Así como el conocimiento, también existe la ignorancia. Todo conocimiento debe ser validado, ya sea que lo llamemos ciencia o como queramos. El resto es engañarnos en un idealismo subjetivo, disfrazado de novedad, o de un antiguo arcano recientemente redescubierto como piedra filosofal.
Quizás el pecado más recurrente del marxismo, después de Marx, fue asimilarlo dentro de la tradición cultural judeocristiana como una derivación histórica del mismo, inconfesable, pero, sin embargo, un referente. Tal vez fuera inevitable, pero en el proceso se le hizo sucumbir a la tentación demasiado fuerte del dogma. Hay, en la facilidad de negar, la necesidad del ejercicio del pensamiento, instrumento demasiado eficaz desde el ejercicio de los poderes políticos para ser rechazado por ellos.
Lenin insistió en la necesidad de repensar el marxismo a cada paso. Su crítica recurrente a sus otros compañeros del Partido fue no comprender esa cualidad dialéctica del marxismo, que era la única manera de asumirlo como ciencia. La ciencia, no en la infalibilidad de sus resultados, sino en la utilidad irremplazable de sus métodos. Todo en Lenin era antidogmático y, por tanto, marxista. No citó al anciano como se cita a los dioses, ni intentó reducir el conocimiento científico a aforismos más o menos exitosos.
Después de Lenin se repitió el error. Para justificarlo se inventó la idea de llamar revisionismo a todo acto de pensar sobre ello. Lenin habría llamado ciencia al mismo ejercicio. Es que no hay revisionismos, hay una contrarrevolución disfrazada de relectura pero contrarrevolución al fin y al cabo; y hay, desde la perspectiva comunista, una apropiación dialéctica de su pensamiento.
Lenin se replanteó muchas veces, más de lo que quieren admitir quienes quisieron reducir su pensamiento a mandamientos, publicados en refritos que, utilizando sus palabras, lo negaron. En Lenin hay muchos Lenin, todos comunistas, todos necesarios.
El 22 de abril de 1870 nació Lenin en Simbirsk. Un mes después de cumplir 17 años, su hermano fue ejecutado por luchar contra el zar. Lenin descubrió a Marx en Kazán, ese mismo año, y transformó el dolor de la pérdida de su hermano en la convicción de que era necesario un mundo diferente. Para lograr ese mundo que es necesario para todos, debemos pensarlo, luchar por él y construirlo.
