entre 30.000 y 150.000 cada año, sin apoyo médico y con medicamentos en el mercado negro.

entre 30.000 y 150.000 cada año, sin apoyo médico y con medicamentos en el mercado negro.
entre 30.000 y 150.000 cada año, sin apoyo médico y con medicamentos en el mercado negro.

El Gobierno de Gabriel Boric presentará en diciembre próximo un proyecto de ley para el aborto legal en cuotas. En anteriores discusiones parlamentarias se ha hablado de 14 semanas, pero este nuevo intento de reconquistar un derecho que fue penalizado en 1989, durante la dictadura de Augusto Pinochet, aún está por escribirse. La ministra de Mujer e Igualdad de Género, Antonia Orellana, defiende el impulso a la discusión pendiente, argumentando que la “situación clandestina extendida” del uso de medicamentos para interrumpir el embarazo, como el misoprostol y la mifepristona, “con el peligro que esto conlleva y para que el uso correcto del medicamento que viene avanzando no dependa del bolsillo”, dice a EL PAIS.

Desde 2017, Chile tiene tres excepciones al delito de aborto: la vida de la madre corre peligro, existe inviabilidad fetal letal y el embarazo por violación (hasta las 12 semanas de gestación y hasta las 14 semanas para menores de 14 años). ). La Administración de izquierda no sólo busca despenalizar el aborto, sino también garantizar un beneficio para que la situación económica de la paciente no determine el uso correcto de los medicamentos o el acceso a una intervención quirúrgica. Dado que las niñas, adolescentes y mujeres que hoy abortan en el país sudamericano lo hacen de forma clandestina, salvo las tres causas, no hay cifras oficiales de cuántas interrupciones se realizan, pero sí las últimas que se conocen, según diversos Estudios, hablan de 30.000. a 150.000 al año, que es lo que gestiona el Ejecutivo. Los datos tienen al menos una década, por lo que hay especialistas en el tema que creen que realmente el país está completamente ciego.

El número de hospitalizaciones por embarazo que terminó en aborto en 2023 fue de 21.444, según el registro del Departamento de Estadísticas e Información de Salud, DEIS, dependiente de la subsecretaría del Ministerio de Salud. De ellos, poco más de 6.500 se deben a abortos fallidos (interrupción del embarazo, aunque el embrión o feto no sea expulsado espontáneamente), seguidos de abortos no especificados (5.080, que incluyen complicación con infección genital y pélvica y sangrado excesivo o tardío), espontáneos. aborto (4.658) y embarazo ectópico (3.561, cuando un óvulo fecundado se implanta y crece fuera de la cavidad principal del útero). Sólo cuatro figuran en la categoría de aborto fallido.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el misoprostol es el medicamento más recomendado para el aborto con medicamentos. El Instituto de Salud Pública de Chile permite su uso únicamente para tratamientos ultragástricos. “No tenemos cifras exactas de su uso porque su venta es clandestina”, dice el ministro Orellana, “pero basta un rápido escaneo de Internet para detectar la cantidad de lugares donde se vende sin explicar el paso a paso. Su uso clandestino es algo que nos preocupa mucho”.

Envases de pastillas de misoprostol, en una imagen de archivo.Allen G. Raza (AP)

De hecho, es fácil llegar al mercado negro. Las venden desde 72.000 pesos, unos 78 dólares (seis dosis para el periodo de cuatro a cinco semanas de gestación) hasta 144.000 pesos, 157 dólares (12 dosis para las semanas 10 a 12). Pero comprados y utilizados ilegalmente, sin apoyo médico, estos son procedimientos peligrosos, donde las mujeres están expuestas a consecuencias inesperadas.

Además de los medicamentos, el ministro Orellana sostiene que “hay mucho mal uso de Yuzpe“, un método que consiste en la toma de varias píldoras anticonceptivas de uso diario, que implica la ingesta de dos tipos de hormonas (estrógenos y progestágenos), con importantes efectos secundarios. “También se utilizan métodos más extremos, como intentos de suicidio, y en algunas zonas rurales todavía se reportan casos de uso de apio”, afirma el ministro Orellana.

Camila Maturana, directora de Corporación Humanas, un centro de estudios y acción política feminista, señala que las tres causales son muy restrictivas y que la mayoría interrumpe sus embarazos al margen de la ley. “Esta ilegalidad afecta mucho más a mujeres jóvenes y adolescentes, mujeres pobres y migrantes. Las diferentes situaciones de vulnerabilidad y discriminación que se cruzan en materia de derechos sexuales y reproductivos”, afirma.

