Libros de la semana #161 – .

La consagración de la autenticidadpor Gilles Lipovetsky (Anagrama)

«Reclamada por los particulares, exigida por los ciudadanos, prometida por los políticos, deseada por los consumidores, repetida como un mantra por los profesionales de la comunicación y el marketing, la autenticidad se ha convertido en una palabra fetiche, un ideal de consenso, una preocupación cotidiana. Nuestro siglo lo ha elevado a valor de culto”, dice su autor, el filósofo y sociólogo, en la introducción de este ensayo. Gilles Lipovetsky (Millau, 1944). Frente a la falta de certezas o verdades absolutas y estables, esta obsesión por la autenticidad se aplica hoy a múltiples contextos, otorgando siempre esa cualidad de ganador en cualquier disputa relacionada con el consumo, el ocio, la comunicación, los negocios, la familia, la política… No es una nuevo ideal, señala el ensayista francés, ya que su ética se viene reafirmando desde el siglo XVIII, pero las formas de este Exige ser tú mismo han mutado considerablemente, casi de arriba a abajo, definiendo antropológicamente la homo autentico que aspira a representar en la época actual. Y sin embargo: “No todo lo que es auténtico es necesariamente bueno, ni todo lo que no es auténtico debe descartarse”. Bajo esa premisa, La consagración de la autenticidad analiza esta cuestión en ámbitos como el arte y sus planteamientos como reacción a la vida burguesa; los slogans de marketing y su normalización de lo singular, reconvertido en “rebel-chic”; las relaciones de pareja o familiares y la redefinición de los compromisos afectivos (infidelidades, poliamor y otras historias); identidades y sobreexposición con otra figura antropológica propia de estos tiempos, el homo biográfico; el reciclaje profesional y la búsqueda de sentido a los trabajos llamados disruptivos, o el turismo alternativo y la búsqueda a toda costa del “incomparable encanto de lo auténtico”, que acaba estando en casi todas partes. la autenticidad tóxicocomo lo define Lipovetsky, tiene hoy en el populismo una de sus mayores expresiones, por lo que, advierte el veterano pensador francés, conviene reconocerlo y dejar de ver en él “la panacea para los males engendrados por la tecnociencia, el hiperindividualismo y la economía de mercado”. ”.


Ciencia y humanismopor Erwin Schrödinger (Tusquets)

Como se explica en el prólogo de esta edición de la colección “Metatemas” de Tusquets, dirigida por Jorge Wagensberg, las páginas contenidas en este libro recopilan cuatro conferencias pronunciadas por su autor en el University College Dublin en 1950, en las que intentó “interpretar el esfuerzo científico como parte del esfuerzo humano por comprender la situación del hombre”. En otras palabras: Ciencia y humanismo Se busca disolver la falsa controversia u oposición habitual entre ambos conceptos para señalar lo que comparten fundamentalmente, que no es poco. Para Erwin Schrodinger (1887-1961), el valor de las ciencias naturales es el mismo que el de otras ramas del conocimiento –incluidas las llamadas humanidades—, y pese a la tendencia a la especialización de aquellas décadas, debe relacionarse con otros para ayudar en el proceso de comprensión de qué o quiénes somos. Cita al científico vienés Ortega y Gasset para, advirtiendo contra la estrechez de miras, animarnos a “no perder nunca de vista el papel que desempeña la disciplina que se enseña en el gran espectáculo tragicómico de la vida humana; manténgase en contacto con la vida, no tanto con la vida práctica, sino más bien con el trasfondo idealista de la vida, que es aún más importante. Mantén la vida en contacto contigo. Si, a la larga, no puedes explicarle a la gente lo que has estado haciendo, el esfuerzo habrá sido inútil. Premio Nobel de Física en 1933, Schrödinger repasa la influencia de la ciencia en ese trasfondo idealista a lo largo de la Historia, antes de analizar el cambio radical en el concepto de materia y su esquema mental. El arquitecto de la mecánica ondulatoria confirma la brecha en la frontera sujeto/objeto: «Debemos comprender que bajo el impacto de nuestros refinados métodos de observación y reflexión sobre los resultados de nuestros experimentos, se ha roto esa misteriosa barrera entre sujeto y objeto. El físico cita a colegas ilustres como bohr cualquiera Heisenberga grandes filósofos como Demócrito cualquiera Cassirery también a escritores famosos como Galsworthy cualquiera Schiller: “¡Ten cuidado! Las obras y los pensamientos humanos / No son como la espuma ciega del océano, / Su mundo interior, su microcosmos, siente / El pozo profundo de sus fuentes eternas. / Son necesarios como el fruto del árbol, / Inalterables por el azar ciego del prestidigitador. / Si pudiera vislumbrar las oscuras entrañas humanas, / conocería de antemano su voluntad y sus acciones. Aquellos versos del poeta alemán se referían, explica Schrödinger, a la astrología, pero se pregunta si esta forma común de interpretar el universo no prueba, de alguna manera, que “no estamos preparados para considerar nuestro destino como un puro resultado del azar. ” Él esfuerzo espiritual por querer saber, que el autor describe en este clásico científico del siglo XX, no dista mucho de lo que las humanidades emprenden como camino de (auto)conocimiento: somos en la medida en que intentamos saber qué somos.


