en prisión preventiva, delitos de drogas y uno de cada cuatro, extranjeros – .

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Chile es el segundo país de América Latina con mayor tasa de población carcelaria femenina, solo superado por la Guayana Francesa, que representa el 8% de las 55.751 personas privadas de libertad. El punto de inflexión en el aumento sostenido se produjo en 2020. Desde entonces, el número de mujeres en prisión ha aumentado un 56% hasta llegar a 4.464 en mayo de este año, una cifra récord en los últimos 13 años, según los datos facilitados a EL PAÍS por el Ministerio de Justicia. “La situación de privación de libertad está aumentando en todas partes del mundo, pero en el caso de las mujeres en Chile es significativamente mayor que en cualquier otro lugar”, dijo vía telefónica este miércoles el ministro de Justicia del Gobierno de Gabriel Boric, Luis. Cordero.

Las personas en prisión preventiva casi se han duplicado en los últimos 10 años, llegando a 20.704, lo que se traduce en el 36,5% de la población carcelaria. De las 4.464 mujeres encarceladas al 31 de mayo, el 47,2% se encuentra en prisión preventiva. Los privados de libertad tienen en promedio 35 años, la gran mayoría son madres y jefas de hogar y uno de cada cuatro es extranjero. Más de la mitad acabó en la cárcel por algún delito relacionado con la ley de drogas (56% de las mujeres condenadas y 63% de las imputadas), seguido del robo. “Las mujeres suelen ser quienes transportan la droga o la custodian. La relación entre mujer, delincuencia y prisión está estrechamente ligada al tipo de delito que genera ingresos a su familia. “Por eso suelen ser reincidentes”, dice la ministra Cordero, quien resalta la complejidad del asunto ya que al no ser líderes de pandillas u organizaciones una mujer puede ir a la cárcel, pero la actividad delictiva que realizó ser cometido por otro. .

¿Cómo se explica este plano en las figuras? Cordero señala dos factores clave: las normas relacionadas con los delitos de drogas -los más frecuentes entre las mujeres privadas de libertad- se han vuelto más rígidas en los últimos años y, debido a una reforma legislativa que impide la expulsión de detenidos extranjeros, la población de mujeres extranjeras ha aumentado significativamente. Este nuevo escenario se puede ver especialmente en la zona norte del país, por ejemplo, en Alto Hospicio. El 25% de los internos hoy son extranjeros: 54% bolivianos, venezolanos (19%) y colombianos (14%). Casi la mitad (45%) se ubica en la región norte de Tarapacá y sólo el 20% en la Región Metropolitana de Santiago.

En 2010, la población extranjera privada de libertad en Chile era del 4,8%. Hoy representa el 14,7%. En sólo 24 meses ha aumentado más del 100%. “Es un número muy, muy alto y la población masculina es muy predominante en ese momento. Las nacionalidades predominantes son la colombiana y la venezolana”, afirma el ministro Cordero. “Los encarcelamientos vistos simplemente como rigidez y aumento de penas, sin prospección, son al fin y al cabo un autoengaño en términos de seguridad. Si quieres seguridad a largo plazo, intentarás reducir los delitos y, en consecuencia, reducir la reincidencia”, añade.

Chile es el sexto país con mayor tasa de personas privadas de libertad en América Latina. El aumento de personas privadas de libertad ha sido impulsado principalmente por hombres, pero el secretario de Estado pone énfasis en el aumento de mujeres porque considera que el impacto que tiene “es brutal”. Explica que las mujeres son el grupo de la población penitenciaria que menos visitas recibe y su pareja las abandona periódicamente. Además, cuando tienen hijos menores de dos años, están en la cárcel con ellos. Cuando sus hijos son mayores, muchos evitan que los visiten para que no se acostumbren al contexto carcelario. “La situación de una mujer privada de libertad tiene efectos multiplicadores muy, muy grandes en su grupo familiar. Y también en la sociedad porque cuando se van, no sólo tienen que ver cómo se reintegran, sino también cómo recuperar a sus hijos”.

No se está considerando la dimensión del impacto que tiene una mujer privada de libertad, dice Cordero, ni el efecto de rigidizar leyes como las de drogas. Una reforma a la Ley de Extranjería hace un par de años prohibió a los extranjeros condenados por violar la Ley de Drogas acceder a la pena alternativa de expulsión del país. El Gobierno de Boric busca hoy revertir esta medida en los casos en que la pena sea inferior a cinco años y un día. El 34% de las mujeres cumple una pena de cinco a 10 años, el 29% de tres a cinco años y el 15% de 10 a 15 años.

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