Parálisis en la Unidad para Atención y Reparación Integral a las Víctimas – .

Parálisis en la Unidad para Atención y Reparación Integral a las Víctimas – .
Parálisis en la Unidad para Atención y Reparación Integral a las Víctimas – .

Por: Jimmy Viera Rivera

El Gobierno del Cambio enfrenta el reclamo de nueve millones de víctimas y, por ello, urge retomar la capacidad de administración y ejecución integral de su política más importante: el bienestar de esta población.

El objetivo de todo gobierno que propone un cambio es sacar las aguas estancadas de instituciones sumidas en el pantano, la corrupción y la profunda decadencia causada por décadas de cultura neoliberal.

La entidad que rige la política de víctimas atraviesa su peor crisis en medio de un conflicto armado que no termina. La Unidad para las Víctimas, sin rumbo definido, con un director interino a quien se le pidió su renuncia, pero no fue aceptado, vive un ambiente donde predominan los malos tratos y despidos sistemáticos por parte de este funcionario, quien, para completar el cuadro crítico, se vio obligado a renunciar principalmente. por razones políticas. El partido político ASI, al que pertenece, es uno de los que ayudó a hundir la reforma sanitaria en la Comisión Séptima del Senado, además de pasar de la coalición de gobierno a la oposición de derecha.

El diagnóstico crítico de la Unidad para las Víctimas revela varios hechos que han dado lugar a una débil gestión durante el período del actual gobierno.

Una de las instrucciones dadas al director fue preparar una reforma a la ley de víctimas, acorde a su importancia en el Gobierno de Cambio, articulada con la visión territorial y los procesos de paz total. Sin embargo, antes de presentar el proyecto de ley, por parte de la Unidad, se presentaron tres proyectos de reforma a la Ley 1448. Ante esta situación de pérdida de la iniciativa gubernamental, el director intentó con entusiasmo preparar el proyecto, pero éste adolecía de muchas debilidades jurídicas y conceptuales, situación incomprensible tratándose de una entidad con las capacidades institucionales que posee.

El director no se presentó con tiempo suficiente para un proceso de conciliación de los proyectos de ley, necesario para asumir el liderazgo gubernamental; Por el contrario, sus prioridades fueron atender otros asuntos (que se desconocen), durante prolongadas comisiones fuera de Bogotá, además de su reiterado ausentismo. Lo mismo, su resistencia a cambiar normas y resoluciones con sentido pro-víctima para eliminar barreras de acceso.

La crisis de la Unidad es una prueba palpable de una gestión basada en un proyecto político personalista, en detrimento de un proyecto colectivo de país y de gobierno. Esto explica la entrega de puestos clave a grupos de funcionarios de confianza del gobierno anterior, que han puesto un freno a la implementación de la ley y crean barreras, así como la exclusión de profesionales cercanos al Pacto Histórico.

Luego de dos años de gobierno, la Unidad continúa con las mismas fichas de inversión del gobierno de Duque. Se entiende que estas corresponden e interpretan la ley, pero también es importante considerar que existe un margen de discrecionalidad por parte del actual gobierno para agregar o adoptar nuevas acciones encaminadas a la reparación integral de las víctimas y nuevas situaciones. Sin embargo, no ha podido ajustar las fichas de inversión de acuerdo con la visión del gobierno y la realidad actual.

Un principio fundamental de la Ley 1448 es la reparación transformadora. Este no es el resultado del proceso al final de muchos años de espera por parte de las víctimas, sino que comienza desde el momento en que se relacionan con la Unidad y, por tanto, implica una transformación en la calidad de la comunicación entre ambas. partidos políticos, para brindar un lugar a las víctimas, en lugar de seguir tratándolas simplemente igual que gobiernos anteriores, a través de una ventanilla fría que representa una barrera para el acceso a derechos, además de un trato impersonal y carente de sensibilidad humana.

En materia de reparación a sujetos colectivos, hace 18 meses que no hay avances relevantes. De 980 sujetos colectivos, sólo 15 planes de reparación colectiva han sido ejecutados durante el tiempo de gobierno.

