‘Entre acordes e ideologías’, un libro para comprender la estrecha conexión entre música y política

‘Entre acordes e ideologías’, un libro para comprender la estrecha conexión entre música y política
‘Entre acordes e ideologías’, un libro para comprender la estrecha conexión entre música y política

Muchos buenos aficionados a la música culta se sorprenden a menudo de que las autoridades nazis admiraran las sinfonías o los conciertos de Bach, Beethoven o Wagner. Una ideología totalitaria y criminal puede parecer incompatible con la pasión por la excelencia del arte. Pero no lo es en absoluto. Recordemos las orquestas de prisioneros que formaban los guardias nazis en algunos campos de concentración o el final de la película El pianista (Roman Polanski, 2002) cuando un oficial alemán le perdona la vida al músico judío polaco. José Luis Conde (Buenos Aires, 1961) dedica su libro a las relaciones entre música, nacionalismo y totalitarismo. Entre acordes e ideologías (Editorial Medio Tono).

“La admiración de los nazis por la belleza de la música”, señala este profesor argentino de Historia de la Música, “era compatible con el horror de aquel régimen. Es más, el nazismo consideraba la estética como parte constitutiva de su ideología”.

Profesor de la Universidad de Tucumán, crítico musical, periodista y guitarrista, José Luis Conde se interesó desde muy joven por la música, la historia y la política. Aunque estas relaciones han sido abordadas frecuentemente por expertos de otros países, el autor confiesa que no existe, sin embargo, mucha bibliografía en español. Precisamente por ello, Medio Tono ha abierto su sello editorial, especializado en difusión musical, con Entre acordes e ideologías. Al comienzo del libro, una cita de Confucio no deja dudas sobre las intenciones del autor y del editor. “Basta escuchar la música de una corte para diagnosticar el carácter político y moral de una nación”, afirmó el filósofo chino.

Así, este ensayo divulgativo está pensado tanto para profesionales de la música o buenos aficionados, como para un público más general interesado en conocer las claves de la historia cultural contemporánea. Escrito con soltura y fluidez, lejos de corsés académicos, Entre acordes e ideologías Combina el contexto general de las diferentes épocas y países con las ideas y trayectorias de los diferentes músicos y el estudio de sus obras.

“Las dictaduras”, responde Conde a las preguntas de elDiario.es, “siempre tienen la ambición de controlar toda la vida social y cultural. A partir de ahí, los totalitarismos intentan imponer una estética como herramienta para incitar a la intolerancia cultural. “Históricamente, este tipo de políticas también incluyeron la música popular”. En una extensa y didáctica reseña histórica, el libro se centra, entre otros puntos, en el inmenso atractivo que ejercen los himnos sobre las masas, desde mitos como la Internacional o la Marsellesa hasta el coro de esclavos del Nabucode Verdi.

En ese sentido, Conde no olvida recordar la memorable secuencia de casa Blanca (Michael Curtiz, 1942) cuando los clientes del Rick’s Café comienzan a cantar la Marsellesa desafiando a los ocupantes nazis. “Los himnos, como símbolos”, señala, “refuerzan los sentimientos de pertenencia e identidad. De hecho, tienen una capacidad prodigiosa para incorporarse a la conciencia emocional de cada persona”.

Los himnos, como símbolos, refuerzan los sentimientos de pertenencia e identidad. De hecho, tienen una capacidad prodigiosa para incorporarse a la conciencia emocional de cada persona.

Si bien es cierto que “la música en sí misma, sin trama ni añadidos visuales, puede superar mejor las imposiciones estéticas de las dictaduras”, el experto historiador subraya que los músicos disidentes contra el totalitarismo han sido muy numerosos. “En estos casos”, dice, “la persecución más que por los contenidos de su música abstracta tuvo que ver con el estilo adoptado, con sus orígenes y con sus convicciones ideológicas”.

Músicos y dictaduras

De hecho, un amplio espacio de Entre acordes e ideologías Precisamente está dedicado al papel que desempeñaron los músicos durante cuatro dictaduras del siglo XX en Europa: el comunismo en la URSS, el nazismo en Alemania, el fascismo en Italia y el franquismo en España. Como hilo conductor entre ellos, Conde destaca los ataques que todos lanzaron contra la música de vanguardia. “Stalin y Hitler”, comenta, “fueron muy beligerantes en ese ámbito. Ahora bien, la principal diferencia entre los dos tiranos fue que en Alemania la causa básica de la persecución era el origen judío de los músicos o compositores.

