El libro gordo de César Aira – .

El libro gordo de César Aira – .
El libro gordo de César Aira – .

aira abre su inmensa e increíble Diccionario de autores latinoamericanos con una Advertencia que cierra una dedicatoria a Susana Zanetti, “por sus generosos préstamos de libros”. Es la última línea, despegada del resto, como si el autor hubiera estado a punto de olvidarla pero al mismo tiempo como si ahí estuviera lo más importante a señalar: que el Diccionario…es un libro hecho con libros, un ecosistema monumental de circulación de lecturas. En cada una de las líneas de texto se lee lo que otros han leído, decenas de miles de títulos, casi 1.300 entradas en 700 páginas por las que circula como savia la pasión por la lectura.

Los “generosos préstamos de libros” tal vez subrayan una opción por su fisicalidad, justo antes de que comience su desmaterialización (Aira completa el Diccionario…en 1985). Libros que se prestan de mano en mano, que son gruesos o finos, que incluyen géneros menores como la contraportada o la solapa, y que tienen arquitecturas propias y singulares.

Es de libro en libro que Aira teje cuidadosamente la línea de vida de cada escritor incluido en el Diccionario… Prácticamente no hay citas de las obras mencionadas, pero sí citas de comentarios sobre las obras, y de un número proliferante de títulos, que al ponerlos allí se convierten en algo más que información bibliográfica de referencia. Cada título es una especie de oración resonante, y en ese cúmulo de resonancias la descripción de la obra de cada escritor se transforma en algo lleno de imágenes diversas y sonidos mágicos, una música latinoamericana.

aira ¿Trabaja conceptualmente sobre el diccionario como forma clásica, pero más sobre la figura del escritor? Capaz de imaginar un libro como este: una mezcla de biógrafo, crítico, estudioso, narrador, editor, transcriptor. Como si todo eso fuera sinónimo de otra cosa; como si ese escritor? era un lector. Para ser escritor, ¿primero hay que ser un gran lector?

En manos de Aira, cada entrada es una historia de gran bondad, una historia. Hay en los párrafos de Diccionario…un arte de brevedad y collage, de adjetivos, un juego muy impresionante con la expectativa de frases.

El trabajo de aira en eso Diccionario…es del momento en que escribió Ema cautiva, La luz argentina, La oveja, El vestido rosa, quizás sus libros en prosa más lúcidos, relajados y cautivadores. Después de dos años de silencio, en 1987, con el bautismosu obra cambia, toma “otros rumbos”, desarrolla un pensamiento sobre la mala literatura, pone en tensión el significado de la obra literaria.

En eso Diccionario…Aira siempre encuentra la historia óptima para narrar estas “vidas cortas”, casi sin importar la importancia o el juicio que el Diccionario… exprese sobre el escritor narrado. Todas las entradas pueden leerse por el simple placer de conocer la vida de aquel escritor contada por César Aira.

Consulte las pruebas

La brillantez inventiva de las entradas ocurre en cualquier punto de las entradas, si no sucede todo el tiempo. Sobre el mexicano Miguel Acuña, nada más abrir el libro, dice que “según la leyenda, las lágrimas continuaron brotando de sus ojos muertos durante el velorio”.

“Sus libros no pasan de las cien páginas y nunca decepcionan ni sorprenden”, comenta sobre Augusto Monterroso. Sobre Martínez Estrada dice: “Su fobia al peronismo (y a los “negros” que lo representaban en la clase media) fue tan virulenta que pasó cinco años en cama, enfermo de una enfermedad intrigante (“neurodermitis melánica”) que transformó su piel. oscuro y provocó un picor irresistible. “Se curó el día que cayó Perón”.

Eduardo Mallea fue “un autor siempre feliz en elegir títulos”; el venezolano Rafael María Barralt, “el primer escritor de su país al que se le erigió una estatua”; Mafud do malungo, libro de Manuel Bandeira, se traduce como “Feria de atracciones para amigos”. El mexicano Juan José Arreola, sin estudios formales. Trabajó en la editorial FCE, “donde la corrección completó su formación humanística y la escritura de solapas le enseñó la concisión, que sería una de las características salientes de su estilo”.

Definir La excursión a los indios ranqueles como un “libro extremadamente delicioso y antiépico”. Su mayor eficacia novelística reside en el contraste entre el entorno y los personajes bárbaros, y el locuaz clubman que cuenta la historia”.

