CAMAGÜEY.- Caminando por las calles y parques de Camagüey parece de repente, salvando las distancias, que estamos en la antigua Grecia, llena de bustos y monumentos, es como si a Minerva le pareciera, que nuestra ciudad era un gran paseo por donde Él adoraba la belleza y la perfección del hombre, como en el pasado.
De la misma manera, como si de gladiadores romanos se tratara, la historia quiso que dos de los más grandes guerreros de este gran Coliseo artístico que es Cuba, donde muchos aspiran a encontrar un merecido lugar en el Olimpo de los inmortales, se encontraran cara a cara, en un duelo para toda la eternidad, en la misma región cuyo rey está en el mencionado Olimpo, fácil me explico, en la tierra de Fidelio Ponce de León, existen los titanes.
Uno de estos colosos es precisamente camagüeyano, sus obras abarcan el vasto territorio de esta isla verde, para muchos es un desconocido, al parecer ese fue el precio a pagar: Esteban Betancourt Díaz de Rada. Sus bustos de Barberán y Collar en el Casino Campestre son la apoteosis de la corta trayectoria de este maestro del escultor cubano. Sus obras se resisten a perderse en el tiempo y el olvido. Incluso el bronce metálico de sus piezas fue doblado para que pudiera estampar su nombre en infinitas letras.
No muy lejos de allí, en el mismo parque, a pocos metros, frente a un templo estudiantil con historia propia, se encuentra la obra del otro gigante, el habanero Fernando Boada Martín, cuyas obras también podemos encontrar en diferentes lugares. de nuestra geografía antillana. Vivió mucho más que Esteban Betancourt, por lo que su carrera fue más fructífera. El busto de Enrique José Varona frente al popularmente llamado Pre del Casino, es una muestra de sus dotes como escultor inigualable, un maestro.
Ambas obras, realizadas por dos de los más grandes, sin duda; una batalla, un encuentro fraternal, un duelo sin rencor ni resentimiento, como debe ser.
Allí están, en silencio, tal vez elegidos por sus inigualables habilidades en el uso de esculpir armas, para compartir el mismo espacio, desafiando constantemente a Cronos, y qué mejor Olimpo que este, en una tierra de leyendas, entre nosotros, en la Tierra de Fidelio.
*El autor es especialista del Consejo Provincial de Artes Plásticas de Camagüey.