En Chile no existe un organismo único que unifique el número de causas judiciales vinculadas al aborto que son interpuestas por la Fiscalía, la Policía de Investigaciones (PDI) y Carabineros. Según cifras del Poder Judicial, citadas por TerceroEn 2023 se abrieron 42 casos relacionados con abortos, de los cuales 19 correspondieron a mujeres que interrumpieron voluntariamente sus embarazos por causas no reguladas. Según una investigación en curso de Miles Corporation, ONG que defiende los derechos sexuales y reproductivos, en los últimos 10 años se han registrado al menos 1.000 denuncias, de las cuales alrededor del 60% provinieron de profesionales de la salud, según datos preliminares. Al menos tres han acabado en prisión. Para Javiera Canales, directora de Millas, la consecuencia de penalizar el aborto no es solo terminar en la cárcel, sino todo el recorrido: “Es la persecución y el trato a un delincuente, con una firma mensual o semanal y que impacta sus proyectos de vida y terminan marginados de sus redes”.

El impacto de las tres causas.

Luego de décadas de lucha feminista, en septiembre de 2017 se promulgó en Chile la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (LIV), que regula la despenalización del aborto en tres causales. Hasta abril de este año, en total, se han realizado 5.063 procedimientos (30% por riesgo de vida de la madre, 47% por inviabilidad fetal y 23% por violación). Dadas las cifras que maneja el Gobierno en base a distintos estudios realizados por distintas instituciones -entre 30.000 y 150.000, un rango amplio precisamente por la ilegalidad del procedimiento- la mayoría de las interrupciones del embarazo continúan realizándose de forma clandestina en Chile. .

La abogada Lidia Casas, directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales (UDP), ha investigado a fondo el funcionamiento de las tres causas y ha detectado problemas de acceso a la información, falta de capacitación de los profesionales involucrados y muchos casos de sobre- objeción de conciencia: “Hay un problema con lo que se ha llamado objeción de pseudo conciencia. Las personas que dicen ‘no quiero meterme en líos’, ‘esto es un trámite, ya tengo bastante trabajo’ y ‘y si la mujer miente en el caso de violación’ se declaran objetores por conveniencia. Tenemos una serie de situaciones que no son el lenguaje de la extrema derecha sobre la protección de la vida sino la comodidad de los proveedores de salud”.

Manifestantes que pedían la legalización del aborto en Valparaíso, en julio de 2018.RODRIGO GARRIDO (REUTERS)

Cuando asumió el Gobierno Boric en 2022, el Ministerio de la Mujer, junto con el Ministerio de Salud, iniciaron la primera inspección en las 16 regiones del país sobre la aplicación de la LIV. Con base en la información recabada, presentaron la semana pasada a la Contraloría un reglamento para garantizar el derecho de los pacientes a la información sobre la prestación de atención médica consagrada en la ley y la continuidad de la atención, independientemente de los objetores de conciencia. Un estudio de la Corporación Humanas revela que al menos cinco hospitales públicos, todos en zonas rurales, son objetores de conciencia institucionales de facto, ya que no cuentan con profesionales disponibles para aplicar la ley. La normativa busca garantizar que haya al menos un médico disponible en cada centro.

Una de las banderas de los partidarios del aborto legal es el creciente apoyo ciudadano a la idea. Diferentes encuestas muestran que el 30% de los chilenos apoya una ley para interrumpir el embarazo sin causa. En la última Encuesta Nacional de Juventud 2022, del Ministerio de Desarrollo Social, el porcentaje de mujeres jóvenes (de 15 a 29 años) que estarían dispuestas a realizarse o inducirse un aborto antes de la semana 12 de gestación ascendió al 37,1%. , del 15% registrado en 2018. Bajo las tres causales, bajó del 26,4% al 18,2% en esos cuatro años y en ningún caso disminuyó del 54,3% al 42,9%.

Casi uno de cada cinco encuestados (hombres y mujeres) afirmó haber experimentado un embarazo no deseado. El 3,1% de las jóvenes declaró haber tenido o inducido un aborto: el 3,6% lo hizo bajo la causa de riesgo de vida, el 4,0% indicó por inviabilidad fetal, el 3,3% por violación y un fuerte 83,2% lo hizo por decisión personal.

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