Patrimonio mambisa en Girón › Cuba › Granma – .

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PANTANO DE ZAPATAMatanzas.–La imagen de Fidel descendiendo del tanque T-34, a pocos instantes de la victoria final, inmortalizó la victoria de Playa Girón.

Algunos historiadores destacan que su presencia elevó la moral combativa de las tropas, además de lo que significaron sus dotes como estratega militar. Aseguran que apreció correctamente el plan del enemigo y dirigió el combate en direcciones esenciales.

Gallego Fernández, el líder militar quizás más vinculado al líder histórico de la Revolución en aquellos duros y gloriosos días de abril de 1961, en estrecha complicidad cada minuto, vino a revelar que Fidel era el alma de la victoria de Girón.

“Había desatado la fuerza del pueblo, y sólo así se explica cómo pudimos superar un proyecto tan enorme y agresivo”, insistiría quien en ese momento estaba al frente de la Escuela de Jefes de Milicias de Matanzas. una tropa preparada con la mayor presteza para defender la Patria de los agresores.

En medio de un ambiente de gran tensión, José Ramón Fernández mantuvo una comunicación constante con Fidel desde su llegada a la planta de Australia (no lejos de la llamada Bahía de Cochinos), puesto de mando de las tropas cubanas.

El Líder de la Revolución, sin embargo, no tardó en presentarse ese día 17 de abril y trazar el plan para derrocar al enemigo en un territorio que ya conocía bien.

SIMPATÍA MUTUA

El 16 de marzo de 1959, apenas dos meses después del triunfo y en medio del furor por los lógicos trastornos sociales que vivía el país, marcaría el inicio de la profunda relación de simpatía entre los Cenagueros y Fidel.

El helicóptero que ese día transportaba al líder de la naciente Revolución, y en el que también viajaba el naturalista Antonio Núñez Jiménez, sobrevolaba a baja altura cuando un grupo de carboneros trabajando se hizo visible, en un lugar intrincado, como si separado del resto. del mundo.

Fidel decidió ir al encuentro de aquellos campesinos serranos, gente muy humilde, algunos descalzos, con ropas gastadas, hombres tiznados de hollín y marcados por la pobreza.

Allí permaneció varias horas, haciendo innumerables preguntas y escuchando historias sobre sus condiciones de vida y trabajo, según el investigador Julio A. Amorín Ponce.

A partir de entonces, y con el paso de las semanas y meses, su presencia se hizo más frecuente, así como su intención de brindar una vida digna a los residentes y transformar la región sur, la más olvidada de Cuba antes de 1959.

El proyecto de mejoras tomó tal altura, dice Amorín Ponce, que con el tiempo se puso en boca de algunos la afirmación de que la Ciénaga de Zapata era la “pequeña” de la Revolución.

«Venía muy a menudo. Se enamoró de la Ciénaga de Zapata, de su naturaleza y de su gente, como ocurrió en el pasado con otros cubanos notables. Y esta porción geográfica de Cuba ejerce atracción, quizás por su contrastante diversidad.

El avezado historiador cuenta que, entusiasmado por hacer cosas por el bien de la gente de Cenagues, impulsó campañas de vacunación, la construcción de diques, cooperativas de carbón y de pescadores, escuelas y villas turísticas, en una región donde la gente vivía de la montaña, haciendo carbón. y cazar cocodrilos para vender sus pieles.

Antes de 1959, el analfabetismo en la zona superaba el 90%, no había médicos permanentes y sólo cuatro escuelas pequeñas. Muchos enfermos murieron mientras esperaban ser trasladados a Jagüey Grande, Cienfuegos o Batabanó. En particular, la vida de los carboneros era infrahumana.

«En apenas dos años –narra Amorín- construyeron escuelas y casas para los carboneros, instalaron puestos médicos y llegaron profesores. Las transformaciones alcanzaron a todo el universo social y económico, lo que fue más visible, por supuesto, a medida que fueron pasando los años.

