Milei logró superávit fiscal y va por el político en el Congreso – Opinión – .

El presidente Javier Milei utilizó la cadena nacional a principios de la semana pasada para arrojar luz sobre lo que considera su principal logro: haber terminado los primeros tres meses de su administración con un superávit financiero que no tiene precedentes en los últimos 16 años. El monto fue de mil 130 millones de pesos. La base del tremendo ajuste fue el recorte del gasto ya que la recesión arruinó la recaudación.

En un país devastado por crisis desde hace 80 años, la economía gobierna la política, pero ésta no desaparece. Al día siguiente el activismo universitario de la UCR organizó una marcha opositora a la que se sumaron dirigentes como Sergio Massa y Cristina Kirchner, prudentemente desaparecidos de la escena pública.

Fue una movilización por la “caja” con dos características sobresalientes: no estuvo liderada por ningún líder político y alcanzó una masividad inesperada. Una marcha que demostró la ausencia de dirigentes y preocupó a la Casa Rosada.

El desempate de este tira y afloja por la escasez de fondos pasará mañana a la Cámara de Diputados con el tratamiento de la Ley de Base y la reforma tributaria. Servirá para medir la fuerza política de Milei y la viabilidad institucional de sus medidas económicas.

El gobierno aún no ha aprobado una sola ley del Congreso y ha tenido dos serias derrotas: el Senado rechazó el DNU 70 y en la Cámara de Diputados la primera minoría de Unión por la Patria desalojó la primera versión junto a la UCR y el peronismo. de la Ley de Bases.

En este marco, la aprobación de ambos proyectos es imprescindible por al menos tres motivos. El primero, que permitirá medir hasta dónde se puede llegar en la consolidación macroeconómica. En segundo lugar, mostrará la posibilidad de armar una alianza proinstitucional que evite futuros conflictos de poder y, finalmente, servirá a los inversores y, especialmente al FMI, para verificar el futuro de las reformas que impulsa el Presidente de la Nación. solo hasta ahora. . La famosa ampliación de la “base política” del ajuste.

El texto que se debatirá en la cámara es básicamente la autorización para que el Poder Ejecutivo continúe con su tarea de reducir el abrumador gasto estatal que agotó la economía y destruyó la moneda. Pero más allá de este principio general, la toma de posiciones entre los distintos bloques demostrará los efectos de la inesperada victoria electoral de Milei y su impacto en la reorganización del espectro partidario.

Si la primera “víctima” del triunfo presidencial fue el PRO, en las últimas semanas se pudo comprobar que tuvo un impacto no pequeño en la UCR, empujándola hacia la fragmentación.

Por un lado, el sector loustosista organizó una gran marcha opositora, mientras que por el otro, un grupo de diputados nacionales impulsó una amplia reforma laboral que el sindicalismo peronista rechazó. Esta última medida puso al bloque heterogéneo (HCF) de Miguel Pichetto en pie de guerra. El oficialismo quedó entonces en medio de la disputa entre sus dos supuestos aliados “diálogos”, porque necesita el aporte de ambos para lograr la mayoría.

La principal denuncia de Pichetto fue contra el presidente del bloque de la UCR, Rodrigo de Loredo, quien había acudido solo a la Casa Rosada y prometió reformas sin consultar a colegas y correligionarios. Lo mismo pensaron radicales como Facundo Manes, quien aportó ocho diputados a una sesión organizada por el kirchnerismo para aumentar el gasto universitario pero que fracasó por falta de quórum. A ese intento Martín Lousteau aportó seis y el bonaerense Maximiliano Abad, uno.

Al final resultó que, Lousteau negoció su propia “reforma” laboral con la CGT, mientras se multiplicaban las versiones sobre el desplazamiento de Loredo de la presidencia del bloque. Finalmente se cortó el hilo por su parte más fina. Había luz verde para una “reforma” que no afecta a los fondos de los sindicatos (seguirán vigentes las cotizaciones obligatorias a los no afiliados) pero que deroga beneficios para los trabajadores como la ampliación del período de prueba o la reducción de las indemnizaciones. Nada nuevo para los sindicalistas que dirigen sindicatos poderosos con miembros cada vez más pobres.

Por su parte, el radicalismo, como lo define un importante legislador del sector, “está todo roto”.

La reforma fiscal también sigue la lógica de fortalecer las arcas políticas. La restitución del impuesto a la renta de los salarios más altos se distribuirá entre las provincias y la Nación. De ahí que se espera que los gobernadores peronistas y radicales aporten legisladores para su aprobación.

Si se quiere mantener el superávit, el camino es más hacia el aumento de los ingresos que hacia el recorte del gasto, porque este último camino prácticamente se ha agotado. Prueba de ello fue la respuesta del aparato político que controla el presupuesto universitario y que le propinó la primera derrota en la calle a Milei.

 
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