La historia del padre y su hijo que trabajan al mismo tiempo barriendo las calles de Buenos Aires

La historia del padre y su hijo que trabajan al mismo tiempo barriendo las calles de Buenos Aires
La historia del padre y su hijo que trabajan al mismo tiempo barriendo las calles de Buenos Aires

Fidel Verón durante su jornada de trabajo en Recoleta

La primavera de 1987 se avecinaba cuando Fidel Verón, a los 19 años, fue a buscar su primer trabajo. Cuando llegó vio cinco cuadras de fila esperando un puesto y eso lo desanimó, pero se quedó. Sus esperanzas cayeron cuando se pidió a los últimos de la fila que regresaran al día siguiente. Así lo hizo y a pesar de pasar nuevamente horas allí, logró llegar a la entrevista.

El trabajo que esperaba era ser recolector de residuos en los camiones de la empresa Cliba, pero no había más espacio y le ofrecieron el trabajo de barrendero.

“Desde niña veía a los trabajadores de la limpieza de mi barrio desde una de las ventanas de mi casa y me llamaba la atención su trabajo. Simplemente vio allí mi destino”, afirma hoy, a sus 55 años y casi cuatro décadas en la profesión. Aunque ahora toca las calles de Recoleta, el hombre pasó por otros barrios de la ciudad. Con orgullo, dice que lo que más disfruta es compartir trabajo con Emanuel, su hijo, quien admite: “Poder compartir este trabajo con él no tiene precio”.

Hoy se celebra el Día del Barrendero en homenaje a Mauricio Silva, “el sacerdote salesiano y barrendero uruguayo, que fue secuestrado el 14 de junio de 1977 por la dictadura militar”.

Mauricio Silva, el sacerdote salesiano y barrendero uruguayo, que fue secuestrado el 14 de junio de 1977 por la dictadura militar”.

Feliz de haber logrado tener su primer empleo formal, Fidel comenzó a trabajar: debía recorrer las calles de la Ciudad con la escoba, rastrillo y canasto que le entregaron en la base. Estaba feliz porque con él hacía su contribución para embellecer la ciudad.

Aunque tuvo varios, hoy recuerda con cariño su paso por Flores, Balvanera y su ruta actual: Recoleta. Con 25 años y seis de experiencia llegó su primer hijo, emmanuela quien crió y educó con su trabajo.

“Poder compartir esta actividad con mi papá no tiene precio. Es un orgullo verlo trabajar y observar todo el esfuerzo que conlleva este trabajo lo hace mayor”, dice emocionado el joven de 30 años al hablar de las sensaciones que tiene al compartir todo con su padre desde 2016, cuando Empezó a trabajar en la misma empresa. Empresa de higiene urbana.

Para Fidel, que no deja de recordar cuando siendo niño observaba a los barrenderos de su ciudad natal, siente que quizás esté despertando en algunos niños el mismo respeto por su trabajo que despertó en su hijo. “Me emociona y me hace feliz y cuando lo veo llegar a la base. Me siento muy orgulloso”, le dice mientras lo mira a los ojos.

Fidel y Emanuel Verón, arrasan juntos al mismo tiempo

Emocionados, dicen que suelen compartir todos los días los momentos antes y después. todos los días en la base, el lugar de reunión de los trabajadores de la higiene urbana, un espacio que ya consideran “un segundo hogar”. Es que allí no van simplemente a buscar coches con herramientas de trabajo sino que encuentran el apoyo y la escucha de sus compañeros, con quienes ya han entablado amistad.

Segundos antes de iniciar el recorrido, Fidel le dice a su hijo: “Nos vemos cuando salimos”. Y el niño le pregunta: “Si llueve mucho, cuídate. “No te hagas el niño”.

Ser barrendero es un trabajo clave en una ciudad como Buenos Aires ya que diariamente circulan más de seis millones de personas y recibe millones de turistas de todo el mundo. Esto los convierte en uno de los pilares fundamentales para cumplir uno de los grandes desafíos que el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, propuso para su actual gestión. Pero también son parte de la identidad de cada barrio.

“Me considero un vecino más”, dice Fidel, quien no sólo se encarga de limpiar cada camino, sino que muchas veces se convierte en la persona de confianza de los vecinos. “Algunos me cuentan sus problemas, sus angustias, sus tristezas y también sus alegrías”, dice y en la búsqueda de esas escenas cotidianas, que define como un plus de su obra, asegura que “Lo más bonito es conocer a las personas y sus historias”.

Emanuel se siente igual de cómodo con los vecinos del barrio. “En verano, con las altas temperaturas, siempre vienen con bebidas frescas”, recuerda agradecido.

Actualmente, en la Ciudad hay 2.700 barrenderos que se encargan de limpiar cada día las más de 27 mil calles de las 15 comunas bonaerenses. Esa tarea está a cargo de Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbanalo que determina la modalidad de trabajo: hay calles que se limpian con mayor frecuencia que otras, dependiendo de su transitabilidad ya que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es el encargado de barrer la vía, pero el barrido de la acera le corresponde a cada frente.

