Jóvenes reparten guiso y bocadillos en occidente

Jóvenes reparten guiso y bocadillos en occidente
Jóvenes reparten guiso y bocadillos en occidente

Sofía Quilapi Tiene 26 años, estudia Derecho y es madre soltera de un niño de dos años. También está a cargo del grupo de jóvenes de la iglesia al que asiste desde niña, y en ese lugar continúa encontrando la protección y el apoyo de muchos que la aman y ayudan. Pero ella no se lo guarda para ella, sino que busca a alguien que le devuelva ese apoyo.

Los jóvenes occidentales preparan comidas para otros jóvenes. Foto cortesía.

Desde la pandemia, este grupo de jóvenes ha realizado diferentes acciones para ayudar a quienes menos tienen. Preparaban comidas, entregaban cajas de mercancías, juntaban ropa, hacían tortas fritas y todo lo que se les ocurría.

Ahora, desde hace un mes, comenzaron a repartir comida para la cena, todos los lunes a las 21.30, en la plaza ubicada en Novella y Racedo. Ya prepararon tallarines con tuco, arroz guisado, guiso de lentejas y sándwiches de milanesas, que regalaron de forma solidaria a quienes acudieron.

“El lunes pasado eran en su mayoría niños de entre 13 y 15 años”, dijo con dolor la joven, quien contó que también llegan adultos en las calles y muchas mujeres con sus hijos pequeños.

Jóvenes de una iglesia occidental solidaria.

Solidaridad que no es suficiente

Hasta el momento han logrado preparar 40 comidas diarias, aunque saben que deben hacer más, ya que cada vez viene más gente, pero hacen lo que pueden con la comida que pueden conseguir.

“Siempre nos quedamos cortos, pero es lo que está a nuestro alcance. El trabajo que hacemos es del esfuerzo de nosotros mismos, los niños y la iglesia”, compartió la joven. Las comidas se preparan en la casa de pastores, ubicada al lado de la iglesia, entre los barrios Hipódromo y Cuenca XV.

Todos los lunes, además de entregar la comida, los jóvenes comparten la palabra de Dios y cantan con los que acuden. “Siempre viene un señor y dice que no necesita cenar pero que le gusta lo que cantamos, le gusta escuchar cómo oramos, dice que le llena el alma”, dijo.

“Lo poco que tenemos lo sacamos afuera, hacemos lo que podemos aportar”, dijo entusiasmado Quilapi. El lugar que eligieron para entregar la comida está a unas 8 cuadras de la iglesia y aunque durante el día puede haber niños jugando, por la noche es un mundo diferente.

Pero los jóvenes cargan esos platos de comida en compañía de otros miembros de la iglesia, quienes los ayudan y protegen de cualquier cosa que les pueda pasar. “Somos muchas mujeres, por eso siempre vamos con gente estupenda que nos acompaña y nos cuida”, afirmó.

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“Vamos, entregamos comida y les decimos que somos de la iglesia y que creemos en Dios, en Jesús y que queremos llevar su mensaje, y los invitamos a las reuniones. Y luego nos quedamos cantando entre nosotros y la gente se sigue acercando”, describió la joven, quien se muestra muy entusiasmada con esta tarea solidaria.

Sofía dijo que todos los lunes charla con las diferentes personas que acuden a buscar su plato de comida y recordó que el lunes pasado una joven que vive en la calle le dijo que le gustaba ir porque le transmitían “buena energía”.

 
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