Jueves 6.6.2024
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Última actualización 10:15
Con una inflación en dólares que supera el 90% desde el inicio del gobierno de Javier Milei, el fenómeno está afectando a los profesionales que trabajan en el exterior y a las empresas extranjeras que contratan mano de obra en el país.
Según un reciente informe de la plataforma Deel Lab, Argentina es el tercer país global como recurso de talento remoto. Si bien cada vez más empresas exigen que sus empleados vuelvan a trabajar en persona, las empresas más nuevas y más pequeñas están aprovechando el deseo de los millennials y de la Generación Z de trabajar de forma remota para reducir costos. De hecho, algunas startups en Estados Unidos y Europa han capitalizado la promoción del equilibrio entre la vida laboral y familiar entre padres y amantes de los viajes para acceder a mano de obra barata.
El modelo de negocio es simple: contratar trabajadores calificados de economías de ingresos bajos y medios con un acuerdo de contratista. El bajo costo de vida en los países de ingresos bajos y medios permite una reducción significativa de los costos salariales, manteniendo al mismo tiempo la calidad del trabajo.
Argentina se ha convertido en un centro de reclutamiento para startups con sede en Estados Unidos y Europa.
Las empresas también pueden evitar los típicos beneficios regulatorios, ya que los acuerdos con los contratistas no ofrecen seguro médico ni contribuciones a un plan de jubilación y, a menudo, incluso dejan margen para la evasión fiscal. Los trabajadores de las economías en desarrollo aceptan estos empleos principalmente porque los salarios generalmente se pagan en dólares. Ante una moneda local volátil y devaluada, para muchos la decisión puede resultar obvia.
¿Pero qué sucede cuando la moneda local se aprecia? Argentina se ha convertido en un centro de reclutamiento para startups con sede en Estados Unidos y Europa. Con el nivel más alto de dominio del inglés en la región y un salario mínimo promedio de 500 dólares, los trabajadores argentinos eran ideales para el reclutamiento. Y así lo hicieron: Argentina ocupó el tercer lugar en el mundo como fuente de talento remoto, según un informe de Deel, una billetera digital.
Para las startups que reciben financiación en monedas estables, como el dólar o el euro, la caída libre del peso allanó el camino para una combinación perfecta. Hasta tal punto que unas 200.000 personas trabajaron ilegalmente para empresas en el extranjero.
Ignacio, de 24 años, trabaja como coordinador de éxito del cliente para una empresa en Estados Unidos. Gana casi 4.000 dólares, pero estima que su poder adquisitivo cayó entre un 20% y un 30%. “Es difícil pedir aumentos en base a la apreciación del peso”, afirmó. “La gente de fuera no entiende lo que está pasando aquí”, añade.
La época dorada de la mano de obra barata en Argentina podría terminar pronto. El presidente Javier Milei tiene a los mercados expectantes, lo que ha llevado al peso argentino a ser la moneda más apreciada frente al dólar a nivel global en 2024, asegura Bloomberg.
El presidente Javier Milei tiene a los mercados expectantes, lo que ha llevado al peso argentino a ser la moneda más apreciada frente al dólar a nivel global en 2024.
Lucas, de 32 años, tenía una cafetería cuando llegó la pandemia y decidió empezar a trabajar en el extranjero como profesor de inglés. Cuando empezó ganaba entre 300 y 400 dólares al mes. “Ahora gano más que eso y sin embargo tengo que buscar cada vez más horas”, dice a este medio.
Los empleadores extranjeros que dependían en gran medida de esta laguna jurídica podrían ver afectado su flujo de caja debido a este cambio en las reglas. Lucas (también 32 años) es el CEO de Takenos, una billetera virtual que permite retirar fondos en dólares en toda América Latina. La mayoría de sus empleados se encuentran en Argentina y es consciente del cambio que esta nueva situación exige de la empresa.
“Hay una visión más realista del nivel de consumo”, afirma. “Hemos tenido conversaciones con empleados que están teniendo dificultades para pagar el alquiler. Nos mudamos a otra oficina y no la dotamos de sillas ergonómicas”, ejemplifica mientras señala una silla de plástico.
