A cincuenta años de su disco “A Jujuy siempre se Volver”

Por Oscar Augusto Berengán

músico/escritor/investigador

Cuando Don Pablo Balduin, ese mismo año 1974, me regaló esta colección de composiciones musicales de un Jujuy completamente folclórico, fue porque ya me había hecho sentir. Sucedió que, además de María Adela, su hija que años después me dio tres hijos, ambos nombres y circunstancias fueron para mí el mayor consuelo para regresar constantemente a esta también mi provincia y desde el principio la autorreferencia vale la pena. Muchos han cantado a Jujuy y solo para mencionar algunos nombres relevantes contemporáneos de Jorge Hugo Chagra en su misma calidad de solista, nombro: Marta Mendicute, Atahualpa Yupanqui, Jorge Cafrune, Coya Mercado, etc. omisiones ya que, por supuesto, la lista supera a las pocas mencionadas tanto en calidad como en cantidad. Aunque no quiero omitir a los Guitarreros anónimos y como diría Atahualpa Yupanqui en su “Payador Perseguido”: “Algunos cantaron bien / otros pobres, más o menos / pero no eran canciones ajenas…”, y aquí me gustaría para hacer referencia a esos humildes cantores, nocturnos de cacharpayas sin mayores pretensiones de trascendencia pero que, también, se siguen emocionando cuando repiten en sus noches de ausencia: “Jujuy, ¿cuándo volveré…” Las mismas noches que inspiraron a Chagra cuando dio nos cuenta el suyo: “A veces pienso que el solar de Jujuy es un largo sueño…”. Trasnoches alejadas de su provincia que, para acallar las ausencias, quiebran la voz en: “…Jujuy, eres Historia, eres leyenda, eres clamor…”, como si cantaran el Himno Nacional, ni más ni menos. .

Un verdadero consuelo para quienes, en busca de mejores oportunidades laborales o de estudios superiores, dejan atrás el río Las Pavas. Todos ellos, o la mayoría, y ya atrapados por los caminos del extrañamiento, están atrapados por la quintaesencia de la nostalgia.

Y si no fuera así, que me nieguen los desvelados cuando en tertulias de guitarras y tambores evocan la tierra, pensando en el regreso.

Sucede que como frase ya nos lo señaló nuestro cantante, desde su hermosa zamba “A Jujuy siempre se” y apenas escuches sus canciones, es muy probable que algún lagrimón rebelde quiera mostrarse. Previo y antes de abandonar el pago y como ritual, para asegurar un retorno, estos jujeños, ¿habrán bebido agua del Xibi Xibi? Tal vez sea así, tal vez no. No hace falta que lo haga porque ya nos recordó: “Siempre vuelve Jujuy / tierra que te quiero tanto…”. Junto a su faceta guitarrera, Pollo Martínez quien supo acompañar y armonizar maravillosamente la voz del cantante, adornando desde su instrumento todos y cada uno de los diez temas que componen este hoy, recordado formato en Long Play.

Es que Chagra supo y quiso ahondar en el alma y el espíritu de sus arquetipos compovincienses “desde dentro” y así se vieron celebrados en “Zamba para un Maestro Puneño”. También el minero trabajador y anónimo en hermoso aire huayno: “Me voy a Zapla”. La historia de Jujuy y su epopeya independentista no estuvo ausente en esta denominación de hechos que resaltaron la valentía, el coraje y el sentido de Patria que animaron a aquellos paisanos, en el tránsito de Colonia a Nación. No dudaron en dejar atrás su patria, sacrificando sus pertenencias por muy humildes que fueran, y sumarse así a la vocación de libertad y nombro “La Veintitrés de Agosto”, otra zamba emblemática que resuena con fuerza evocadora, ya que desde En un rincón lejano se recuerda la hazaña del Éxodo jujeño.

Más atrás en el tiempo histórico, Jorge Hugo Chagra se inspiró para resaltar la figura y la epopeya del valiente guerrero Viltipoco, cuando defendió sus dominios ancestrales de los conquistadores españoles con armas claramente desiguales. Con vehemencia y talento poético musical supo plasmar, desde su Marcha de Guerra, la epopeya truncada de un valiente hijo de esta tierra. Cada una de las restantes composiciones que componen su disco “A Jujuy siempre se Volver” merecen una mirada más cercana. Es que detenerse a escuchar atentamente y disfrutar su emotiva voz alejada de alambicciones ya amerita citar nuevamente a Yupanqui: “No tengo chirridos / ni los necesité jamás / canté toda mi vida / como ahogando un grito… “.

Creo, como don Ata, que a Chagra no le interesaba demostrar el virtuosismo de un cantante; le bastó la emoción y el convencimiento al cantar su discurso poético. Claramente, no lo motivaban pretensiones de lucir vibratos sostenidos o prolongados que adornaran su canto criollo. Sin duda, supo ponerse detrás de la palabra cantada, para celebrar su tierra: “…Jujuy, eres flor de lapacho, de cardón…”. Quizás y como quien se suma a muchos de sus paisanos cuya vida también los llevó lejos, quiso contarnos otros paisajes. Aquí, la selva misionera se presenta en todo su esplendor, para resaltar los perfiles profundos y folclóricos de aquel habitante anónimo de una exuberante provincia de la Mesopotamia argentina. No dudo que su colega y fiel exponente del canto de esa tierra, Ramón Ayala, debió quitarse su amplio sombrero, luego de escuchar “Sapukay” (Galopa) como una verdadera forma de celebrar la inspiración poética musical del cantante.

Pude conocer personalmente al creador de “Sapo Cancionero” cuando, siendo responsable de Patrimonio Musical de la Universidad Nacional de Jujuy, viajé a la ciudad de Salta para entrevistarlo en su lugar de residencia, donde pasó su últimos años. Me encontraba realizando tareas de recopilación de lo que, en 2011, presentamos como corpus bibliodiscográfico, en el Centro Cultural “Tizón” de esta ciudad: “Música tradicional criolla de la Provincia de Jujuy, Rescate, Revalorización y Difusión”.

Chagra me contó los años que pasó en Misiones cuando por razones de su profesión tuvo que trasladarse a esa provincia. También esa tarde pude ver y admirar parte de su obra pictórica, bellamente documentada en selvas y ríos misioneros, así como sus paisajes figurativos de nuestra provincia. Sin duda, Jorge Hugo Chagra fue un hombre de múltiples talentos al servicio del arte, los cuales demostró a lo largo de su extensa y fructífera vida. Se espera que de esta conmemoración surja la iniciativa de un homenaje público a tan distinguido artista, en el aniversario 50 del lanzamiento de su disco “A Jujuy siempre se Volver”.

Y aquí finalmente vale la pena recordarlo: las personas que no reconocen ni valoran sus arquetipos están destinadas a la colonización cultural.