“Es importante que Los vecinos respaldan el compromiso de estos trabajadores manteniendo en buen estado los frentes de sus casas., embolsando lo que recogen de sus aceras y dejando las bolsas de basura cerradas dentro de los contenedores; siempre de domingo a viernes entre las 7 y las 9 de la noche, para mejorar colectivamente la gestión del sistema de higiene y tener una Ciudad más limpia y ordenada”, pide. Ignacio BaistrocchiMinistro de Espacio Público e Higiene Urbana del GCBA.

En general, los trabajos se distribuyen de lunes a sábado: durante la mañana se barren todas las manzanas, al menos una vez al día; En ocasiones, en horario de tarde y en ocasiones de noche, se refuerzan sectores de alto tránsito peatonal como zonas turísticas, centros de transferencia, centros comerciales o gastronómicos. En otoño y tras fuertes tormentas se refuerza el barrido manual y mecánico, haciendo especial hincapié en la limpieza de los desagües y tuberías para retirar las hojas y restos que allí se hayan acumulado y evitar el escurrimiento de agua con el fin de evitar obstruir la red pluvial y generar posibles inundaciones en el territorio bonaerense.

Fidel Verón en plena tarea

Desde 2014, el Día del Barrendero se celebra cada 14 de junio en Argentina. Este aniversario, como otros, tiene detrás una tragedia: aquel día de 1977, el Sacerdote y barrendero uruguayo Mauricio Silva fue secuestrado por fuerzas represivas de la dictadura militar mientras barrían las calles del barrio porteño de Villa General Mitre.

En su homenaje, la diputada del Movimiento Evita, Adela Segarra, firmó la ley para que este día el trabajo de los barrenderos que cada día realizan una tarea desinteresada lo cual no siempre es bien valorado y a su vez reconocer a Mauricio Silva a todos los trabajadores que, según el informe de la CONADEP, fueron el blanco favorito de la dictadura militar.

“Aquí lo secuestraron Mauricio Silva IribarnegarayUruguayo, sacerdote salesiano y barrendero, el 14 de junio de 1977 por el terrorismo de Estado”, dice la placa que lo conmemora en el cruce de las calles Terrero y Margariños Cervantes.

En homenaje a Mauricio Silva se instauró el Día del Barrendero

Silva nació el 20 de septiembre de 1925 en Montevideo, Uruguay. Él surgió de los pobres y vivió para los pobres. Su precaria situación material ya estaba anticipada en su acta de nacimiento, donde las autoridades eximieron a la familia del niño del pago del timbre “por haber justificado la pobreza”. Ese documento demuestra que en realidad se llamaba kléberen homenaje a un general de la Revolución Francesa que admiraba su padre militar.

Su camino pastoral se inició en 1948 en la provincia de Córdoba, cuando inició sus estudios como sacerdote en una congregación salesiana y en 1951 recibió la orden que lo hizo emprender tareas religiosas y sociales en la Puerto San Julián, en la Patagonia. Posteriormente trabajó en La Rioja con el asesinado Monseñor. Enrique Angelelli.

En los años setenta se incorporó a la Fraternidad de los Pequeños Hermanos de los Pobres, hermandad inspirada en la vida de los religiosos franceses. Carlos de Foucauld, que se dedicó por completo al servicio de los pobres. Fue influenciado por las ideas de Arturo Paoliuno de los referentes de ese grupo místico inspirado en el Concilio Vaticano II.

En 1974 inició su labor como barrendero en la ex Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires., en Corralón de las Villas, época en la que forjó una pequeña comunidad con sus compañeros en el conventillo Malabia 1450, donde vivía. Sin dejar de lado su labor pastoral, colaboró ​​con la actividad sindical y apoyó a una de las listas opositoras que compitieron en las elecciones sindicales contra la derecha peronista, en un contexto en el que la Triple A operaba en la sombra.

Durante la dictadura, en 1977, dos compañeros sindicales desaparecieron. Fue cuando Adolfo Pérez Esquivel y Paoli le advirtieron que su vida corría riesgo, pero el religioso confió en sí mismo. “Un sacerdote armado con escoba y pala no es peligroso” Él dijo.

En pleno trabajo, el 14 de junio de 1977, Según testigos, tres hombres se bajaron de un auto Ford Falcon color blanco y lo obligaron a subir al vehículo. Eran las 8:30 de la mañana: se cree que primero lo llevaron a la Comisaría 41 de la Capital, y que luego fue torturado en el Hospital Borda (así se reconstruye en el libro “Grita el Evangelio”). con Vida”, publicado por Vázquez). Algunos supervivientes dijeron haberlo visto en los centros clandestinos de detención de Campo de Mayo y en el CCD Club Atlético. Silva forma parte de la amplia lista de 80 religiosos católicos desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado, según registra la Conadep.

 
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