“Entrega, sentido de pertenencia, voluntad, creación, perseverancia y compromiso con el pueblo”, con esas palabras resumió el maestro Reinaldo Echemendía Estrada, músico de academia, fruto de la educación artística cubana, maestro de generaciones, sus primeros 50 años de vida artística. . de artistas camagüeyanos y director del Ballet Folklórico de Camagüey.
Aquel niño que nació y creció en el barrio del Cristo, foco folclórico más importante de la ciudad de Camagüey, rodeado de grandes músicos, soneros de la ciudad que ensayaban cerca de su casa, pero también comparsas, congas y santería, convertida ya en un Reconocido creador, explicó en conversación con Granma, que la cultura popular tradicional es madre de todas las culturas, la que engendra elaboración, nuevos proyectos, porque es ese sustento popular el que da vida a la creación.
Sus inicios fueron en la Banda Provincial de Conciertos, que asegura fue una escuela que lo formó integralmente. «El clarinete me dio la oportunidad de entender cómo había que estudiar y cómo había que dedicarse a un instrumento que es una extensión de tu cuerpo, que te permite hacer todo lo que puedes dominarlo, por eso fue un desafío constante de querer hacer.
«La orquesta sinfónica fue el perfeccionamiento profesional de cómo hacer arte con el clarinete, además de darme la posibilidad y el orgullo de tener un maestro como Jorge Luis Betancourt, que me hizo ver la música de otra manera diferente, y es lo que aplico desde el punto de vista musical y dancístico en el Ballet Folklórico de Camagüey.
Este músico de formación dirige hoy una compañía de danza. Lo define como uno de sus atrevimientos, pues hasta ese momento su bagaje con el folklore era la investigación. “El Folklórico ha sido el laboratorio que me ha dado la posibilidad de aplicar todo lo que he aprendido sobre la danza y la música, ha sido el espacio de espectáculo total”.
Echemendía no utiliza la palabra Maestro sólo por respeto. Junto a la creación, ha formado a generaciones de artistas de la provincia y del país. Según sus propias palabras, la posibilidad de ejercer la docencia desde muy pequeño le permitió aprender mucho de la docencia; “Por eso me dediqué a entender cómo enseñar a los jóvenes, y esa comprensión pasa por el ejemplo. El profesor tiene que ser el primero en todo, reflexionar, ayudar y saber en qué circunstancia se encuentra ese alumno para poder distinguir y particularizar.
«Por eso trato de decirles a los jóvenes, como un pastor, todos los días, cómo debe ser este camino hacia la superación humana y técnico-artística. “Eso también tiene que ver con mi personalidad”.
Ante cada obstáculo, asegura que ha respondido con la cultura, “porque es la que permite comprender los procesos sociales, económicos y culturales, y ahí he encontrado esa luz para perseverar en la vida”.
Reinaldo Echemendía cumple con palabras claves: inteligencia, paciencia, conciencia y humildad, y las practica todos los días. “Esa humildad me permite entender, precisamente, que sin la Revolución no habría sido quien soy, por eso soy un revolucionario en concepto, un militante del Partido y de la Revolución Cubana”.
