En una ceremonia cargada de historia, el Gobierno colombiano extendió formalmente una disculpa a las comunidades indígenas de la Amazonía, víctimas de un período brutal de violencia y esclavitud vinculado a la explotación del caucho durante los siglos XIX y XX. Esta situación provocó la muerte de aproximadamente 60.000 indígenas, según cifras oficiales.
El evento tuvo lugar en Casa Arana, lugar que sirvió como eje central en la recolección del caucho y que, hasta el día de hoy, simboliza la atrocidades cometidas contra los pueblos indígenas Uitoto, Bora, Ocaira y Muinane. Representantes de estos pueblos, ataviados con trajes típicos, recibieron con cantos tradicionales al ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes, Juan David Correa, en una ceremonia que se desarrolló en la triple frontera entre Colombia, Brasil y Perú.
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En su discurso, Correa señaló la importancia de reconocer los horrores que viven estas comunidades y expresó que “hoy debemos mirarlos a los ojos y pedirles perdón. “La sociedad occidental, los colonos, los empresarios (…) fueron crueles contra ti, contra tu pueblo”. El administrador de cartera reconoció el genocidio ocurrido en la región amazónica, donde miles de indígenas murieron a causa de trabajos forzados, torturas, hambrunas y enfermedades, todo ello agravado por las condiciones inhumanas a las que fueron sometidos.
Anualmente y desde 1988 se realiza un encuentro de comunidades indígenas en las cercanías de La Chorrera, Amazonas, específicamente en la Plaza de la Casa Arana. Este evento sirve para recordar el otorgamiento del resguardo indígena de la propiedad Putumayo, acto formalizado por el presidente Virgilio Barco que marcó el primer reconocimiento territorial de estas comunidades.
Durante la época de la fiebre del caucho, estas tierras eran consideradas tierra de nadie, hasta que los conflictos bélicos entre Perú y Colombia definieron límites y permitieron operar a las empresas caucheras.
Este reconocimiento coincide con el centenario de La vorágineuna novela del autor colombiano José Eustasio Rivera que narra el cruel trato recibido durante la fiebre del caucho, período que marcó la historia de la región entre 1879 y 1912. La novela es considerada un pilar de la literatura colombiana y un ícono del realismo social latinoamericano. . .
Ángel Cerayitoga, líder de los pueblos indígenas de la zona, habló en el evento recordando que ““Aún quedan muchas historias no contadas sobre las experiencias durante la época de Casa Arana”. Esta hacienda era propiedad de Julio César Arana, empresario y político peruano que construyó un imperio cauchero financiado con capital inglés.
Los crímenes cometidos bajo su administración llegaron a oídos del Parlamento británico, lo que llevó a Arana a admitir parcialmente su responsabilidad en las atrocidades, tras una investigación realizada por el cónsul británico en Río de Janeiro, Roger Casement, en 1913.
La transformación de Casa Arana en una institución educativa, aunque necesita mejoras, busca “enfatizar que la educación es clave contra la barbarie histórica”, según la gente. Mientras que la antigua plaza, escenario de sangrientos hechos, requiere atención para seguir sirviendo como zona deportiva.
La propuesta de creación de la Universidad Indígena en La Chorrera apuesta por la preservación de los conocimientos ancestrales. “Esta es una comunidad muy espiritual, pero el hombre no vive sólo de espíritu, necesitamos un presupuesto y acceso a la tecnología”. expresó Edwin René Teteyé, haciéndose eco de las necesidades de la comunidad.
En respuesta, el ministro Correa aseguró que se esforzará por mejorar la frecuencia de los vuelos a la región a través de Satena, prometiendo además fortalecer la identidad a través de la recuperación de las lenguas y la conectividad: “Vamos a regresar a La Chorrera y recuperar su dignidad , trabajando en sus lenguas amazónicas. “Vamos a recuperarlos a través de la conectividad”.
