obras de Rodin, una máscara de teatro noh o el cuadro que nunca terminó

Una exposición en su museo cuenta su historia, desde su infancia hasta su muerte, con piezas que el pintor atesoraba

cien objetos, cada uno con una pequeña historia detrás, para conformar la historia de toda una vida. De todas las formas que existen para (re)descubrir el universo de Joaquín Sorolla Bastida (1863-1923), quizás este sea el más singular. Profundiza en quién era él, cómo creció, con quién se relacionaba, adónde viajó, a quién amó, cómo triunfó o cómo murió Hoy es posible a través de aquellas piezas –cotidianas, curiosas, raras o incluso exóticas– que el artista atesoraba y que el museo que lleva su nombre, en su último intento por mostrar una nueva perspectiva no sólo del pintor sino también del hombre, ha reunido en una exposición (hasta el 29 de septiembre) que cierra la programación con la que, durante el último año, ha conmemorado el centenario de su muerte.

A lo largo de su vida, Sorolla acumuló más de 2.300 piezas, que han sido conservados por su familia y su museo desde su desaparición. De ellos, la comisaria Covadonga Pitarch, tras una ardua investigación, ha seleccionado un centenar para montar esta exposición, 25 de ellos nunca antes vistos.

Un cinturón religioso-mágico. EM

Todo, desde lo esperado hasta lo extraño, se puede descubrir en Sorolla en 100 objetos. Cartas, fotografías, dibujos, libros, pinturas, esculturas, elementos religiosos, arte japonés.… Piezas que configuran una biografía atípica y que nos hablan de la personalidad del artista, de sus amistades, de sus inquietudes, de sus aficiones o de sus gustos personales, a través de sus propios recuerdos –íntimos en determinados casos– y también a través de su pintura.

De uno de sus objetos más apreciados y primitivos, un retrato con el fotografías de sus padreslos que perdió con sólo dos años, su última obra, inacabada, hay toda una vida, llena de detalles, que aquí se narran.

Capital califal del siglo X. EM

La exposición comienza con la historia de su infancia, cómo la tragedia se convirtió luego en felicidad, a través de fotografías y pinturas de sus tíos, con quienes creció. Y él continúa Romala ciudad en la que pasó su juventud y donde forjó importantes amistades como la de Pedro Gil Moreno de Moracon quienes se intercambiaron cartas que se pueden leer en las vitrinas de la exposición.

El recorrido ilustra cómo siempre sintió Sorolla apegado a su patria, Valencia -con imágenes de él y su mujer allí-, y cómo sus referentes eran mayoritariamente levantinos. Aunque no sólo el profesores valencianos Influyeron en su pintura. Mariano Fortuny y Eduardo Rosales fueron para él un camino a seguir, aspecto que se refleja a través de pinturas y recuerdos que el artista recogió de ellos.

Una paleta y pinceles que Sorolla dedicó a su mujer. EM

Libros de arte de ediciones lujosas, de Velázquez o El Greco, destacan en el espacio que abarca la biblioteca Sorolla, compuesta por más de 700 volúmenes. Y obras de artistas como Auguste Rodin, Anders Zorn o Mariano Benlliurefruto de regalos e intercambios de amigos que conoció en sus frecuentes viajes internacionales, destacan en el apartado que habla de cómo Sorolla fue un artista entre artistas.

En su carrera enseñó y formó a otros pintores más jóvenes, como Manuel Benedito y Tomás Murillo, que formaron el grupo conocido como sorollistas y del cual se exhiben algunas obras dedicadas a su mentor. También hay espacio para resaltar el mujeres que se capacitaron en su tallercomo Yvonne Serruys, cuyas esculturas se exponen.

Máscara de teatro Noh. EM

la trayectoria de sus niñosQue de una forma u otra siguieron sus pasos –María y Joaquín pintaban y Elena prefería la escultura– se evidencia en obras creadas por ellos y que el pintor conservó, así como en fotografías que atestiguan cómo tomaron lecciones de su propio padre. .

En su afán de conocimiento, el pintor inició una obra como coleccionista de piezas -le gustaba comprar y se decía “despilfarrador”- que no se limitaba sólo al arte occidental. Entre las piezas que atesoraba, un calendario japonés, una máscara de teatro Noh, brazaletes marroquíes, un capitel califal del siglo X, un relieve de la Santísima Trinidad del siglo XVI o un cinturón mágico-religioso de amuletos. Bellos y artísticos objetos que el pintor utilizó para decorar su casa.

Retrato de Mabel Rick (1920), inacabado. EM

El final de la gira da importancia al éxito y popularidad que gozó Sorolla en vida. A Fotografía del presidente estadounidense Taft., a quien pintó, una caricatura, su pasaporte o la medalla de la Exposición Universal de París, donde ganó el Gran Premio en 1900, así lo atestiguan. Y entre sus últimas pinceladas destaca un autorretrato dedicado a su esposa clotildeuna pintura al óleo de gran formato de ella y él Retrato de Mabel Rickante lo cual la enfermedad lo atacó.

 
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