América Latina en aguas turbulentas – DW – 30/04/2024 – .

América Latina en aguas turbulentas – DW – 30/04/2024 – .
América Latina en aguas turbulentas – DW – 30/04/2024 – .

La agenda latinoamericana no conoce pausas. El gobierno de Javier Milei, en Argentina, y el de Gustavo Petro, en Colombia, enfrentan protestas masivas. Perú está en medio de una crisis política, Ecuador asolado por el crimen y el narcotráfico. Y, entre las seis elecciones presidenciales de este año, las de México y Venezuela se perfilan como procesos históricos.

Tanto el régimen venezolano, con Nicolás Maduro, como el régimen nicaragüense, con Daniel Ortega, siguen reafirmando su poder con medidas antidemocráticas. Y Haití, mientras tanto, enfrenta una profunda crisis humanitaria, de seguridad y de gobernanza.

Según avanza el Índice de Riesgo Político Latinoamericano 2024, editado por el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica de Chile, Los gobiernos latinoamericanos enfrentan la amenaza del “crimen organizado, la corrupción sistémica y el populismo autoritario”, que erosiona el estado de derecho y la calidad de las democracias en la región y complica la gobernabilidad.

“Estamos en una especie de momento crucial, porque se están produciendo muchos cambios y no sabemos si la región va a avanzar en la dirección de esos cambios o si va a reaccionar de manera impredecible”, dijo el politólogo Christopher Martínez. , académico de la Universidad de Concepción, Chile.

Son cambios que se originaron con la pandemia y las nuevas formas en que se organiza el narcotráfico. También están asociados a procesos migratorios y al resurgimiento de gobiernos de derecha, al estilo de Nayib Bukele, explica el autor del libro “Por qué fracasan los presidentes”, sobre la inestabilidad presidencial en América Latina.

Manifestación de apoyo a Bukele, en febrero de 2024.Imagen: Salvador Meléndez/AP/Picture Alliance

El politólogo Alberto Vergara Paniagua, profesor de la Universidad del Pacífico en Lima, observa a nivel regional “un momento de congestión. Ni la economía ni la política de los países apuntan en una dirección que nos permita ser optimistas”. Aunque señala a DW que un diagnóstico que abarca 20 países no sirve exactamente para todos; sí identifica a nivel regional “un mal humor incierto por parte de la subjetividad ciudadana”.

En opinión del autor del libro “Repúblicas defraudadas”, el régimen de ciudadanía no funciona en América Latina: “En las dimensiones de derechos políticos, civiles, sociales, de participación en el mercado laboral y en la vida económica, las mayorías tienen una situación muy precaria para hacer valer su condición y ver decepcionada su esperanza ciudadana”.

Crisis políticas, económicas y de seguridad

La inseguridad, la delincuencia y el crimen organizado son temas que marcan el momento en América Latina y refuerzan el discurso de la derecha, observa Martínez. “Por eso vemos la necesidad de tener presidentes que parezcan fuertes”, dice el politólogo chileno.

El caso de Ecuador, donde en pocos años la violencia y el narcotráfico acabaron con la tranquilidad habitual, demuestra que las bandas criminales pueden desestabilizar en poco tiempo a un Estado débil, que no está preparado para afrontar este tipo de problemas, y Es una advertencia para otros países latinoamericanos.

Vergara coincide en que el problema de la seguridad y los altos índices de homicidios es clave. Al mismo tiempo, “es una ventana abierta para que a través de este tema aparezcan políticos y posiciones que tienen un componente lesivo para las libertades de las personas”.

El académico peruano también apunta al aspecto político: “Estamos ante democracias electorales que funcionan relativamente bien, realizan elecciones recurrentes, transparentes, limpias y justas, pero son muy débiles a la hora de convertir las demandas ciudadanas en políticas que satisfagan esas necesidades. , lo que “debilita la legitimidad del sistema”.

Asimismo, Martínez aprecia “un fenómeno de polarización creciente, más a nivel de élites que de electores. Están, por ejemplo, los problemas entre Ecuador y México, desencadenados por diferencias ideológicas. Por otro lado, en Perú, Dina Boluarte ejerce una administración del orden y la represión. Hay un debilitamiento de las normas democráticas, no sólo por el ejercicio del poder, sino porque la gente comienza a cuestionar hasta qué punto las herramientas de la democracia son útiles para abordar cuestiones fundamentales”.

Operación militar en una cárcel de Guayaquil, en febrero de 2024.Imagen: Santiago Arcos/REUTERS

A esto se suma un momento económico complejo, en un contexto global de desaceleración, que golpea a una región con “economías improductivas, grandes dosis de informalidad, sociedades empobrecidas tras la pandemia y clases medias que ven hoy que sus expectativas van a ser muy difíciles”. .” cumplir”, dice Vergara.

El pasado auge de las materias primas redujo la pobreza, pero la región no aseguró un patrón de crecimiento. La promesa actual del litio y el hidrógeno verde no asegura que se traduzca en mayor desarrollo y menos desigualdad, más aún en medio de interrogantes sobre las posibles consecuencias ambientales. “El ciclo termina y los países poco a poco van volviendo a sus equilibrios anteriores, y sin contar todos los recursos que se pierden por la corrupción”, dice Martínez, en referencia a otro de los males que aqueja a América Latina.

que viene

“Veo complejo el escenario de gobernabilidad para la región”, advierte Martínez. Hay un debilitamiento, porque los Estados no están cumpliendo con aspectos básicos como la seguridad, pero también, “porque la gobernabilidad requiere partidos estables y, salvo Uruguay, en todos los países estamos experimentando un debilitamiento importante”.

En este escenario, advierte que “surgen dudas sobre si realmente la democracia funciona y, por tanto, podríamos alejarnos de ella”. Además, porque las demandas de las grandes protestas de los últimos años, en temas socioeconómicos, como salud y pensiones, no han sido satisfechas. El académico de la Universidad de Concepción avanza que “se van a sumar temas ambientales, hasta ahora limitados. Debido a la escasez de agua, los daños por megaincendios o sequías aumentarán y se convertirán en problemas urgentes que afectan la vida diaria”.

El espectro de nuevos estallidos sociales está presente: “La pandemia los detuvo, no fue el fin de la efervescencia porque las demandas del pueblo fueron aceptadas. En general, los países no han logrado resolverlos. Todavía hay malestar y la posibilidad de un brote está latente”, afirma Martínez. Sin embargo, también observa cautela, debido al aprendizaje de estas experiencias y a los mayores niveles de pobreza e incertidumbre económica que dejó la pandemia.

Por su parte, Vergara coincide en que estos hechos pueden volver a ocurrir. “Por definición, este tipo de arrebatos tienden a tomarnos por sorpresa. La cuestión es si pueden tener más éxito a la hora de lograr reformas y cambiar el rumbo de sus países, en lugar de simplemente expresar su descontento”, afirma.

En este sentido, el académico de la Universidad del Pacífico destaca una característica regional: “En América Latina estamos más claramente de acuerdo en lo que no nos gusta que en lo que queremos. El caso chileno es paradigmático”, señala en referencia a los fallidos intentos de cambiar la Constitución de Pinochet, así como a la dificultad del régimen democrático en América Latina “para transformar la voluntad ciudadana en cambios reales”.

(us)

 
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