Gustavo Musko presenta su segundo libro: El pájaro fénix – .

Gustavo Musko presenta su segundo libro: El pájaro fénix – .
Gustavo Musko presenta su segundo libro: El pájaro fénix – .

Luego del éxito del primer material donde Gustavo Musko compartía su sentir con la comunidad en formato libro, llamado “Cinco raíces, un espejo”, nació la idea de seguir dando espacio a poemas y textos que surjan desde lo más profundo de su ser.

Ave Fénix sigue reflejando no sólo su vida sino la de muchos que inesperadamente, por una secuencia de situaciones, cayeron en un pozo que no tiene fondo. La esperanza siempre presente garantiza que puedas seguir adelante, dándote permiso para recaídas que muchas veces son inevitables.

Emaús, el hogar de personas sin hogar, tenía una gaceta donde se compartían las actividades diarias con la comunidad y en la contraportada siempre publicaban un poema de Gustavo. “Los estaba leyendo Eliana Navarro y sugirió convertir ese material en un libro y así nació Cinco Raíces, un espejo”, comentó.

Durante muchos años Gustavo no tuvo un hogar permanente, por lo que en ese ir y venir perdió material. “Empecé a escribir cuando tenía 14 años, era una manera de aclarar mi mente, así que salía a correr o empezaba a escribir”.

Su vida

El poeta nació en Bariloche y vivió con su madre en Rolando y Albarracín. “Soy hijo único, actualmente mi mamá está en un asilo de ancianos y mi papá… bueno, gracias”. Agregó: “Lo vi sólo cuando tuve que ir a jugar fútbol a Chile y él firmó mi autorización”.

Cuando estaba en la escuela primaria y secundaria le apasionaba pasar las tardes jugando en un prado, un campito que estaba justo donde está Emaús. “A veces venía un circo así que una vez estaba jugando al lado de un elefante, claro, cuando lo cuento nadie me cree”, bromeó.

Por un accidente tuvo que abandonar el deporte que tanto amaba: “Estaba en la cancha de Alas, cinco minutos antes de terminar, un jugador vino hacia mí y me rompió, me quejé y me sacaron tarjeta amarilla”, dijo. recordado. Ella tenía 20 años.

Gustavo va por la vida de la mano de la soledad y el pensamiento. “Me pasaron tantas cosas que me empujaron hacia adentro, seguí haciendo teatro y eso me ha ayudado mucho”.

Problemas

Comenzó a consumir bebidas alcohólicas a los 17 o 18 años, luego con amigos, pero sentía que no afectaba su vida diaria. “Crecí viendo beber a mi madre, mi abuelo era polaco y también bebía siempre”.

“Empecé a trabajar en la Cámara de Comercio donde ganaba muy bien. Un día mi mamá me dijo que teníamos que mudarnos, entonces le dije que me iba a Chile por dos semanas y cuando regresara buscaríamos un alquiler”, recordó.

Cuando regresó vio algo totalmente inesperado, “en lugar de mi madre me encontré con una niña, su enfermedad mental había avanzado y me desplomé emocionalmente porque con eso, el pilar que ella representaba se había ido”.

Todo el tiempo le preguntaba las mismas cosas “no sabía que hacer, nadie te prepara para esas situaciones, tenía que seguir trabajando, encima tuvimos que mudarnos, me empecé a poner malhumorado y bastante intratable”. ,” él admitió.

Una noche decidió salir a bailar y allí se enamoró de una mujer. “A los dos meses quedó embarazada y como mi madre estuvo un tiempo en Jacobacci con su familia, le dije que viniera a vivir conmigo”.

Todo pasó muy pronto, aún no había procesado la salud mental de su madre y ya estaba en una relación y esperando un hijo. El bebé nació con 7 meses pero todo salió bien.

“Trabajé mucho para que no nos faltara de nada, pero inmediatamente comenzaron los cuestionamientos de mi pareja, diciendo que quería estar todo el día conmigo y no con mi mamá”.

Gustavo reflexionó “con tanta presión sentí que me estaba volviendo loco, toda su familia empezó a involucrarse en nuestros problemas, una noche llegué a casa y mi esposa y mi hijo ya no estaban. En ese momento tenía dos años pero no me dejaron verlo crecer”, lamentó.

Sin hogar

Gustavo perdió su trabajo y, al no poder pagar el alquiler, quedaron en la calle. “Mi mamá iba a una iglesia evangélica y le prestaron un ranchito así que nos mudamos, yo me quedaba horas esperando en alguna esquina para ver pasar a mi hijito de lejos y cada vez tardaba más”.

“Empecé a dormir en la calle, a veces en el hospital, recordé que una vez una compañera de trabajo me había hablado de Asumir y decidí irme para recuperar a mi bebé”.

Sintiéndose mejor, reanudó los trámites para lograr ese planteamiento. “Cuando tuve permiso me sacaron de Asumir para verlo, mi hijito ya tenía cinco años”. Ahora ha cumplido 23 años.

Volvió a alquilar y trabajó en distintos negocios en Bariloche. “Me iba bien, pero un día me encontré con amigos y comencé a beber otra vez, me echaron y quedé otra vez en la calle”.

En una pelea fue brutalmente golpeado y estuvo hospitalizado durante 4 meses. “Cuando me tuvieron que dar de alta no sabía a dónde ir y me llevaron a lo que entonces era el Hogar Rogelio”.

Entonces el proyecto Emaús empezó a gestarse y aún vive en el Hogar. “A veces me vuelve loco y me pierdo en la calle bebiendo, pero siempre vuelvo”.

Así vive Gustavo, yendo y viniendo hacia y desde su interior, luchando y haciéndose amigo de la vida pero nunca dejó de escribir.

Fénix

Conociendo parte de la historia de su vida, no es difícil imaginar el porqué del nombre de su segundo libro Phoenix Bird. Cada ejemplar tiene un valor de 8.000 dólares y se puede adquirir en el Hogar Emaús en 1170 Otto Goedecke Street.

Además, será presentado este sábado 27 de abril, en el marco de la Semana de Visibilidad de los Derechos de las Personas que Viven en la Calle. Será en el Centro Municipal de Arte, Ciencias y Tecnología de Puerto San Carlos, aproximadamente a las 6:00 p.m. en el festival artístico.

 
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