Petro acusa a Uribe de incitar a militares a alzarse contra su gobierno

Petro acusa a Uribe de incitar a militares a alzarse contra su gobierno
Petro acusa a Uribe de incitar a militares a alzarse contra su gobierno

La imagen de Gustavo Petro sentado en una mesa de caoba frente a Álvaro Uribe, hace casi dos años, hizo que muchos se frotaran los ojos. Enemigos declarados, se faltaban el respeto desde hacía más de 20 años, personal y políticamente. Para cada uno, el otro representaba al diablo. Según los más creyentes, el hecho de que dos maneras radicalmente opuestas de entender la vida y entender a Colombia se sentaran en la misma mesa y compartieran un café se debía al crucifijo colgado en la pared detrás de ellos. De hecho, parecía un milagro.

En esa reunión -que luego se convirtieron en cuatro más- se llegó a un acuerdo. Petro, recién elegido, gobernaría con el centro, buscaría el pacto político nacional del que tantos años se habla en distintos gobiernos. Uribe, por su parte, ejercería una oposición responsable, moderada y sensata. El país necesitaba estabilidad, había que dársela. Los meses siguientes fueron de tregua, se apoyaron públicamente. Ahora, todo eso ha sido enterrado y el verdadero yo de ambos seguramente ha salido a la superficie: la naturaleza del escorpión es hundir su aguijón en el adversario.

Petro, obsesionado porque sufre un golpe blando que le impide gobernar, escuchó a Uribe decir el martes en la Universidad de La Sabana que las Fuerzas Armadas tenían que actuar contra la guerrilla del Estado Mayor Central “ya sea el presidente lo quiera o no”. “Lo peor de las Fuerzas Armadas es quedarse quietas por orden de un Gobierno”, agregó, y planteó que el ELN, grupo armado en negociaciones con el Gobierno de Petro, apoya la idea de una Asamblea Constituyente. a lo que también se ha sumado Iván Márquez, el jefe de la Segunda Marquetalia, otro disidente de las Farc. Para descifrarlo, el mensaje de Uribe es que los proyectos del presidente cuentan con el apoyo de la izquierda guerrillera.

Petro no se quedó callado y en su cuenta X, su canal de comunicación favorito, este miércoles publicó una captura de pantalla de los artículos 467 y 468 del código penal: “Es delito incitar al derrocamiento del Gobierno y tomar las armas contra el orden constitucional”. . En el segundo párrafo de los artículos subrayó en negro la frase: “incurrirá en prisión de cuatro meses a dos años”. Uribe intervino posteriormente en un foro y dijo sentirse amenazado por el actual presidente por llamar a los militares a cumplir con su deber, que según él no es otro que luchar contra el enemigo. Lo volvió a comparar con viejos líderes latinoamericanos con los que Petro ha tratado de distanciarse: “Esas amenazas de meter a la oposición en la cárcel, como lo ha hecho Chávez o como lo ha hecho Ortega (presidente de Nicaragua)”.

Ese tono incendiario domina actualmente la política colombiana. En los chats de WhatsApp de políticos e intelectuales bogotanos predomina el verbo grueso, se exploran los límites del lenguaje al punto que uno puede pensar que están hablando de un golpe de Estado. No existen las condiciones ni la voluntad para que algo así suceda. Es algo que se adentra más en el territorio de la especulación. Petro también ha alimentado este fantasma con discursos confusos y abiertos a interpretación. Su objetivo, suele decir ahora, es que sus reformas sean hechas por “el pueblo”, sin que quede claro si eso significa seguir el canal institucional. Quienes ven a Petro como un autoritario utilizan esta ambigüedad para advertir sobre un peligro para la democracia e inflamar aún más el debate público. Petro escucha ese eco y responde, y así día tras día hasta que cae la noche y los colombianos se van a dormir.

Aquellos cercanos a Petro –ideológicamente, no necesariamente personalmente– se han alineado en torno a él. “Él @CeDemocrático (El partido de Uribe) ya está hablando de guerra civil (…) provocando que el propio Ejército levante las armas contra el Gobierno”, escribió en redes sociales el presidente de la Cámara, David Racero. “Álvaro Uribe incitando a las Fuerzas Armadas a desobedecer al Presidente democráticamente electo: El Otoño del Patriarca”, dijo Gustavo Bolívar, director del DPS, entidad encargada de los subsidios. El mensaje es claro: el golpe ya no es tan suave, hay un llamado a la resurrección en marcha.

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Las cosas han vuelto a su lugar, Petro de un lado, Uribe del otro. El presidente quiere sacudir su gobierno, exprimirlo, lograr esos cambios de raíz que le resultan tan difíciles. Considera que en el Estado está enquistada una tecnocracia que convierte al sistema en un barco casi imposible de girar. Uribe está involucrado en un proceso judicial que lo tiene al borde de sentarse en el banquillo en un caso en el que hay abundantes pruebas en su contra, pero quien pensó que iba a morir políticamente en silencio se equivocó. En cualquier caso, la tregua entre ambos iba contra natura. Ha sido cuestión de tiempo que las cosas le encajen.

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