NO FUE UN ENCUENTRO DE FORTUNA

Estos antecedentes nos hacen creer que no fue casualidad que unos meses después, el 24 de diciembre de 1959, Fidel apareciera, junto a un grupo de estrechos colaboradores en el remoto caserío de Soplillar, para compartir la cena de Nochebuena con varias familias de carboneros. trabajadores.

Ese corto tiempo había reforzado la admiración del joven guerrillero por los cenagueros, y especialmente por los carboneros. Por eso, en esa fecha tan importante, decide ir allí y compartir con ellos. Al parecer, no fue nada fortuito.

Hay quienes afirman que aquella memorable cena, en uno de los lugares más pobres de Cuba en aquel momento, marcó quizás el nacimiento de una nueva era, paralela al nacimiento del aniversario cristiano.

Quienes prestan servicios en el Memorial-Biblioteca construido en Soplillar, en recuerdo de aquel suceso, piensan también que el gesto de Fidel de cenar con los carboneros que vivían en chozas ruinosas, con pisos de tierra y en condiciones inhumanas, dijo al gran valor de El líder y su decisión de dedicarse por completo a la emancipación total de su pueblo son claros.

OTROS FACTORES DEL TRIUNFO DE ABRIL

Además de la unidad del pueblo y la integridad de los combatientes, el propio Amorín y otros estudios consideran, como otros factores que favorecieron la victoria, la materialización de la Campaña de Alfabetización, que fecundó al país con conocimientos y valores patrios, y logró para lograr que en poco tiempo la mayoría de la población aprendiera a leer y escribir.

Es un argumento convincente. Sólo en enero de 1961 llegaron a la Ciénaga más de 300 alfabetizadores.

Por eso aquí no se hablaba de otra cosa que de la Revolución y de Fidel, porque en apenas unos meses recibieron beneficios que no habían tenido en siglos, dice Amorín.

Otra razón: en el momento de la invasión, el país ya percibía cambios sociales y la gente se identificaba con los conceptos de soberanía nacional, justicia social y dignidad.

La hazaña está llena de cosas extraordinarias. En la llamada Punta de Brito, muy cercana a Playa Larga, milicianos del Batallón 339, cienfueguero, realizaron, desde un puesto de observación, en medio del “diente de perro”, el primer tiro organizado de la hazaña de Girón. Junto a ellos estaban tres alfabetizadores.

Escuelas, hospitales, médicos de familia, instituciones culturales y recreativas, caminos y centros de investigación se suman a la belleza natural de este lugar, en el que la Revolución ha puesto su mano con especial énfasis, incluso en los lugares más inhóspitos.

LO QUE NO PASÓ GRACIAS A GIRON

Al examinar este hecho, los expertos consideran que la invasión mercenaria no fue sólo un astuto plan de la inteligencia estadounidense, sino una operación militar bien concebida cuyo verdadero propósito era la intervención directa de las fuerzas armadas estadounidenses en Cuba.

La Brigada 2506, armada y equipada hasta los dientes, fue escoltada por un poderoso grupo naval yanqui que dio cobertura al desembarco, a la espera de la orden de entrar en acción.

Si se hubiera consolidado la cabeza de playa y las fuerzas armadas estadounidenses hubieran intervenido directamente, la historia habría sido diferente.

Lógicamente, Fidel aseguró que la importancia de Girón no está en la magnitud de la batalla, de los combatientes, de los hechos heroicos que allí sucedieron, sino en lo que no sucedió gracias a Girón.

Aún así, a pesar del tiempo, al llegar a la Ciénaga de Zapata y ver los obeliscos que honran a los caídos en combate, uno se conmueve con sólo imaginar los posibles detalles de aquella epopeya, llena de gestas heroicas e historias aún por contar. .

Da la impresión de que en Girón reinaba una alta proporción de la valentía de los mambises y del espíritu temerario de los dirigentes, siempre los primeros en exponerse al peligro.

Por ello, es inevitable evocar a Fidel, como símbolo de la valentía y heroísmo del pueblo, quien supo liderar las fuerzas revolucionarias para resistir y aplastar el alevoso ataque en apenas 72 horas.

 
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