Columna de opinión, Alejandro Cerda Sanhueza, Director del Departamento de Teología de Coquimbo.
Hace mucho tiempo, cuando se discutía el proceso de secularización de la sociedad chilena y occidental en general, muchas teorías planteaban el desafío de participar en comunidades religiosas. Muchas otras teorías menosprecian la religión, como una especie de racionalidad primitiva, algo ya superado por los avances científicos y tecnológicos, y las propias disciplinas humanistas considerarían superada esta dimensión. Otros dan crédito parcial a creencias y manifestaciones religiosas, siempre y cuando se suscriban al ámbito privado o al contexto de sus propias comunidades, en ningún caso la religión, las religiones, pueden tener impacto en el ámbito público, es decir para otros conocimientos. o expresiones culturales.
Por su parte, las distintas religiones se han esforzado en una labor muy misionera de proselitismo, de captación de adeptos y enseñanza de sus doctrinas, y de erigirse como instancia de conocimiento y trabajo religioso. No siempre han tenido capacidad o disposición para un diálogo abierto en el que cuestionen y se dejen cuestionar, donde se actualicen y se planteen nuevas y complejas preguntas.
Los creyentes, por su parte, se mueven entre las instituciones de las religiones tradicionales, las nuevas o emergentes, o los pequeños grupos. Y, por supuesto, en consonancia con la cultura moderna, se mueven en una creencia individualista, pragmática y narcisista, donde el sacrificio, la espera y la disciplina están fuera de lugar.
Ante tantas emergencias las cosas importantes pasan a un segundo plano, no se discuten, no se olvidan, no se dan por sentado, ni se vetan, “en esta casa no se habla de religión…” como si con eso se solucionase o se solucionara una realidad. oculto. y necesidad.
En este contexto, es necesario responder a la creciente necesidad de comprender y abordar la religión en un mundo cada vez más globalizado y diverso. La religión desempeña un papel central en la vida de millones de personas y su influencia se extiende a diversas esferas sociales, políticas, culturales y económicas. Por ello, es fundamental que los profesionales de las ciencias sociales y áreas afines cuenten con las herramientas necesarias para analizar y comprender estos fenómenos en toda su complejidad.
Un espacio que puede ayudar a responder y plantear otras preguntas es la Diplomatura en Ciencias Sociales y Religión, que ofrece para este año el Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía de la UCN. No hay auténtico desarrollo humano e integral de una sociedad, si no se incorporan todas las dimensiones del ser humano, y ésta es una que estamos dejando de lado.
