“No quiero ayuda, lo que quiero es trabajar mientras tenga fuerzas” – .

Marian (nombre ficticio), su marido y sus cuatro hijos viven con 650 euros al mes desde el pasado mes de octubre. Dinero de las subvenciones porque ningún miembro de la familia está trabajando y con el que pagan los 400 euros de alquiler, además de los resto de gastos. “Estamos apoyando a una familia: recibos, estudios…”, explica.

La familia de Marian lleva más de veinte años viviendo en España, prácticamente los mismos que su marido ha cotizado a la Seguridad Social. Sin embargo, en enero de 2023 él perdió su trabajo, lo mismo que le pasó a ella en agosto. Y desde que terminó el paro, el único dinero que llega a su casa es a través de subsidios. “Hemos solicitado el Ingreso Mínimo Vital pero nos lo negaron porque los ingresos del año anterior eran mayores; Nos pasó lo mismo con la Renta de Ciudadanía”, lamenta. “Llevamos bastantes meses los dos buscando trabajo y no hay manera”, añade.

Ante esta situación, Marian afirma estar “desesperada”, especialmente en lo que se refiere a sus hijos, de entre 12 y 21 años. “El cambio de nivel de ingresos les ha afectado porque estaban acostumbrados a tenerlo todo, ir al gimnasio… Y Nos lo hemos quitado todo de una vez”, afirma. “Quieren que la situación cambie lo antes posible”, añade.

Ese es el deseo de los más pequeños y también el de sus padres. Por tanto, tu objetivo es intentar encontrar trabajo lo antes posible. “He enviado mi currículum a varios sitios, estoy buscando en Internet, en bolsas de trabajo, en cualquier lugar”, enumera Marian. “Pero hago la entrevista y, días después, me llaman y me dicen que han contratado a otra persona”, dice con tristeza. Mientras tanto, su marido está considerando medidas más drásticas. “Se esfuerza mucho, pero está pensando en irse del país porque aquí nada le sirve”, admite. “También se plantea ir a otras zonas de España, como Huelva, para realizar campañas agrícolas”, apunta.

La compra

«Voy por lo más básico, lo más barato; Busco ofertas por todos lados, no hay otra»

Búsqueda de trabajo

“Mi marido está pensando en irse del país porque aquí nada le sirve”

El cabeza de familia asegura que están buscando trabajo “hasta debajo de las piedras”, pero hasta el momento sin suerte. Mientras tanto, no les queda más remedio que gestionar, como pueden, esos 650 euros. “Lo estoy pasando fatal porque en casa siempre faltan cosas”, lamenta. Y Marian hace un ejercicio de Ingeniería Financiera cada vez que va de compras. “Compro lo más básico, lo más barato”, afirma. “Busco ofertas por todos lados, no hay otra”, concluye.

“Estoy avergonzado”

Cuando se le pregunta si recibe apoyo de las personas que la rodean, Marian lo tiene claro. “Saben que estamos en paro, pero el tema de los ingresos es algo muy personal y no les digo a mis amigos que lo estoy pasando mal”, afirma. “Me da vergüenza y no quiero quejarme delante de la gente; Quiero ser fuerte, como siempre lo he sido”, subraya.

Pese a esta mentalidad positiva, Marian califica de “injusta” la situación que vive. “Conozco gente que nunca ha cotizado y tiene el doble de ingresos que nosotros”, señala. “Y en cuanto a las ayudas, hay muchas cosas escritas que no tienen nada que ver con la realidad, entonces no sé dónde están los derechos de las familias que no tienen ingresos”, añade.

Niños

«Estaban acostumbrados a tenerlo todo, a ir al gimnasio… Y se lo hemos quitado todo»

En ese sentido, no entiende, por ejemplo, que a la hora de conceder las ayudas se tengan en cuenta los ingresos del año anterior. “Me dicen que no me ayudan porque ese año deposité tal cantidad que ya la gasté; Me parece injusto que me hablen de eso porque es ahora cuando lo estoy pasando mal”, explica para luego resaltar el exceso de burocracia y de plazos a la hora de realizar las solicitudes.

De cualquier manera, Marian insiste en algo. «No quiero ayuda, lo que quiero es trabajar; No estoy aquí para que me den dinero, sino para trabajar mientras tenga fuerzas y edad”, afirma. “Pero hasta ahora me han cerrado todas las puertas y, si no encuentro nada, sí necesito esa ayuda”, admite para luego destacar el trabajo de Cáritas. “Es el único lugar donde me han ayudado y lo han hecho con todo: con cariño, con ánimo, con comida e incluso cuando necesitaba pagar un mes de alquiler, libros o facturas”, afirma. Un apoyo que le permite mantener cierta dosis de optimismo. “No quiero rendirme, siempre tengo esperanza”, concluye.

 
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