A través de interesantes perfiles biográficos, el libro descubre las actitudes de músicos famosos hacia el totalitarismo. De esta manera, los disidentes Otto Klemperer o Bruno Walter desfilan por las páginas dedicadas a la Alemania nazi, junto al nazi Herbert von Karajan o el controvertido y ambiguo Wilhelm Furtwängler. En el apartado sobre la Unión Soviética, José Luis Conde aborda carreras tan complejas y, al mismo tiempo, tan apasionantes e instructivas, como la de Dimitri Shostakovich, uno de los músicos más importantes del siglo XX, y su relación con la Estalinismo.

Cuando se trata de músicos españoles, José Luis Conde se centra especialmente en la extraordinaria figura de Pau Casals, uno de los violonchelistas más brillantes de todos los tiempos, también compositor y director de orquesta. Republicano convencido y de ideas progresistas, Casals dedicó buena parte de su larga vida (falleció en 1973 a los 96 años) a la defensa de causas humanitarias y democráticas. El compositor catalán será recordado, entre otras piezas, por su Himno de las Naciones Unidas, conocido como himno de paz. Exiliado durante décadas, Pau Casals fue un artista comprometido con la lucha contra la dictadura franquista.


Junto al análisis de la música y los músicos bajo dictaduras, el ensayo de José Luis Conde también profundiza en la historia del nacionalismo musical europeo. En este aspecto, el historiador y crítico distingue entre nacionalismos unificadores centrales y aquellos que se definen como periféricos y exigentes. El autor argumenta estas diferencias. “En países como Alemania, Francia e Italia, la música era una herramienta del nacionalismo fundamental. De hecho, los compositores escribieron música nacional casi sin proponérselo. Por el contrario, en los nacionalismos periféricos, procedentes de Rusia, Hungría, Polonia o los países nórdicos, entre otros, la música surge como respuesta o reivindicación frente a los nacionalismos hegemónicos. En cualquier caso, la música se revela como una herramienta eficaz para fortalecer determinadas ideas, como el nacionalismo”.

Ahora, al opinar sobre ese papel de la música en las sociedades actuales, Conde matiza: “Creo que la globalización y la comunicación intercultural favorecida por Internet, con su fuerza homogeneizadora, ha arruinado esa posibilidad en el presente”.

Tradición y modernidad en España

Uno de los rasgos distintivos del nacionalismo musical español, a juicio de Conde, apunta a una mezcla de tradición popular y aportaciones cultas durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. En realidad, a diferencia de otros países, desde la Edad Media existe una confluencia entre herencia popular y música culta. Este nacionalismo se sustenta en España en tres ejes: el estudio de la música tradicional, la recuperación de la música de los siglos XV y XVI y, finalmente, la creación de un arte lírico nacional.

Dos grandes nombres representaron aquí estrategias diferentes. Mientras Francisco Asenjo Barbieri optó por la zarzuela como emblema nacional, otro ilustre compositor y estudioso, Felipe Pedrell, fue partidario de la ópera. “Más tarde”, añade el historiador, “con Manuel de Falla se concretó la labor iniciada por Pedrell como musicólogo, que fue continuada por Isaac Albéniz y Enrique Granados. Se trataba, en definitiva, de encauzar la música española por un camino alejado de este color puramente localista. De hecho, lo español en Manuel de Falla trasciende todo pintoresquismo”.

Quizás Manuel de Falla (Cádiz, 1876-Alta Gracia, Argentina, 1946), un personaje atormentado, muy complejo, con luces y sombras, políticamente confuso, católico pero amigo de Federico García Lorca y otros intelectuales republicanos como María Lejárraga, fallecida en autoexiliado, es el músico más representativo de una época tan convulsa en España. Autor de obras universales como Amor brujo, El sombrero de tres picos cualquiera Noches en los jardines de España, Para Conde representa “el genio musical más notable que España ha dado a la historia de la música”.

 
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