El arte editorial se reivindica contra la IA – .

Hace tiempo que Pedro Oyarbide se hizo un nombre en el mundo de la ilustración. Lo que nunca imaginó es que cientos de personas harían fila para recibirlo. Sucedió en Sant Jordi, y muchas otras veces desde que le encargaron diseñar las portadas de la saga Agua Negra, que fue un fenómeno editorial en los años ochenta en Estados Unidos y ahora repite éxito en España de la mano de Blackie Books. “Soy una de las caras visibles, desde que falleció su autor, Michael McDowell. La editorial podría promocionar los libros sin mí, pero creo que cada vez se tiene más en cuenta el papel del ilustrador”, reflexiona.

Las citadas portadas causaron especial sensación en las redes sociales, hasta el punto de que muchos booktokers -influencers literarios de TikTok- recomendaron los libros, en ocasiones sin haberlos leído. “Esta edición llama la atención y lo primero que noté fueron las portadas. Mucha gente lo ve como un objeto de decoración y coleccionismo”, dice Roy, @gato_de_biblioteca, en TikTok.

No es el único artista al que han parado en la calle por una portada. David de las Heras conoce bien esa experiencia y el propio Gonzalo García Barcha, hijo de Gabriel García Márquez, le felicitó y pidió el aplauso del público durante la presentación en Barcelona del libro póstumo del escritor colombiano. Te veo en agosto (Random House), de cuya portada es responsable. También está detrás de las portadas de diferentes novelas de Haruki Murakami, incluida la última, La ciudad y sus muros inciertos (Tusquets / Empúries); y de Un animal salvaje (Alfaguara / La Campana), de Joël Dicker, que entró en el ranking de los más vendidos el 23 de abril.

“Los tres libros de ficción más vendidos en España tienen mi portada. ¡Mi cabeza está explotando! Luego se regocijó en su cuenta de Twitter, donde en ocasiones ha compartido fotografías de los grandes lienzos que reposan en su estudio y que terminan convirtiéndose en portadas.

Al igual que ocurre con los escritores, muchos ilustradores también tienen representantes. Sandra López, que fundó Pencil Illustrators a principios de los 2000, cuando aún no era habitual esta figura, se ocupa del trabajo de De las Heras, y es la encargada de recordar a los editores y demás interesados ​​que las obras de arte que él y el resto de los artistas bajo su tutela producen “agregan valor al conjunto. Poco a poco va tomando mayor conciencia de su trabajo, y las firmas de los ilustradores empiezan a aparecer en la portada. También alerta de la lucha actual contra la inteligencia artificial, por lo que “estamos incorporando cláusulas en los contratos que prohíben entrenar IA con el arte de hacerlo. Muchas editoriales se comprometen y piden lo mismo a cambio, es decir, que las obras que entreguen los autores sean genuinas y no estén hechas con IA”.

Poco a poco hay más conocimiento de su trabajo y la firma de los ilustradores empieza a ponerse en la portada”.

Sandra LópezFundador de la agencia Pencil Illustrators.

Ame Soler también ve el peligro de determinadas tecnologías, pero ella es de las que cree que, “con cabeza”, puede ser “útil”. Por ejemplo, trabajo a partir de fotografías y dedico mucho tiempo a buscar una modelo que me interese, posando de una forma concreta y posicionándola para que la luz llegue donde la necesito. Y no quiero utilizar imágenes de otros fotógrafos porque tienen derechos de autor. Lo que me permite la IA es crear imágenes de personas que no existen, iluminadas y posando como quiero. Pero estoy utilizando esta inteligencia exclusivamente como referencia fotográfica. El problema es cuando se va más allá”.

La imagen de portada de uno de sus libros. Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar (Bruguera) se convierte en pancarta de protesta cada 8 de marzo y “quién sabe si en el futuro, en lugar de pedirme impresiones similares, el público creará las suyas propias sin pensar en las consecuencias. ¿Dónde nos quedan los creadores?

Portada del libro ‘Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar’, ilustrado por Ame Soler

Amor Soler

Si se compra se mio (Anagrama), el último libro de Richard Ford, se toparán con el monte Rushmore recreado por Manuel Marsol. “Hasta no hace muchos años se utilizaban bancos de imágenes y fotografías de archivo para las portadas, pero cada vez más gente busca un ilustrador que pueda aportar más valor del que ya tiene el propio contenido. Y esto se empieza a hacer gracias a distintas editoriales pequeñas que, pese a tener menos recursos, apuestan más por la calidad. “No se puede tener un catálogo fantástico y luego la propuesta ilustrativa no va de la mano”.


Portada de ‘Be Me’, de Richard Ford, ilustrada por Manuel Marsol

Manuel Marsol

En la misma línea está Gala Pont, con más de diez portadas a sus espaldas, entre ellas Virginia Woolf o Carmen Martín Gaite, que añade que “la obra siempre saldrá mejor si te dejan leer primero el libro en cuestión. El problema es que, a veces, o no está traducido, o el escritor aún no ha terminado su obra, y luego te envían un resumen. Pero el mérito está en no hacer una traducción literal de lo que hay en su interior, sino aportar algo nuevo. En cara de pan, de Sara Mesa, por ejemplo, no es casualidad que vista a la niña de la portada o al pájaro que la acompaña, pero no desvelaré más. “Son detalles muy pensados”.

Mira también desconfía de los cambios que amenazan con sacudir ésta y tantas profesiones, pero no le asusta. “Cuando apareció la fotografía los pintores se asustaron mucho, pero ningún arte desapareció. Es más, se complementaban, pero porque siempre prevaleció el respeto a ambas cosas. Y esperemos que así sea y que la cabeza siempre esté por delante”.


El cuaderno de Gala Pont, con bocetos para la portada de ‘Lo extraño de vivir’, de Carmen Martín Gaite

Puente Gala

El futuro está por verse. De momento, ya son varias las librerías que se han negado a vender libros cuyas portadas estén realizadas con IA. “Los que nos lleguen los devolveremos”, afirman desde La Llama Store, en Barcelona. “Si no se han ocupado de la creación y de los derechos de los ilustradores que trabajan en las portadas, ¿cómo sabemos que se han ocupado de la traducción del libro?”

Elisabeth Pérez, vicepresidenta de la Federación de Asociaciones de Ilustradores Profesionales (FADIP), por su parte, concluye: “Nos estamos encontrando muy solos a la hora de intentar concienciar a la sociedad de que estos software que han desarrollado parte de un robo masivo de nuestro trabajo”.

 
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