El arte de Ursula Biemann para curar las heridas del planeta

El arte de Ursula Biemann para curar las heridas del planeta
El arte de Ursula Biemann para curar las heridas del planeta

Un mundo conectado por la catástrofe. La lente de Ursula Biemann se centra en una masa de personas que cargan bolsas llenas de barro para crear diques que contengan el tormentoso avance del mar. Quieren detener el agua que amenaza a sus poblaciones en Bangladesh. Las mujeres, ataviadas con sus coloridos saris, llenan las bolsas y un ejército de hombres las cargan, a toda prisa, para no perder el tiempo en la pesadilla que sufren, consecuencia de las alteraciones climáticas provocadas por una economía basada en la quema de fósiles. combustibles. La lente se mueve con la misma velocidad que estos hombres, presionados por sobrevivir. Es el grito de alerta de Biemann sobre el desequilibrio climático, al que llega en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), en la Ciudad de México, para recordarnos que el extractivismo, el despojo y la destrucción tienen graves consecuencias. Se ahogan mientras duermen, alerta la voz que acompaña el vídeo, una visión apocalíptica de un planeta al borde del desastre.

Las imágenes, sin embargo, no son repulsivas. Al contrario, son poéticos. La sucesión de fotogramas atrae al espectador en el ir y venir desesperado de estos humanos, “como hormigas que intentan superar un problema titánico”, afirma Virginia Roy, comisaria de la exposición. El movimiento de las olas que truenan sobre las represas, las expresiones de cansancio de estas personas en su lucha por vivir y las manos de aquellas mujeres cubiertas de barro se conectan con otras imágenes filmadas a miles de kilómetros de distancia, en las enormes exploraciones petroleras. en el norte de Canadá, donde se explota una inmensa superficie: la que muestra el artista es del tamaño de Inglaterra. La cámara de Biemann está colocada sobre esas máquinas modernas que penetran violentamente en la tierra para extraer el petróleo que mantiene en funcionamiento la maquinaria industrial global. El artista nos recuerda la conexión entre la salvaje destrucción del planeta y quienes la sufren.

Una de las instalaciones de la exposición ‘Becoming Earth’ en el MUAC.Gladys Serrano

La exposición, titulada Convertirse en Tierra, está compuesto por vídeos de larga duración que muestran el compromiso del artista suizo con el planeta. Y su trabajo para salvarlo. “Representan un cambio en su producción hacia lo ecológico”, explica Roy. Biemann había dedicado gran parte de su carrera a temas migratorios, pero a partir de 2013 viró su interés hacia la ecología, convirtiéndose en pionera en abordar este tema a través del arte. “Se centró en lo que le preocupaba: la ecología y la comprensión de que estamos atrapados en este momento de crisis ecológica global”, dice Roy. Lo que Biemann busca es que lo entendamos y para ello se sirve de la cinematografía, el sonido, la investigación científica, los testimonios y la actualidad. Así lo demuestra, por ejemplo, la pieza Ley Forestal cualquiera Selva legalque repasa la lucha de los Sarayaku en la Amazonía ecuatoriana por proteger la selva y sus recursos.

Las comunidades indígenas demandaron al Estado ecuatoriano por violación al artículo 71 de la Constitución de ese país sudamericano, que establece que “cualquier persona, comunidad, pueblo o nacionalidad” puede exigir a las autoridades el respeto a la naturaleza, “su existencia, mantenimiento y regeneración”. .” La demanda se originó a partir de las concesiones otorgadas por el Gobierno ecuatoriano a empresas mineras para explotar una zona del bosque tropical. Los Sarayaku ya habían elevado su descontento a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde acusaron al Estado de la destrucción de su territorio y su forma de vida. En su obra, Biemann demuestra las tensiones que sufren estas comunidades que quedaron a la deriva por la avaricia de las empresas mineras y la negligencia de las autoridades.

“Esta es la pieza que hizo que me enamorara de ella”, dice Roy. “Vemos hacia dónde va su campo de investigación sobre estas comunidades en Ecuador, sobre los derechos de la selva como sujeto jurídico y eso me voló la cabeza, porque nos ayuda a entender cómo la naturaleza puede tener un espacio jurídico jurídico, algo muy sugerente. , muy pionero y muy revelador. Lo que hace es explicar estos diferentes casos y su importancia, porque saber que existen esos instrumentos legales de denuncia, esas herramientas en poder de las comunidades, nos habla de una conciencia de cambio”, explica la curadora. Biemann nos muestra en sus películas y sus testimonios cómo los habitantes de estas regiones ven la naturaleza como una parte de su cuerpo, “como un brazo o una pierna”, dice Roy, y que, por tanto, su defensa es también una lucha personal.

Virginia Roy, comisaria de la exposición.Gladys Serrano

Ursula Biemann nació en Zurich, Suiza, en 1955. Como videoensayista ha centrado su trabajo principalmente en territorios indígenas y ha investigado el impacto que la vida moderna ha tenido en esos espacios. Utiliza la investigación, la ciencia y otros campos del conocimiento para ayudar a comprender la relación entre la explotación de petróleo o carbón y su impacto en los bosques y el agua. “El inicio de la ciencia moderna está íntimamente ligado al proyecto de conquista y colonización”, advierte Biemann. Su propuesta desde el arte es explicar que pueden existir otras formas menos violentas y depredadoras de relacionarse con la naturaleza. Y de eso trata su exposición en el MUAC, abierta hasta octubre: una propuesta que nos hace reflexionar sobre el daño que hacemos y cómo podemos curar las heridas del planeta. “Es algo muy poético, con su estrategia de mezclar testimonios, imágenes y textos”, dice Roy.

La exposición es un viaje entre las selvas ecuatoriales hasta los fríos territorios del norte, donde una acuanauta, biólogo marino de la comunidad Sami de Noruega, coloca hidrófonos en el mar, sofisticados dispositivos que nos permiten registrar los sonidos de la vida marina y así hacernos escuchar lo que sucede en esa inmensa oscuridad. ¿Qué quieren decirnos las ballenas? ¿Qué mensajes nos envían las mariposas marinas? Son sonidos que también han variado a lo largo del tiempo, quizás algunos se han vuelto silenciados, porque el cambio climático afecta a los océanos y sus ecosistemas, amenazando a sus especies. Estos sonidos nos asustan, molestan o conmueven. Biemann nos recuerda que está en manos del hombre preservarlos.

Un traje utilizado para el vídeo ”Acoustic Ocean’ (2018).Gladys Serrano

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