Mató a un vecino, le robó y escondió el cuerpo en un congelador – Notas – Casos – .

Mató a un vecino, le robó y escondió el cuerpo en un congelador – Notas – Casos – .
Mató a un vecino, le robó y escondió el cuerpo en un congelador – Notas – Casos – .

Las dudas ya se habían convertido en preocupación. Cuando al caer la noche del miércoles 10 de abril, los familiares de Mario Antonio Albornoz (53) se acercaron a la pensión donde vivía este guardia de seguridad, en la calle Santa Rosa al 3300, en el barrio Alto Alberdi, en la ciudad de Córdoba, ya estaban comenzando temer lo peor.

No era común que Albornoz, quien trabajaba como guardia en la empresa Epec, no contestara su teléfono ni contestara mensajes. Y mucho menos, que se ausentara de su trabajo sin avisar. Al menos desde el lunes anterior no había forma de comunicarse.

A través de un patio interno, los familiares se asomaron a la ventana y notaron un gran desorden en su habitación. Es una casa que funciona como pensión, donde se alquilaban las habitaciones temporalmente. Algunos, como Albornoz, llevaban mucho tiempo allí, pero otros eran invitados ocasionales.

La familia del guardia llamó a la Policía, que tuvo que recurrir a un grupo especial de Bomberos para forzar la puerta de entrada. A primera vista, los uniformados vieron una almohada manchada de sangre. Pero el horror estaba escondido en el congelador: dentro, cubierto con una manta, estaba el cadáver de Albornoz.

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La autopsia determinaría posteriormente que había sido asesinado a martillazos en la cabeza casi 48 horas antes.

El fiscal Guillermo González y detectives de la división de Homicidios de la Policía de Córdoba comenzaron esa misma noche a relevar el círculo más cercano a Albornoz: la propia pensión. Resulta que el asesino se había llevado algunos objetos de valor, como el celular del guardia, una libreta y la billetera, además de no haber forzado ninguna abertura para ingresar a su habitación.

La teoría de los investigadores se centró en alguien que conocía, quien logró que abriera la puerta y una vez dentro aprovechó para matarlo y robarle. Y que metió el cuerpo en el congelador para ganar tiempo: escapar antes de que todo fuera descubierto.

Ese mismo miércoles por la noche, los vecinos de la pensión alertaron que otros habitantes de la pensión ya se habían marchado entre el lunes y ese día. Sus nombres fueron colocados con letras muy grandes en el organigrama que las investigaciones comenzaron a trazar.

Y fue entonces cuando uno de esos nombres, el de Fabián Ricardo Páez (39), destacó por encima del resto. La policía fue paciente. Un testigo dijo haber visto cómo el martes por la mañana Páez recogió todo en una camioneta y se fue de allí, sin despedirse de nadie.

Sigilosamente, comenzaron a seguirlo y a escuchar sus conversaciones telefónicas. Las láminas de las antenas de su celular lo ubicaban dentro de la pensión en el momento en que ocurrió el crimen. Por supuesto, esto chocó con una coartada sólida: esa noche todavía vivía en la misma casa que la víctima.

Páez nunca pareció nervioso, sino todo lo contrario. Habló con sus padres y prometió enviarles dinero. El hombre, que no tenía un trabajo fijo, apareció con más facturas de lo habitual. “Si bien no era una cifra exorbitante, era más de lo que solía manejar”, ​​escribió un informante.

La tarjeta de débito de Albornoz siguió utilizándose después de su muerte. Pero no aparecieron imágenes de las cámaras del banco enfocando quién las manipulaba. Aunque la víctima tenía algunos pelos en las manos, la comparación de ADN no logró encontrar ninguna partícula genética identificable entre esos rastros.

La causa se centró, entonces, en rastrear el recorrido de los otros objetos robados: el celular y la libreta. Y en ambos casos los compradores identificaron a Páez como el presunto vendedor.

Con todos estos elementos reunidos, más otros que aún se mantienen en reserva, los detectives de Homicidios y el fiscal González se reunieron y resolvieron su detención. Está acusado, por ahora, de asesinato y robo. No se descarta que la carátula pueda agravarse a “homicidio con ocasión de robo”.

Fue localizado y capturado en su nuevo domicilio en la calle San José de Calasanz, a unas 40 cuadras de la pensión donde ocurrió el crimen.

 
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