto arrastra desde hace tiempo. máquina humana Es el reflejo de la mutación del ser humano, ese híbrido en el que el cuerpo se transformó gracias (o a causa de) la tecnología. Algo que, a su manera, también se aborda en la industria energética (1993), el debut de Logos, su experiencia post-disolución de V8, un disco más orwelliano que evangélico, según su propia definición. “Hay ciertas cosas que ya están sucediendo en el mundo, pero están un poco ocultas para nosotros, ¿verdad?” él dice.

“Hoy nadie sabe lo que está pasando en Ucrania. Pero allí hay ministerios, por ejemplo, de reprogramación digital del cerebro de los generales. Y eso me pone la piel de gallina. Para los seres humanos que apostamos por la vida, el arte o la cultura es súper impactante, pero eso no significa que dejemos de observar y ser conscientes de que está sucediendo. Mientras algunos dicen tonterías o disparates en los medios de comunicación cooptados por mentiras, noticias falsas y demás, la gente se distrae y queda atónita. Por eso ni siquiera se dan cuenta de cuál es su verdadero enemigo. Y a veces son ellos mismos. Por eso aquí, en el disco, hay una conjugación del ser humano con las conexiones en red, de la inteligencia artificial, todo un híbrido que se encuentra en ese personaje que Glenn llama Gordon. Es un hombre máquina, un humaquina”.

En cualquier caso, hay un parteaguas en el disco y es encontrar a Zamarbide cantando exclusivamente en inglés. “Me sentí mucho más cómoda componiendo en ese idioma y escribiendo poesía”, dice. “El inglés te permite muchas de esas cosas que el español no, tiene que ver con la musicalidad del idioma. Pero el español también tiene una riqueza lingüística que el inglés no tiene. De todos modos, intenté darle un vuelo poético. Cuando salimos con V8 con Osvaldo Civile y Gustavo Rowek, prácticamente las letras fueron escritas casi todas por Ricardo Iorio, que tenía una pluma muy afilada y levantaba la vara muy alto. Nunca hablaba de tonterías o tonterías, al contrario”, afirma. Pero si el heavy metal estuvo ligado desde sus orígenes, lo que V8 impulsó desde su primer recital en el mítico primer festival del club Chacarita, a la identidad del heavy rock criollo, el de los niños y niñas de las clases trabajadoras, del suburbio, Zamarbide no cree que cantar en inglés lo aleje de esa gente, porque el paradigma ha cambiado. “Iorio siempre lo señaló. La gente de los pueblos no escucha rock, escucha cumbia u otros estilos. Y les importa un carajo lo que cantes. Hoy ya no funciona como en los años ochenta. América Latina permaneció, lamentablemente, diría yo, en un nivel de pauperismo y favelización. El heavy metal y el punk de los 80 no era un tipo así, al contrario. Cuando pudo, salió del pueblo y trabajó, se ganó la vida”.

En un principio, Iorio moldeó el arquetipo metalero, un ser trabajador, de clase trabajadora, que se movía en los márgenes mientras luchaba por sobrevivir en un contexto que se derrumbaba, pero luego pudo afirmar que esas esferas populares cambiaron. Sin embargo, hay nuevas generaciones que siguen manteniendo en alto las banderas de ese sentimiento de los 80, el mismo que V8 supo entender y hablar. Porque la forma de dirigirse a ese público fue precisamente uno de los impactos del grupo: cantaron sobre peleas y lo dijeron desde adentro, desde adentro. “Hoy lo nuestro es como una carta abierta, un mensaje dentro de una botella”, afirma Zamarbide. “Reina la ignorancia y el tipo para quien hoy un poema va a dejar algo profundo y reflexivo para debatir no es la mayoría de la gente. La mayoría son idiotas. Había ingeniería social preparada para hacer que la gente no pensara. Hasta ahora están ganando. En cierto sentido, nuestra lucha es un fracaso. Miren lo que ha pasado en los últimos años, gente que apuesta por los años 70, una historia muy triste. El punk y el heavy fueron géneros que abrieron el camino a los vientos. Y teníamos que ganar la calle que perdimos hoy. Ése es otro fracaso del rockero. Hoy perdimos la calle”.

Ese Ricardo como guía, como compañero, como pensador, siempre permanece presente en las palabras de Zamarbide. La última vez que se vieron, de hecho, fue para la celebración de los 30 años de Luchando por el metal, el álbum debut de V8. Un encuentro que además los coronó compartiendo escenario. “Primero fui a verlo al campo. Atrincherados allí vivimos momentos maravillosos. Conocí a Ricardo quien me sugirió hacer lo mismo que terminó haciendo él, eso de irme a vivir al campo. Siempre me decía: ‘Beto, tenemos que salir de esta ciudad de mierda’. El loco lo hizo. “Yo también, con mi esposa, vivimos en Miami en un lugar muy rural, cerca del pantano”, dice. “La relación después siguió a distancia, hablábamos de vez en cuando. Había gente que probaba esos partidos para ganarse un boleto y Ricardo nunca se iba a enganchar ahí, y menos yo”.

Primal, la banda liderada por Zamarbide en Miami

Finalmente, Ricardo Iorio, su compañero de aventuras, falleció a los 61 años en su casa rural de Coronel Suárez en octubre de 2023. “Sentí internamente que era un ‘hasta luego’. Sentí que nos íbamos a ver nuevamente, Dios primero, en otra vida. Pero son personajes que nunca mueren, siempre están muy presentes en el corazón. En poesía, en viajes. Osvaldo Civile es otro. Nunca se van, están muy vivos en el cariño y el amor que les tenemos”, dice y recuerda también al emblemático guitarrista de V8 y Horcas. El regreso de Alberto Zamarbide al país junto a Primal será un reencuentro con un público que le devolverá agradecimiento y cariño. Porque aunque las cosas han cambiado, el país es diferente, los enemigos son diferentes, hay seres queridos que ya no están y el río en el que bañarse ya no es el mismo, hay muchas cosas que siguen siendo las mismas de siempre. Y Zamarbide sigue en la lucha.

 
For Latest Updates Follow us on Google News
 

PREV “IN”, la experiencia transformadora llega a Quality Arena – Notas – Viva la Radio – .
NEXT Radio Nacional eliminó direcciones en provincias