El asalto al Cuartel Goicuría

El asalto al Cuartel Goicuría
El asalto al Cuartel Goicuría

Recordar el asalto al Cuartel Domingo Goicuría, perpetrado el 29 de abril de 1956 en el centro de la ciudad de Matanzas, trasciende a la occidental urbe cubana por la significación histórica de la acción desempeñada por un combativo destacamento de jóvenes revolucionarios que, sin embargo, No lograron cumplir sus objetivos militares y muchos fueron masacrados por la tiranía de Batista.

A 68 años del suceso –cuya audacia aún deslumbra– se recuerda con admiración al organizador y minucioso líder del proyecto, Reynold García García, quien reunió y preparó con gran disciplina al grupo de 55 combatientes involucrados en la operación, que perecieron aquel día.

Reynold fue un trabajador previamente forjado en las filas del Partido Auténtico y sus subordinados en el asalto, aunque afiliados a diferentes organizaciones políticas, coincidieron con él en los presupuestos patrióticos y en la valentía que los impulsó a luchar contra el orden de un gobierno injusto. . asesino y rendidor.

Desafortunadamente, él fue una de las primeras víctimas fatales cuando se acercaba el mediodía de ese domingo.

Sólo el primero de los seis camiones ejecutores logró tomar por sorpresa a la guarnición del cuartel e ingresar a la plaza central, y el vehículo en el que viajaba el líder fue ametrallado frente a las puertas de ingreso y cayó muerto en el acto. , frente al enemigo.

Según conclusiones a las que se llegó tras evaluar rigurosamente los hechos, tras los sobresaltos del momento, se concluyó que en el asalto sólo murieron cinco combatientes, entre ellos Reynold.

Sin embargo, el escalofriante resultado final reportó la muerte de 15 jóvenes revolucionarios, la mayoría asesinados al azar tras su captura, ya sea dentro del perímetro o en la feroz persecución desatada por la ciudad.

Esto demuestra la barbarie marcada por la represión de los esbirros de Fulgencio Batista, encabezados por el famoso jefe de esa guarnición, quien respondía al sorprendente nombre de Pilar García, quien ocultaba a una sádica asesina apodada La Hiena, un sujeto con la macabra afición de tomar fotografías. . sonriendo junto a los cuerpos masacrados de sus víctimas.

Preparar concienzudamente la acción, sopesando pros y contras, fue la línea que siguieron Reynold y quienes le brindaron su más cercano apoyo como Teodoro Enrique Casado, dueño de la finca Las tres ceibas, donde se concentraban los combatientes, y también colaboraba en las tareas. . búsqueda de armas, transporte y otros suministros.

Era muy difícil recolectar armas y reunirse clandestinamente en la Cuba de entonces, nación donde rebeldes y revolucionarios eran torturados y asesinados, y esto provocó demoras, pero finalmente reunieron cinco ametralladoras, 14 rifles, 109 granadas, algunas carabinas, algunos revólveres. y armas.

Por supuesto, tal alijo resultó insuficiente e insuficiente para todos los que participarían, algo agravado por el mal estado técnico de algunas piezas. Sin embargo, esto no los hizo desistir y se dedicaron a lograr sus objetivos sin darse por vencidos.

La carrera de Reynold García siempre lo ha avalado como un hombre de honor, altamente tenaz, que desde finales de 1955 había concebido una acción armada para ayudar a derrocar a Batista. Cuando pensó en la acción del asalto a la “Goicuría” la visualizó como un golpe notable a la dictadura, que podría derivar en la entrega de armas al pueblo dispuesto a luchar.

Sus compañeros sabían que admiraba las acciones revolucionarias del 26 de julio de 1953: los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente. Estaba convencido de que la lucha armada era el camino.

Pero sus valientes esfuerzos con las armas no dieron los resultados esperados a pesar de tener los planos del cuartel y haber recibido un entrenamiento militar elemental.

Por otra parte, él y su destacamento rebosaban audacia y coraje, aunque también conspiró en su contra el incumplimiento del llamado factor sorpresa, que facilitaba, por así decirlo, las posibilidades de victoria ya sobre el terreno.

Los analistas valoran que el ametrallamiento y muerte del líder de la acción jugó un papel inesperado y decisivo en el fatal final, ya que cuando su vehículo se detuvo lo dejó atravesado en medio de la carretera que debería haber estado despejada durante el resto de su viaje. compañeros, lo que provocó confusión en las filas de los atacantes, que tuvieron que intentar retirarse.

La importancia de este acto de consagración revolucionaria se ha medido desde entonces por el valiente y decidido gesto de entrega a la Patria que representa, por el enorme simbolismo que conlleva como mensaje de civismo y combate de la juventud cubana, de su pueblo. .

Por eso, se ha ganado un lugar duradero y está siempre en la memoria de quienes honran sin falta a sus protagonistas, especialmente a los que cayeron ese día y a los que defendieron sus ideales.

Los asesinados de manera salvaje eran arrojados a una fosa común donde el pueblo obstinadamente iba a buscarlos, como suele ser habitual, para honrarlos y seguir admirándolos, apegándose a sus principios.

 
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