El seguimiento y control realizado durante dos años por nutricionistas valencianos a 700 niños y adolescentes de todos los estratos sociales ha arrojado dos grandes conclusiones: que la falta de poder adquisitivo familiar es un factor clave en el desarrollo de la obesidad infantil y que … La mala alimentación es un grave problema de salud que se ha extendido a casi todos los niños españoles.
La certificación de la primera conclusión es absoluta. La falta de medios económicos familiares y la obesidad son directamente proporcionales. El sobrepeso y la obesidad duplican su prevalencia entre los niños de 5 a 14 años cuando tienen padres con una fuerte diferencia de poder adquisitivo.
La verificación no es sólo el resultado de las respuestas dadas a los cuestionarios. Los expertos del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad Valenciana, autores del estudio, han monitorizado el peso, la talla y las medidas de cintura y pliegue abdominal de estos niños durante 24 meses. El resultado es que entre los hijos de quienes podrían clasificarse en la clase media y alta (hogares con ingresos anuales superiores a 36.000 euros), el sobrepeso y la obesidad afectan a menos de uno de cada cuatro (23%).
Sin embargo, entre quienes están cerca o sumergidos en la pobreza, con menos de 12.000 euros de ingresos al año, sólo la mitad de los niños y adolescentes sufren exceso de masa corporal. No sólo la distancia entre los extremos socioeconómicos es abismal, sino que los niños pobres tienen diez puntos más de sobrepeso que la media de los niños españoles de su edad, un 55% más.
Las pantallas digitales no sólo fomentan el sedentarismo, son la puerta de entrada a publicidad repleta de productos poco saludables
Estos niños pobres y obesos forman parte del 40% de niños cuyas familias tienen dificultades para pagar los alimentos que les gustaría comprar y, sobre todo, forman parte del 6% de hogares que muchas veces ni siquiera tienen medios para comprarlos. comida, al igual que con Muchas veces compran poca variedad de productos y siempre los más baratos. Esta conclusión coincide en gran medida con la de otro estudio publicado la semana pasada por nutricionistas de la Universidad San Pablo CEU, que indicaba que los niños pobres combinan la desnutrición procedente de alimentos con pocas vitaminas y minerales con la desnutrición por exceso de grasas saturadas. Esto es un peligro a edades tempranas, pero aún más a medio y largo plazo, ya que el 70% de los niños obesos acaban convirtiéndose en adultos obesos.
La alimentación poco saludable llega a través de las pantallas
Pero el trabajo de los nutricionistas valencianos hace que un segundo aviso, si cabe, más preocupante que el primero. Han comprobado que una nutrición inadecuada, en mayor o menor medida, afecta a prácticamente todos los niños analizados, independientemente de su edad y de si pertenecen a familias pobres o acomodadas. Nueve de cada diez, el 86% para ser exactos, no cumplen con los requisitos de la dieta mediterránea y necesitan mejorar su alimentación. Dos factores lo dejan muy claro. El 65% de ellos, algo más de dos de cada tres, no alcanza la ingesta mínima diaria de frutas y verduras marcada por los expertos. Y, además, uno de cada tres supera la cantidad máxima de azúcar que es saludable consumir a diario.
Los investigadores afirman que además de los ingresos, otros dos factores contribuyen a la adquisición de estos malos hábitos alimentarios. El estilo de vida sedentario. El 30% de los menores no practica ejercicio ni realiza ninguna actividad física excepto las exigidas en el colegio y están pegados a pantallas electrónicas entre dos y tres horas al día. De hecho, estas pantallas son la principal puerta de entrada a la publicidad de alimentos no saludables. Publicidad que lleva a los niños a exigir y a las familias a adquirir un exceso de refrescos ultraprocesados, azucarados y precocinados y a olvidarse de los productos frescos (frutas, verduras, pescado), casi inexistentes para la publicidad.
