Escobar, Puente y los 6,5 millones – .

Escobar, Puente y los 6,5 millones – .
Escobar, Puente y los 6,5 millones – .

Es un error, porque no hemos llegado a ese punto, al menos no todavía. El asunto tiene tramitación administrativa, pero lo cierto es que el Ayuntamiento lo está llevando, por decirlo suavemente, complicado. En la resolución del Ministerio saltaba a la vista algo evidente: las razones técnicas que alegaba el Consistorio eran, en el mejor de los casos, débiles y parecían demasiado inventadas a posteriori para justificar una decisión puramente política.

Es decir, se puede argumentar políticamente que no le interesa la ciclovía, que no quiere que Sagasta sea principalmente peatonal, que no quiere hacer un desplome ciclopeatonal para conectar La Portalada desde el sur. . Pero serán argumentos políticos, porque los técnicos (que son los que acostumbran a disolver un contrato firmado y pagado) no parecen poder aguantar.

Si seguimos este camino, el Ayuntamiento de Escobar acabará encontrándose en ese punto al que yo, erróneamente, dije al principio que ya habíamos llegado. Lo único que puede salvarle es una negociación política, pero para ello tiene que aceptar que está en manos del rival más incómodo y menos necesitado de hacer un favor a los ayuntamientos del PP. Es decir, el Gobierno de España y su ministro Puente.

Porque Logroño no es un caso único. Quince ayuntamientos, ahora populares y antes socialistas, han cometido el mismo error: tomar el carril bici como arma política de venta fácil, sin darse cuenta de que desde el punto de vista jurídico el Ayuntamiento de antes y el de después son iguales, y que el contrato que el primero firmó obliga también al segundo. Las decisiones tomadas apresuradamente (sin motivo alguno, porque el plazo es largo) rara vez salen bien.

Sin embargo, al menos para mí, la carencia más notable es la técnica. No existen argumentos de circulación o de bienestar urbano que justifiquen lo que se hace en la ciudad. Una receta inequívoca para cometer errores.

Una vez los españoles enviamos a Ruiz Mateos a Europa. Aquel tipo medio loco, empresario de éxito y sinvergüenza probado que se disfrazó de Superman e insultó a un ministro. Algunos se divirtieron lo suficiente como para enviarlo a Estrasburgo y pagarle un gran salario. El equivalente político de Chiquilicuatre, un “jojojo” de cuñado.

Ahora parece que los españoles estamos a punto de enviar a Europa a un tal Alvise, que es lo mismo pero peor. Será el signo de los tiempos: hay tanta gente para la que “la verdad” es “lo que les hace tener razón” que tiene cierto sentido que acabemos enviando a un troll que se ha hecho famoso por mentir en las redes sociales para Comodidad de la parroquia más ultra. Bueno, ¿qué sé yo? Casi prefería a Ruiz Mateos, que era más inofensivo. Sobre todo porque de aquel ya sé que solo fue una anécdota, mientras que del de ahora sólo puedo desearlo.

El odio se desecha. Es un sentimiento muy fácil cuando uno se enfrenta a alguien que es diferente, al que se le puede echar la culpa de casi todo. Es más difícil hacer lo que dice el cristianismo original, ese que tan poco recuerdan quienes tienen todo el día la “civilización occidental” en la boca: acoger al diferente, perdonar al otro, nunca odiar.

Caen bombas sobre una escuela en Gaza. El odio se alimenta, germina, se propaga, se reproduce. Una bomba no puede poner la otra mejilla. Tampoco un muerto.

 
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