Sobre las teclas del Stainway negro en el salón de un palacio de Madrid, Lucía Rey cuenta una historia de peregrinación, como describiendo lo que se encuentra en el camino. Su nuevo disco, ‘Nómadas’, presentado en el Día Internacional del Jazz en la sede del … SGAE, contiene la emoción por la ansiada partida, ya sea “para descubrir nuevos territorios o para buscar una vida mejor”, afirma el pianista; la tensión que precede a los pasos, el resto cuando los acompañantes cuentan sus historias –en intensos diálogos entre el piano y la flauta de Jorge Pardo o Juan Carlos Aracil–; los peligros y aliados, la llegada al destino.
En ‘Siran’, el primero de los nueve grooves del trabajo, mezcla tonalidades de “Oriente y Occidente”, apoyadas en ritmos de contrabajo y batería, en un formato de trío que deja espacio para que cada voz denote su personalidad. como ya enseñó Bill Evans hace unos años.
Lucía Rey se caracteriza por su audacia en la improvisación, el contraste que logra con los valles del blues y su alegría al tocar. Su jazz recuerda a Keith Jarret, pero evoluciona magistralmente hacia un sonido actual, como lo hace, por ejemplo, su contemporáneo Gerald Clayton. No golpea el teclado, lo acaricia y cada mano produce una sutil síncopa.
“Todo imaginación”
“Cada canción es un viaje, una narrativa de esa experiencia”, dice Rey a este diario. “Pero todos son imaginarios”. Antes de interpretar ‘El viaje del elefante’, comenta: «Hay otro tipo de viaje, muy bonito, en el que no nos movemos. Es espiritual y metafísico.
En ‘Nómadas’, que va acompañada de un libreto con frases poéticas de la autora, hay toques flamencos, árabes, caribeños y recuerdos de su infancia. Ella, con sus músicos, consigue crear atmósferas misteriosas y melodías que “no sabes de qué orilla son”, en ‘Colombianas gaditanas’ o ‘Aliquindoi’, dos canciones festivas que sirven de contrapunto a otras más introspectivas. .
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