Madonnas y putasde Nine Antico (Libros Garbuix)

“¿Qué detalle insignificante me diferencia de una mujer real?”, las palabras de Rita Atriauna víctima de la mafia que se suicidó a la edad de 17 años. Es una de las tres mujeres reales en Madonnas y putas Se inspira libremente y conecta sus historias con muchos otros santos sicilianos. A través de ese tríptico, Nueve Antico (Aubervilliers, 1981) recorre el gran drama de la Italia del siglo XX, el de las guerras y apariciones marianas, los feminicidios y la exclusión de personas con trastornos mentales, la prostitución y la corrupción inmobiliaria. Con influencias y citas de la autobiografía de Curzio Malaparte (La pielde 1949), las películas de Roberto Rossellinilas cartas de luigi tenco o las fotos de Letizia Battaglia (a la que dedica el volumen), se compone esta mezcla de crónica documental, análisis sociológico y encendido alegato contra la violencia que cercena el deseo de emancipación femenina. Lucen la fluida arquitectura visual y la línea expresionista, en blanco y negro salpicados de rojos –sangre– y estampados dedicados al color, recreando el espíritu sangre de la iconografía cristiana. Una obra sensual y sacrílega, que nos llega en una edición -siempre inmejorable- de Libros Garbuix y con una estupenda traducción de Regina López Muñoz, donde el autor francés eleva el arte gráfico con profundidad y contundencia. Aún lejos de la santidad, las tres jóvenes protagonistas (que recuerdan a aquellas mujeres oprimidas y ejecutado de escritores como Dacia Maraini cualquiera María Mesina) serán mártires; pero también “vírgenes dispuestas a rascar”, como las nombra el poema de la artista vanguardista y feminista. mina loy que abre el volumen. «¿Será porque todavía no he probado los placeres de la carne? / No me había dado cuenta de que era tan importante”, escribe Rita Atria hacia el final de este libro, según consta en su diario: “Si eso es lo que hace la diferencia, / que me lleven a un lugar público / y me mostraron yo en una cama. / Soy más joven de lo que crees, pero te daré un placer tan inmenso / que tu alma disfrutará más de lo que jamás te hayas atrevido a imaginar. / Si hay un título superior para una mujer, será para mí…», sugiere. Un libro no recomendado para ojos sensibles a viñetas incómodas y poco propensos a utilizar paños calientes; Especialmente recomendado, por otra parte, para los amantes de la cultura italiana más universal y, en general, del cómic de autores europeos comprometidos en el fondo y la forma.


Canción de cancionespor Francisco Rodríguez Marín [trad.] (Indias Occidentales)

«Con besos de su boca me secará: / Que buenos son tus amores más que el vino. / Por el olfato, tus deliciosos aromas; / Difunde aceite inigualable tu nombre: / Por eso te aman las almas puras. / Llévame detrás de ti y correremos. En el magnífico prefacio de esta obra, que comienza con una cita del exaltado “Aleluya” de Leonard Cohenel filólogo y escritor Domingo Alberto Martinez Nos remonta al año 1885, cuando Francisco Rodríguez Marín (Osuna, 1855 – Madrid, 1943), futuro director de la Biblioteca Nacional y también de la Real Academia Española, propuso traducir al castellano casi literalmente, en un endecasílabo suelto, “sin lubricidad ni torpeza” y “sin pasiones escolares o secta.” algunos”, el Canción de canciones de Salomón. “Seguramente el menos canónico” de los libros de la Biblia, apunta Martínez, porque lejos de las cuestiones divinas, pone el foco narrativo en una pareja de enamorados y toma la forma de “una égloga festiva relacionada con la epitalamia primitiva, un rito de esponsales fragmentado en cantos alternos e independientes” cuyas letras recogen “todo el anhelo, el deseo y la dedicación que cada uno atesora por el otro”. otro”. La sustancia plástica de esta breve obra data aproximadamente del siglo III a.C. C. y ambientada en la Palestina rural precede al género pastoril renacentista, con su singular mezcla de sensorialidad, imágenes poderosas y recursos que sorprenden por su elocuencia: «Mi amor metió la mano desde fuera, / Y mis entrañas se tumultaron. / Para abrir amada mía me levanté / Y mis dos manos gotearon mirra / Y mis dedos mirra amarga y líquida, / Sobre las manijas de la cerradura. Esas formas sensuales (con la presencia recurrente de pechos, o de labios; de carne hecha verbo, en definitiva) y esa expresión lírica y mística del amor ardiente Se traducen, para Rodríguez Marín, en “un diálogo sublime entre Dios y la Naturaleza, representado alegóricamente por Salomón y la Sulamita”. El ilustre estudioso ursaón, de Lengua e Historia, durante muchos años y hasta que llegó su muerte, deja también en su prólogo una reflexión —o afirmación— que no es baladí: como conjunto de obras literarias, dice, la Biblia no No merece “ni la importancia de cierto tipo que le atribuyen los seguidores de las religiones positivas que en él se basan, ni la aversión injustificada o el desdén afectado con que la miran algunos librepensadores que, en el calor de su pasión, van tan lejos”. hasta negarle todo mérito. Quien se acerque a esta excelente edición de Indias Occidentales, sin embargo, encontrará difícil escapar de su encanto y de su fuerza abrasiva: «Sobre tu corazón ponme como un sello / Y como un sello también en tu brazo; / Qué fuerte es el amor como la muerte; / Dura como la tumba es la amargura; / Sus raspaduras, raspaduras son de fuego vivo; / Llama terrible; rayo que aniquila. Así de contundentes y poderosas son la verdad y la emoción cifradas en estos 370 versos inmortales.

 
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