“Con el Cordobazo comienza un ciclo de protestas que culmina con el golpe del 76” – .

“Con el Cordobazo comienza un ciclo de protestas que culmina con el golpe del 76” – .
“Con el Cordobazo comienza un ciclo de protestas que culmina con el golpe del 76” – .

El 29 de mayo de 1969 fue un día que quedó en la historia no sólo de Córdoba, del movimiento estudiantil y del sindicalismo, sino que es una página fundamental para entender lo que estaba por venir en la Argentina.

La historia es conocida: bajo la dictadura de Juan Carlos Onganía los salarios estaban congelados desde 1967 y en mayo de 1969 un decreto estableció la jornada laboral de 48 horas en todo el país. En ese marco, las dos CGT (la de Azopardo y la de Argentinos) convocaron a un paro para el 30 de mayo.

Pero la medida tuvo un fuerte impacto en Córdoba, donde significó la eliminación del ‘Sábado Inglés’. En aquella época, en nuestra provincia, los sábados se pagaban como jornada completa, pero se trabajaba media jornada. Por esta razón, La CGT decidió adelantar el paro del 30 al 29 de mayocon asistencia a los lugares de trabajo y luego traslado al centro de la ciudad.

El resto es la historia conocida: el sindicato de trabajadores y estudiantes, represión policial que se cobró varias vidas y el agotamiento de un régimen dictatorial provocó el mayor estallido social que se recuerda y que fue bautizado como el ‘Cordobazo’.

Fernando Aiziczon es historiador, investigador y docente de la Universidad Nacional de Córdoba. PERFIL CÓRDOBA conversó con él para investigar los relatos que se construyeron en torno a la insurrección urbana de finales de los años 1960.

–¿Fue sólo un reclamo sobre las condiciones laborales o el convenio colectivo?

–No, el Cordobazo no fue sólo una denuncia por las condiciones laborales. Originalmente había demandas estrictamente laborales pero, debido a la particularidad de la época, donde había mucha vinculación entre el movimiento obrero y estudiantil, cuando se generó la propuesta y organización de lo que iba a ser la marcha que concluiría con una Gran evento en el centro de Córdoba, las demandas obreras se combinaron con demandas estudiantiles que tenían que ver con medidas para privatizar el comedor estudiantil y que ya habían estallado en grandes protestas en Corrientes y Rosario. En Córdoba, el movimiento obrero es solidario con el movimiento estudiantil y –a su vez– el movimiento estudiantil ya estaba vinculado con los dirigentes obreros, con los sindicatos; Eso te explica que no es una protesta estrictamente obrera, de hecho, conceptualizada, se llama insurrección obrero-estudiantil, los dos actores principales de esa propuesta.

–¿El Cordobazo fue una manifestación que se desbordó por cansancio social o realmente fue planificado?

–El Cordobazo no fue planeado. Lo que estaba previsto era un evento a realizarse en el centro de Córdoba donde articularon lo que se conoció como las tres patas del sindicalismo cordobés, que era Luz y Fuerza con Agustín Tosco; UTA, con Atilio López, y Smata, con Elpidio Torres. Se organizó cómo iba a marchar cada columna y cómo entrar al centro. Incluso se organizó qué papel iban a desempeñar los estudiantes; incluso a las parroquias, donde estaba previsto –en caso de represión– que los heridos pudieran ser atendidos. Hay una dimensión que está organizada, pero que tiene que ver con el propósito de realizar un evento en el centro de Córdoba, que fue interrumpido por la represión policial. En ese momento, producto de la represión, cayó muerto el trabajador y estudiante Máximo Mena, comenzó a ocurrir otro fenómeno de desborde, la ira cundió por este asesinato y los sindicatos y estudiantes fueron acompañados por sectores de la población. A medida que avanzan los acontecimientos, los protagonistas ensayan formas de resistencia como levantar barricadas, aumentar las formas de comunicación sobre lo que sucede en cada esquina, asambleas de liberación, se desarrollan discusiones en la calle sobre qué hacer ante la inminente represión. Toda esta dimensión del conflicto no fue planeada en absoluto, aunque se esperaba la represión.

–A nivel global, las revueltas donde estuvieron involucrados jóvenes, como el Mayo francés, suelen considerarse eventos que pusieron fin a la década del jipismo y los ideales de paz. ¿El Cordobazo fue nuestro cierre de los años 60, o por el contrario, abrió la puerta a la violencia social que caracterizó los años 70 en Argentina?

–Es parte de otros movimientos en el contexto político global como el Mayo francés, pero también con movimientos de liberación nacional en diferentes partes del continente. No es el cierre de una era sino la apertura de una, de un gran ciclo de movilizaciones cuyo inicio se puede fechar con el golpe del 55, que derrocó a Perón y dio origen a la Resistencia Peronista. Con el Cordobazo se inició un ciclo de protestas, que continuó con el viborazo, dos años después, en 1971, y comenzó a cerrarse con el Navarrazo, que es el golpe policial ocurrido en Córdoba en 1974, cuando los sectores de la derecha peronista unidos a la burocracia sindical, contrarrestaron exitosamente el avance social en movilizaciones y política que había tenido ese gran bloque que se había formado a partir del Cordobazo. Con el Cordobazo se inició en el 55 un gran ciclo de resistencia que se transformó en protestas ofensivas; Es decir, ya no estaban a la defensiva sino que avanzaban. Con el Cordobazo el viborazo continuó en el 71, que fue uno de los puntos más críticos en cuanto a movilizaciones y protestas y politización de estos sectores obreros y empezó a cerrarse en el 74 con el Navarrazo y finalmente con el golpe del 76. .

–¿Fue un fenómeno puramente cordobés o, en el contexto de la sociedad argentina de esos años, pudo haberse dado en otra provincia?

–No, fue un fenómeno estrictamente cordobés, aunque en el caso de Córdoba el sindicato obrero-estudiantil tuvo sus particularidades en la magnitud de la represión, de la manifestación, de la dirigencia sindical. Tiene sus características, pero el formato de protesta ya se había dado en Corrientes y Rosario, y gran parte del país tiene su ‘azo’.

–¿Podría haber otro estallido social de trabajadores y estudiantes o triunfó la lógica que desmantela lo colectivo?

–Más que un desmantelamiento del colectivo, hay una deslegitimación del actor sindical, por un lado, también hay una desmovilización generalizada. En los últimos años parece que se están deslegitimando las manifestaciones colectivas o formas de protesta que tienen que ver con la ocupación del espacio público. Además, están fuertemente regulados, como es el caso de los protocolos de protesta; Entonces todo esto opera en contra de las posibilidades de que se desarrollen manifestaciones masivas y por otro lado hay que tener en cuenta que tiene que haber un grado de coincidencia o vinculación entre diferentes actores que diagnostiquen que algo no está bien y por lo tanto, es necesario pasar a la acción colectiva. Ambos fenómenos son difíciles de encontrar hoy en día, pero un historiador nunca podría decir que no volverán a ocurrir.

*Las fotografías que ilustran esta nota fueron tomadas por Guillermo Galíndez, fotógrafo e inspector municipal, quien salió con su cámara el 30 de mayo de 1969 a fotografiar las calles. La exposición podrá visitarse hasta el 6 de junio en el Museo de la Industria.

 
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