Alberto Zurrón descubre la historia desconocida de los grandes escritores en ‘Sexo, libros y extravagancias’

Alberto Zurrón escribe una historia inédita de la literatura detrás de escena centrada en los grandes autores de los siglos XIX y XX y sus obsesiones más desconocidas. ‘Sexo, libros y extravagancias’ (La esfera del libro) es un divertidísimo viaje lleno de anécdotas, tragedias y curiosidades que explican de otra manera el doloroso origen de obras maestras como ‘Ulises’ cualquiera ‘1984’. No faltan sexo, fetiches y todas las fobias del mundo en este fascinante atajo hacia el centro neurálgico de la literatura que son, ni más ni menos, quienes la hicieron.

Hay escritores con manías dignas de un psiquiatra y vidas tan asombrosas que hacen palidecer la de sus propios personajes. Novelistas incapaces de escribir una página sin tener una copa en la mano o tan prolíficos que acabaron asfixiándose en su propio ego. Un Ernest Hemingway viajando al otro mundo en las circunstancias exactas elegidas por su padre, dos de sus hermanas y una nieta. Un Scott Fitzgerald que entraba a cuatro patas en los casinos o una Virginia Woolf que no soportaba leer sus textos. Por no hablar de Juan Ramón Jiménez que descartó ir personalmente a recoger el Nobel porque Suecia estaba lejos, hacía frío y tenía miedo de morir en el camino. La historia de la literatura está llena de pasajes y autores llenos de secretos, extravagancias y pecados inconfesables.

“Los escritores siempre hemos viajado de adentro hacia afuera con una maleta de doble fondo: en la parte expuesta, naturalidad, para pasar desapercibido; en lo oculto, la unicidad, la personalidad de contrabando. La inspiración de los escritores es un mundo complejo de tres polos; Hay un hemisferio norte poblado de recuerdos y un hemisferio sur poblado de sensaciones, y estos dos hemisferios sólo pueden abrazarse cruzando un tercer polo hecho de millones de ladrillos: las palabras. Ellos son los que han provocado esa meta de la inmortalidad a la que todos han llegado, ya sea arrastrándose, ya sea como se impuso Horacio: herir las estrellas con la cabeza, aunque para ello no haya que buscar armas. Las palabras más adecuadas, pero las más precisas, para saber dónde herir sin matar y dónde matar la memoria sin herir los sentimientos”, afirma Alberto Zurrón.

La gloria es esa sombra que el escritor persigue con una camisa de fuerza para protegerla del frío, y el lector es responsable de mantener no sólo esa temperatura, sino también el peso del escritor, hasta el punto de que lo que se pierde al morir no son esos gramos que los científicos le han atribuido al alma; Ese peso lo pierde la humanidad en su conjunto, en forma de desánimo. Cuando uno se alista como soldado de infantería en el ejército de la literatura, sabe que no habrá un momento de respiro en las avanzadas de los envidiosos, en los cañonazos de los críticos y en las crueles emboscadas de la vida cotidiana, donde no hay días pares e impares, sino inspiración en los días señalados para reservar a los desafortunados una total falta de creatividad, viendo pasar metros y metros de hilo sin una puntada para coserlos”, continúa el autor de ‘Sexo , libros y extravagancias’.

Si algo no he encontrado en los escritores es paz: ni externa ni interna; ni mental ni digestivo. Antonio Machado dijo una vez que vivía en paz con los hombres y en guerra con sus entrañas, de modo que, uno de dos, o salía de un confesionario o entraba al baño destrozándolo todo. Con los escritores no hay término medio. Para ellos la paz es un gran inconveniente porque es la enfermedad terminal de la rutina, la amapola de sus fantasmas, el certificado de defunción de sus demonios. Si eres escritor es porque todos los ángeles han fallado y sólo quedan los demonios, reclamando un premio que asusta porque consiste en entregarles la vida entera sin necesidad de hacerlo primero realidad. Los escritores son una buena prueba de que los demonios tienen mucho que ofrecer. Precisamente por lo mucho que reciben, y es que, en cuanto les consigues la cuna adecuada, acaban convirtiéndose en la mascota perfecta”, resalta el escritor.

La selección de autores que he realizado reside en preferencias incondicionalmente subjetivas, a veces movidos no tanto por el resplandor de toda una obra, sino por la oscuridad de toda una vida; así que aquí os presento a todos, o casi todos, con vuestros miedos y fobias, sus ansiedades y sus inquietudes, sus odios y sus resentimientos, sus miserias y sus manías, sus depresiones y sus descontentos, sus fantasías y sus travesuras, sus derrotas y sus conquistas, sus ruidos y sus furias, sus travesuras y sus riñas, su inocencia. y sus trucos… ¿Qué más se puede pedir? Quizás luz, más luz, como Goethe agonizando; pero… ¿para qué?”, subraya Alberto Zurrón para concluir.

Alberto Zurrón, abogado y escritor de poesía, novela y ensayo

Alberto ZurrónNacido en Gijón el 14 de diciembre de 1968, es un abogado y escritor afincado en Oviedo. En 1988 publicó su primer libro de poesía titulado ‘Aria y la fantasía’y desde entonces han visto la luz ‘Vivir en la ola’ (1994) y ‘La tierra también era mentira’ (1998), así como las novelas ‘El juez que soñaba con ballenas’ (2009), ‘La soledad de las cajas muertas’ (2012) y ‘El paraíso del que te hablé’ (2018). También se ha acercado al género ensayístico con ‘El mito de la fealdad’ (2005) y ‘Historia inusual de la música clásica’en dos volúmenes (2015 y 2016), dedicados a su pasión por los acordes y la divulgación histórica.

Ha sido galardonado con varios premios nacionales de poesía, entre ellos el III Premio Villa de Cox (Alicante), en 1993; él Premio de Poesía Ciudad de Tomelloso, en 1998; o el Premio Fundación Latina Patrimonio de Poesíaen 2010. Entre 1998 y 2001 fue columnista y crítico literario del diario Comercio. Además, en 1995 fundó y dirigió durante años la Sociedad Española Rilkededicado a la difusión de la vida y obra del poeta checo.

 
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