En el aspecto humanitario, en los últimos meses la Unidad ha desmantelado la responsabilidad de prevención urgente y liderazgo institucional gubernamental, que le asigna la ley, para gestionar de manera integral las respuestas humanitarias en un contexto de emergencia. Además, la Unidad tiene la responsabilidad jurídica de realizar acciones urgentes de prevención, con las comunidades donde ocurren crisis humanitarias, para evitar mayores daños humanitarios en el contexto de crisis. Asimismo, ha desmantelado la estrategia de atención y prevención a víctimas de otros hechos victimizantes distintos al desplazamiento forzado. Articular esfuerzos interinstitucionales debe ser una tarea para promover permanentemente, con otras entidades estatales, la atención a las víctimas de minas terrestres, reclutamiento y utilización forzosa de niños, niñas y adolescentes, ataques terroristas, homicidios, secuestros y violencia sexual de género.

En la transformación del instrumento de articulación institucional (SNARIV) en los distintos niveles de la administración pública para fortalecer las políticas de reparación integral a las víctimas no hay avances significativos, responsabilidad que no puede recaer exclusivamente en una Subdirección, sino que recae en la fuerza política. del titular de la institución.

Otro tema crítico es la falta de respuesta a la situación de las comunidades indígenas Embera en Bogotá y otras ciudades, especialmente cuando el actual director pertenece a la comunidad Embera Chamí. Cuando llegó a la Unidad había 700 emberas, hoy son 2.500 en cuatro albergues, sin respuesta nacional ni distrital.

La mesa de víctimas, que ha sido un espacio de diálogo entre el gobierno y las diversas expresiones de las víctimas, da muestras de ser una instancia cooptada por las instituciones y las relaciones clientelistas.

La situación de la Unidad para las Víctimas en relación al concurso de méritos para servidores públicos es especial. Su alta dirección no avanzó un plan de contingencia para afrontar la transición, sino que propuso monitorear a los funcionarios y hostigarlos mediante cargos laborales, para abrir procesos disciplinarios en lugar de generar un ambiente de transición amigable para los funcionarios cuya subsistencia depende de su puesto de trabajo y , por lo tanto, se encuentran bajo estrés debido a la incertidumbre sobre sus ingresos debido a la pérdida del empleo. La Unidad no cuenta actualmente con un plan de transición e inducción para nuevos funcionarios.

Reorientar la gestión humanitaria y superar enfoques anteriores, así como la ineficiencia en la administración del fondo de reparación de víctimas, son tareas pendientes. En conclusión, un saldo desalentador que se resume en esta frase: “La Unidad queda reducida a ser una proveedora de pagos compensatorios”.

El segundo informe del Comité de Seguimiento y Monitoreo de la implementación de las Recomendaciones de la Comisión de la Verdad es muy preocupante cuando señala: “Sin embargo, y aunque se ven avances significativos, las compensaciones a las víctimas continúan dándose a un ritmo lento. ” significativamente lento, a pesar de la ejecución de la UARIV y de las metas del actual Gobierno Nacional. Según la Fundación Ideas para la Paz-FIP (2023), incluso si se mantuviera la “tasa de compensación propuesta por el gobierno, el Estado tardaría aproximadamente 43 años en compensar a las víctimas que actualmente se encuentran registradas” (p. 95)”.

La política de paz total, al igual que el Capítulo V del acuerdo FARC-Gobierno, converge con la política de víctimas, en su cúspide se ubica la Unidad para las Víctimas. Durante los dos años que restan del actual gobierno se deben redoblar esfuerzos, ante todo enderezar el rumbo de esta entidad y, por ende, poner al frente a una persona con suficiente desarrollo en materia jurídica y de paz, leal a las políticas. del gobierno, sintonizado y comprometido con las víctimas, en línea con el enfoque de paz total y acción reparadora de los territorios y, con el programa de gobierno y el plan de desarrollo que da centralidad a las víctimas.

¡La paz sin una política eficiente de víctimas no es paz!

 
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