Por qué “Nanina” rompió con el rigor impuesto por Borges, según Ricardo Piglia

Por qué “Nanina” rompió con el rigor impuesto por Borges, según Ricardo Piglia
Por qué “Nanina” rompió con el rigor impuesto por Borges, según Ricardo Piglia

Los prólogos que escribió Ricardo Piglia para la Serie Recienvenido están reunidos en “Trece Prólogos”

Ricardo Piglia (1941-2017) fue un escritor, profesor, guionista y uno de los críticos literarios más destacados de Argentina, escribiendo sobre la obra de Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Domingo Faustino Sarmiento y Macedonio Fernándezentre otros autores.

Autor de cinco novelas, entre ellas Respiración artificial, La ciudad ausente y plata quemada, siete libros de cuentos, 14 ensayos, 3 diarios y 9 guiones, marcaron el pulso de la literatura argentina durante décadas. Vivió en Estados Unidos, donde fue profesor en varias universidades, entre ellas Harvard, UC Davis y Princeton.

Luego de su regreso a Argentina en 2011, grabó un emblemático programa de televisión de cuatro episodios en el que impartió clases sobre Jorge Luis Borges y dirigió la colección de reediciones Serie de bienvenidaque dirigió entre 2011 y 2015, en la que recuperó obras claves de la literatura argentina, para las que escribió los prólogos que ahora se reeditan en Trece prólogos (Fondo de Cultura Económica).

“Los libros que componían la serie no pertenecían al mismo género; No surgieron de una coincidencia temática, estética o ideológica, sino que fueron el resultado de la aplicación del gusto personal de Piglia. […] Se trata de libros apenas igualados por el hecho de que fueron escritos por autores argentinos y publicados por primera vez en la segunda mitad del siglo XX. […] Al ser libros diversos en sus formas, estilos, temas, historias, géneros, la memoria de Piglia los une”, escribe. Aníbal Jarkowskyen el prólogo del libro recopilatorio.

“Trece prólogos” (Fondo de Cultura Económica)

Entre otros, esta edición reúne sus textos sobre Pronto la cárcelde Sylvia Molloy; 1962 Oldsmobilede Ana Basualdo; el mal menorde CE Feiling; ¡Mingá!de Jorge Di Paola; La educación sentimental de la señorita Soniade Susana Constantey Naninade Germán Garcíaeso Infobae Cultura Publicar a continuación:

En algún momento tendremos que escribir la historia de nuestras novelas educativas; La lista es incierta pero clara: Juventud, el juguete enojado, La traición de Rita Hayworth (pero también Don Segundo Sombra y cuadernos infantiles); en esa linea Naninade Germán García, tiene un lugar clave, sobre todo porque se narra casi en el presente de los hechos. Un joven adolescente escribe sus aventuras (y sus desventuras) tal como las vive. Sobre todo escribe la historia de su conquista de la ciudad y de su acceso a la cultura (y a las mujeres).

Estos tres niveles están conectados y relacionados de diferentes maneras. Buscar un libro permite encontrar una mujer, los bares de la ciudad son la puerta de entrada a la literatura. Estos cruces –esos descubrimientos– definen la estructura de la novela, sus vericuetos y sus cambios de tono. Este joven Hamlet tiene nuevas preguntas en la cabeza: dónde dormir esa noche, quién puede prestarle un poco de dinero y sobre todo cómo deshacerse del fantasma de su padre alcohólico.

En esos años El Guardian en el centenoEl cazador escondido– todavía dominaba la escena de la historia sobre la mayoría de edad. la novela de Salinger había encontrado sus resonancias en Perfil de José Agustínen Gazapo de Gustavo Sainzen la larga obertura de Cicatrices de Saer, pero en Nanina ya no era un joven de clase media, enojado e insatisfecho, que se enfrentaba a la rigidez y falsedad de los valores familiares. Lo que aquí se narra es la epopeya de estar lejos de casa, perdido en el mundo; No hay rebelión adolescente ni inversión de valores, sino más bien una fuga hacia el lirismo, la sexualidad y la fantasía. En Nanina -como en el juguete enojado— La literatura es el salvavidas: lo escrito y el descubrimiento del poder del lenguaje nos permiten ignorar el oráculo familiar, las determinaciones sociales y el destino heredado. Esta aspiración de evasión confiere al libro una euforia narrativa que seguramente fue la que percibieron los censores cuando lo prohibieron en 1968, pocos meses después de su publicación.

German García y la portada de la reedición de “Nanina”

Ayer, mientras lo leía de nuevo, me acordé de la carta de Thomas Wolfe a Francisco Scott Fitzgeraldincluido por Edmundo Wilson en La risa. No sólo porque Thomas Wolfe (el bueno, no el periodista vestido de blanco), autor legendario de Del tiempo y del río, fuera considerado por Faulkner “el mejor de nosotros”, el mejor de nosotros, sino porque su prosa abrió el camino para Henry Miller ya Jack Kerouaces decir, a los escritores estadounidenses que hicieron de la novela, como autobiografía del artista, una de las claves de la literatura estadounidense moderna.

En su carta, Wolfe se opone al modelo de perfección formal que dominó la escena literaria en los Estados Unidos desde la época de henry james. La línea de sobriedad, comprensión y control con el que se escribieron varias obras maestras: El gran Gatsbypara empezar, pero también Paz por separado, el buen soldado cualquiera Señorita corazones solitarios. Wolfe opone esta poética de la reticencia y el equilibrio desde una tradición a la Finn de arándano— que busca unir literatura y vida de manera desordenada. La narración deja de lado la elipsis y la discreción, incorpora acontecimientos sin jerarquizarlos, trabaja la dispersión y la amplificación grotesca. “Bueno, Scott”, le escribió Thomas Wolfe, “no olvides que un gran escritor no es sólo alguien que omite cosas. [leaver-outer, un ‘sacador’] pero alguien que incorpora cosas [putter inn, un ‘metedor’] ¿y? Shakespeare, Cervantes y Dostoievski Fueron grandes incorporadores que en realidad incorporaron más de lo que aportaron y serán recordados por lo que aportaron”.

Ante el rigor impuesto por Borgesfrente a la defensa estetizada del cuento de cinco mil palabras como forma pura, Nanina Recordó que había otras formas de hacer literatura y encontró nuevos espacios de experimentación y aventura.

Ricardo Piglia. diciembre 2011

 
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