“De todos los buenos novelistas de América Latina en el siglo XIX, ninguno puede igualarlo. Su lugar está entre los más grandes: habría que pensar en Henry James o Flaubert para incluirlo en la empresa que mejor le conviene”, dice de Machado de Assis.

Del nombre de un editor de Nicolás Olivari, Llosibol & Midedogapa, aclara que significa “pagado de mi bolsillo”.

A Alejo Carpentier se le reprochan “los frecuentes recordatorios de sus prestigiosas amistades, como ‘estaba hablando precisamente de eso con Graham Greene’, ‘como le dijo hace poco Antonioni a un amigo mío’, ‘Sergio Eisenstein, que era mi amigo’ , ‘Hablé de ello especialmente con Michel Leiris’”. y comenta sobre Pasión según GH (1964), “la novela más extraordinaria (de Clarice Lispector), con sus doscientas páginas dedicadas a la lenta reflexión, que se profundiza en una vertiginosa espiral especulativa, de un ama de casa que intenta decidir si debe comerse o no la pasta del interior” de una cucaracha que ha aplastado con la puerta de un armario”.

Sobre José S. Álvarez, Fray Mocho: “La S. de su firma fue un enigma hasta 1979, cuando el investigador Pedro Barcia descubrió la partida de nacimiento del escritor: su segundo nombre era Zeferino”. En cuanto a Sor Juana Inés de la Cruz y su “Primer sueño con ella”, “La última letra del poema, la ‘a’, es la única marca genérica, y por tanto autobiográfica, del poema”. Las citas han sido tomadas al azar, abundan.

Algunos elementos reaparecen en la vida de estos escritores: la familia, los estudios, la política, Europa, el indigenismo, las vanguardias, la lengua. Algunos son “ricos”, otros son “muy ricos”. A todos aira Les confiere la misma dignidad admirable (como si existiera cierto deber de caballerosidad en la lectura).

En el tono de la escritura, que es la manera de pensar, se lee la presencia de un escritor único todo el tiempo. Contrariamente a lo que cabría esperar, no se encuentra en este diccionario el tono polémico de sus otros textos sobre escritores.

La descripción de los libros, de la que sólo un elemento es la trama, es precisa y muestra su compromiso. “No fue un crítico imparcial, ni siquiera justo”, señala sobre el colombiano Miguel Antonio Caro.

Las virtudes del escritor quedan definidas en la entrada dedicada al dominicano Juan Bosch: “un profundo conocimiento de la vida y un estilo muy personal”.

Todo lo que se menciona en el Diccionario…. Está perfectamente atribuido. Es a lo largo de las páginas, en las mismas entradas, que Aira declara los libros que ha consultado para obtener la información que expone. Cuando un comentario no proviene de su experiencia de lectura directa, siempre lo hace explícito. O cita la fuente o recurre a expresiones como: “se dice”, “se clasifica”, “pasa a ser”.

¿Cómo leer un diccionario? ¿Busca preferencias de autor? ¿Contrastando tus propias lecturas? ¿En busca de descubrir nuevos autores, libros desconocidos? Un diccionario es una especie de cuento sin cabeza, sin linealidad, ya que el uso del criterio alfabético tiene que ver con un código de acceso externo y no con un orden interno del objeto. Al final de este libro, un Apéndice resume de manera concisa la historia literaria de cada uno de los países latinoamericanos.

Varios de los títulos más valorados por Aira en su Diccionario…han ido apareciendo en los últimos años en sellos locales, marcando el tono de una manera que se lee. Aira tuvo “dormido” el manuscrito del libro durante catorce años hasta su primera publicación, en 1998.

La primera reedición, de 2018, recupera intacta la primera. En una posdata aira reconoce tres motivos para no actualizarlo: la falta de estímulos, el rechazo a la intervención de los colaboradores (“este es un trabajo personal, con valoraciones tan opinables como intransferibles”) y “la aparición de Internet, que contiene todas las actualizaciones, corrige errores (y agrega otros) que el académico pueda necesitar”.

Esta segunda reedición tampoco incorpora ningún cambio.

“El Diccionario”, dice Aira, “originalmente pensado como una obra de referencia, regresa a los lectores como una obra literaria”.

Diccionario de autores latinoamericanos, César Aira. Paidós, 704 páginas.

 
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