Los políticos necesitan interiorizar que no son menos, pero tampoco más, ciudadanos, que están exclusivamente a su servicio, defendiendo los intereses generales, por eso se les llama “servidores públicos”. Para dedicarse a la política la decisión debe evaluarse tras una triple reflexión madura: 1º) qué puedo aportar con mis conocimientos y formación. 2º) mi exposición pública implica escrutinio y supervisión de mis acciones públicas y personales e incluso limitación de las actividades de familiares y amigos. 3º) no es un trabajo, es un servicio a los demás limitado en el tiempo. Es muy valiente quien luego de dicha reflexión da un paso adelante, sin embargo, lo que se establece es el ego, el poder personal y la falta de formación y escrúpulos, lo que se traduce en falta de estilo en las acciones políticas.
En los últimos tiempos asistimos a una autodegradación política sin precedentes, donde se toman decisiones políticas muy discutibles y en las que ya no se disimula ocultar que se hace por intereses partidistas y particulares. El colmo es que los rivales políticos no pueden discrepar ni criticar, incluidos sus socios, y menos aún los medios de comunicación, que en lugar de ofrecer información veraz y una visión crítica de la realidad política, tienen que someterse a las instrucciones de quien gobierna. Todo está tan intencionadamente polarizado que el vestuario, el maquillaje, las historias y los slogans no pueden ocultar la falta de estilo, máxime cuando sin reparos dicen que cuentan con nuestra aprobación. No, no hemos votado por que descalifiquen, insulten, menosprecien o actúen en su propio interés, ni que destinen nuestro dinero a contratos millonarios para artistas de televisión, a material sanitario defectuoso por el que no se reclama importe, a empresas señaladas realizadas por familiares, hasta investigaciones por medios ajenos o la creación de comisiones de investigación que no sirven más que para exaltar sus propios egos. Los hemos designado para trabajar por y para todos, en materias como vivienda, trabajo, dependencia, salud, agricultura, justicia, protección de la mujer, etc. Sin embargo, el personal y los recursos públicos están destinados a la distracción, la polarización, la tensión, todo lo necesario. para su propio beneficio. Aunque no todos los políticos son iguales, consienten el ambiente creado y mantenido por sus líderes, donde se han instaurado mentiras e insultos, y son tolerados por el resto. Lamentable. No hay sólo falta de educación o de saber comportarse, sino de responsabilidad, de honestidad, incluso de escrúpulos, digamos una falta absoluta de estilo para desempeñar cargos públicos. Y no me refiero a la imagen, la vestimenta, los perfiles en redes, no, tener estilo en política significa olvidarse de uno mismo para dedicarse de manera exclusiva, legal y responsable, a los demás, y que eso sea tan valorado por la ciudadanía que deje un huella en la persona. Eso está detrás de esa acción política, eso es tener estilo. Actuar antes que la personalidad. Los empleados públicos tienen deberes, un código de conducta y principios éticos establecidos normativamente que deben cumplir. Estos incluyen velar por los intereses generales con sujeción y observancia de la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico, actuando conforme a los principios de objetividad, integridad, neutralidad, responsabilidad, imparcialidad, transparencia, ejemplaridad y honestidad. Sus acciones perseguirán la satisfacción de los intereses generales de los ciudadanos independientemente de cualquier otro factor que exprese posiciones personales, familiares, corporativas o clientelistas. Más aún, quien las dirige es la cabeza visible de la acción pública que afecta directamente a la ciudadanía. Principios, educación, ética, moral, fundamentos de la vida misma en los que se incluye la política. Ya se sabe que no sólo hay que ser honesto sino parecerlo; Eso es tener estilo.
*Abogado
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